«Los líderes populistas, que son impacientes o incluso irrespetuosos con los procesos de la democracia, están buscando controlar tribunales y parlamentos», dijo en una audiencia en la Cámara de Representantes la secretaria de Estado Adjunta para Latinoamérica, Roberta Jacobson. «Estamos trabajando a través de la Organización de Estados Americanos (OEA) para proteger la libertad de […]
«Los líderes populistas, que son impacientes o incluso irrespetuosos con los procesos de la democracia, están buscando controlar tribunales y parlamentos», dijo en una audiencia en la Cámara de Representantes la secretaria de Estado Adjunta para Latinoamérica, Roberta Jacobson. «Estamos trabajando a través de la Organización de Estados Americanos (OEA) para proteger la libertad de expresión», apuntó.
La declaración de Jacobson es solo una reiteración. El Gobierno de Estados Unidos trata de debilitar la influencia que tienen en el ambiente político latinoamericano los gobiernos progresistas, y, por supuesto, intenta fortalecer el protagonismo de la OEA y aniquilar, de hecho, los espacios de integración que han servido de plataforma a la toma de decisiones encaminadas a conquistar la soberanía y a tomar posiciones políticas no subordinadas a los intereses de Washington.
La prepotencia imperialista genera este tipo de pronunciamientos. Estados Unidos califica los procesos en América y reconoce que manipula a la OEA y que conspira contra el avance político.
Jacobson mencionó, junto al nombre de Venezuela, la palabra transición. Dijo que Estados Unidos tiene un papel qué representar, al defender en la OEA y en sus intercambios con los venezolanos «la necesidad de que cualquier elección sea libre, abierta y justa».
Sobre Cuba, dijo que espera cambios políticos, porque solo se han registrado cambios en el plano económico.
No es la primera funcionaria estadounidense que se pronuncia en esos términos. En diciembre pasado, el propio presidente Barack Obama calificó a Chávez como autoritario, y en enero la vocera del Departamento de Estado, Victoria Nuland, habló sobre la necesidad de que en Venezuela «sean escuchados todos los sectores».
La oposición al avance político en América Latina es posición compartida en diversos sectores del poder estadounidense.
Los procesos electorales en los que han resultado victoriosos Evo Morales, Hugo Chávez, Rafael Correa y otros presidentes opuestos a la política imperialista, han sido cuestionados por Washington.
Barack Obama prometió observar una actitud más respetuosa, pero solo en algunos momentos ha logrado ocultar lo esencial asumiendo determinadas poses.
Jacobson habla de defensa a las instituciones democráticas, porque en ese escenario nadie le preguntará por qué el gobierno de Obama protegió a quienes dieron el golpe de Estado en Honduras en el año 2009 y contribuyó a dar apariencia democrática a la acción golpista en Paraguay el año pasado, cuando fue destituido Fernando Lugo.
¿Cómo pueden hablar de defensa de la democracia cuando no decidieron investigar siquiera a los funcionarios y a los políticos estadounidenses que han participado en acciones golpistas?
En la Cámara de Representantes, Jacobson pretendió disfrazar de apego a la democracia el premio al servilismo. Habló en términos elogiosos del gobierno de Colombia y del nuevo gobierno de México, comprometido este último en un proyecto de explotación conjunta de hidrocarburos en la frontera con Estados Unidos.
¿Es, acaso, en nombre de la democracia que el gobierno de Estados Unidos pretende que los recursos naturales de América Latina, en lugar de servir para el desarrollo regional sean mantenidos a disposición de la oligarquía saqueadora y armamentista que dirige las principales oficinas de Washington? Jacobson, Nuland y el propio Obama hablan de transición en Venezuela en el afán de enrumbar hacia la derecha el proceso… La voracidad imperial es inocultable…
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