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Rusia

Entre Occidente y Oriente

Fuentes: Sin Permiso / Russia Today

Esta semana Russia Today publicó esta breve nota sobre Rusia que traducimos para Sin Permiso electrónico por su interés, aprovechando la llegada a las librerías el viernes pasado del número 11 de nuestra revista en papel, que cuenta con un dossier coordinado por Àngel Ferrero sobre la evolución reciente del país.   Occidente ha formado […]

Esta semana Russia Today publicó esta breve nota sobre Rusia que traducimos para Sin Permiso electrónico por su interés, aprovechando la llegada a las librerías el viernes pasado del número 11 de nuestra revista en papel, que cuenta con un dossier coordinado por Àngel Ferrero sobre la evolución reciente del país.

 

Occidente ha formado una coalición político-militar que no incluye a Rusia y China es un país aferrado a su aislamiento, históricamente cauteloso a la hora de construir alianzas internacionales. Todo ello fuerza a Rusia a adoptar una posición nada cómoda, en la que no puede más que confiar en sí misma y maniobrar con pragmatismo.

Tras su viaje a Rusia, a comienzos de la Guerra fría, el poeta estadounidense Robert Frost resumió su visita con una frase memorable: «Si usted no conoce la grandeza de este país, yo sé de alguien que sí lo hace: Rusia.»

Si los rusos conocen o no esta grandeza puede que aquí no importe demasiado. Hoy más que nunca el país se encuentra en una situación en la que debe depender de sus propios recursos (resources) e inventiva (resourcefulness) para mantener su posición como uno de los centros mundiales de poder. Es más, parece que no tiene más opción que ésa.

«Rusia debería seguir siendo un centro de poder político independiente«, declaró Alexey Pushkov, Presidente del Comité de Asuntos Exteriores de la Duma (Parlamento) en una rueda de prensa esta semana. «De hecho, la situación internacional determina nuestras decisiones.»

Muchos europeos temen que, debido a su vasto tamaño geográfico, una admisión de Rusia en la Unión Europea anulase la influencia de la que los 27 estados miembro ahora gozan en el plano internacional. Por otra parte, el orgullo ruso excluye la posibilidad de que el país se convierta en otro apéndice de soberanía nacional limitada y perpetuamente dependiente de la burocracia de Bruselas.

«No olvidemos que Occidente ya está integrado», recordó Pushkov. «Hay dos sistemas de integración, la Unión Europea y la OTAN, y nosotros no tenemos acceso a ninguno de ellos.« 

La OTAN es otro de los obstáculos a la cooperación bilateral entre Rusia y Occidente. El bloque militar, que muchos rusos ven como una reliquia de la Guerra fría que debería desmantelarse como si fuese un viejo tanque, no tiene ninguna intención de cooperación sincera con Moscú, algo que ha quedado demostrado con el ambicioso proyecto de los EE.UU. y la OTAN de construir un escudo antimisiles en los territorios del antiguo Pacto de Varsovia.

No sólo Occidente ha rechazado la voluntad de Rusia de cooperar en el proyecto, sino que rechaza aportar pruebas, más allá de una mera declaración de intenciones escrita, de que el proyecto no tendrá como objetivo, en un hipotético escenario en el futuro, al territorio ruso, lo que ha conducido a muchos observadores rusos a la conclusión de que Estados Unidos está aflojando la correa de la OTAN.

«La OTAN es una unión en la que sus miembros son formalmente iguales, pero como George Orwell escribió en Rebelión en la granja, ‘Todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros'», declaró el parlamentario.

La tensión innecesaria que la disputa sobre el escudo de defensa ha supuesto para las relaciones entre Rusia y Occidente, hoy en punto muerte, es el equivalente a lo que fue la crisis de los misiles en Cuba para la generación anterior. La única diferencia es que el sistema estadounidense está siendo vendido como un «escudo», no como un elemento militar desestabilizador que es capaz de pasar rápidamente de una función defensiva a una ofensiva. A la luz de este proyecto el ‘reset’ anunciado por la administración de los EE.UU. en la diplomacia con Rusia se asemeja más bien un programa cuidadosamente diseñado para que Rusia baje la guardia.

Sin embargo Moscú no se ha dejado engañar y no habrá que esperar a que los historiadores nos expliquen lo que ya es obvio para muchos: que está en marcha una carrera armamentística. El Presidente de la Federación Rusa, Vladímir Putin, ha convertido el gasto militar en una de sus principales prioridades, a pesar de las advertencias de los economistas de que un gasto militar creciente puede acabar lastrando el presupuesto del país. Los gastos de defensa para 2012 se estimaron en 677 mil millones de rublos (21 mil millones de dólares estadounidenses).

Entre 2011 y 2020 el Ministerio de Defensa ruso se ha comprometido a renovar el 70% de su armamento y a desarrollar modernos sistemas de precisión. Está previsto que Rusia gaste 23 billones de rublos (718 mil millones de dólares estadounidenses) para modernizar su ejército a lo largo de la próxima década.

A quienes sorprenda la elevada cifra deberían tener en cuenta por qué Rusia ha adoptado estas medidas. Se estima que los Estados Unidos destinan cerca de un billón de dólares a financiar su complejo militar-industrial, que ha crecido hasta alcanzar tales dimensiones que ni los demócratas ni los republicanos tienen la menor idea de cómo enfrentarse a este monstruo.

Naturalmente, todos los países que no reciben felicitaciones de la Casa Blanca por Navidad tienen motivos para alarmarse ante el desarrollo de estos acontecimientos.

No contribuye a la calma que el hombre que podría reemplazar próximamente al Presidente estadounidense Barack Obama, su contrincante en las elecciones, el republicano Mitt Romney, haya declarado abiertamente que Rusia es «nuestro enemigo geopolítico número uno». Rusia no esperará, huero es decirlo, al resultado de las elecciones antes de guardarse las espaldas.

Incluso si Obama gana las elecciones presidenciales en noviembre, Moscú todavía tiene que enfrentarse a la posibilidad de que otro político que no tiene reparos en recurrir a las decisiones bélicas -y en ello no se diferencia demasiado de un neocon- ocupe el cargo los próximos cuatro años.

Mientas tanto, la situación en Oriente, aunque no tan ominosa como en Occidente, no proporciona a Rusia más que algunas oportunidades de negocio basadas en los recursos naturales.

Pushkov, el presidente del Comité de Asuntos Exteriores, descartó las posibilidades de que Rusia pudiera forjar uniones político-militares con los países asiáticos.

«No hay ninguna certeza de que podamos llega a establecer una unión en Oriente, pues no existe ningún bloque que lo permita«, señaló. «China no desea cerrar acuerdos militares ni los necesita porque se adhiere al principio de ‘manos libres’ en materia de política exterior.»

«Cierto, mantenemos excelentes relaciones, tenemos un acuerdo estratégico y somos aliados en numerosos campos, pero difícilmente podemos formalizar estos acuerdos en un tratado especial, al menos en el futuro próximo«, concluyó Pushkov.

Esta situación sitúa a Rusia, a caballo entre Oriente y Occidente, en una posición nada cómoda. Rusia tendrá que confiar en sí misma en vez de apostar por alianzas que garanticen su seguridad futura.

 

Russia Today

 

Traducción para www.sinpermiso.info : Àngel Ferrero

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