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Oskar Lafontaine, fundador de Die Linke, partidario del fin de la moneda única

«Basta de euro»: la izquierda alemana se divide

Fuentes: Il Manifesto

Traducción de S. Seguí


Oskar Lafontaine, fundador de Die Linke, en un mensaje electrónico declara concluida la era de la moneda única, lo que provoca críticas de los cosecretarios del partido. Entretanto, se prepara la batalla del congreso.

Oskar Lafontaine consigue de nuevo que se hable de él. Político de largo recorrido, en su repertorio los movimientos estrepitosos son ya clásicos. Como el de marzo de 99, cuando renunció repentinamente a los cargos de ministro de Hacienda y secretario del Partido Socialdemócrata (SDP) alemán, en desacuerdo con la línea neoliberal del canciller Gerhard Schröder. O su regreso a la escena política con el nacimiento de Die Linke , resultado de una alianza entre «críticos» occidentales y poscomunistas del Este. Era 2005 y el partido recién nacido pronto alcanzó un significativo 8,7%. O, más tarde, su abandono, una vez más, de la primera línea por razones de salud y por su decisión de dedicarse a su pequeño land del Sarre.

Ahora, la atención se centra de nuevo en él. Razón: en un mensaje en su página web de 30 de abril afirmaba, nada menos, que se debe acabar con el euro.

Y el infierno se desató. La posición oficial de Die Linke es diferente, pero la influencia de Lafontaine en el partido sigue siendo muy grande. No es de extrañar, por tanto, que su postura, unos meses antes de las elecciones, haya tenido el efecto de la proverbial entrada del elefante en la cacharrería. El miedo a ser confundidos con el nuevo partido populista antieuro Alternative für Deutschland (AfD) es grande, y las encuestas no son alentadoras: en la actualidad, éstas atribuyen a los social-comunistas una caída de cuatro puntos porcentuales, en relación a las elecciones de 2009. El debate, sin embargo, está ya abierto.

«La moneda común podría haber durado más en el tiempo -escribe Lafontaine en el mensaje de la discordia- si los Estados implicados hubieran seguido una política salarial común. Yo creía que esta coordinación entre los diferentes países era posible y por esta razón en los años 90 apoyé la introducción del euro.» Los gobiernos europeos, sin embargo, no han estado a la altura sus expectativas: no han hecho ningún esfuerzo por armonizar los salarios y reducir las desigualdades entre las regiones de la eurozona. En cambio, lo que ha sucedido -afirma el ex líder socialdemócrata- se reduce a la competencia en materia de remuneraciones: la moderación salarial en Alemania ha favorecido las exportaciones y la conquista de los mercados de los países del sur de Europa, contribuyendo a aumentar las asimetrías perniciosas en la economía continental.

En la situación actual, la falta de competitividad de países como Grecia, Portugal o España, por lo tanto, sólo se puede superar de una manera: mediante una devaluación de los ingresos reales de los trabajadores y empleados de estos países. En otras palabras, con un empobrecimiento masivo. A menos que, dice Lafontaine, cada Estado tenga de nuevo su propia moneda y se pueda recurrir de nuevo a su devaluación. En lugar del euro, habría un sistema monetario europeo como el que existía hasta el 31 de diciembre de 1998, cuando nació la Unión Económica y Monetaria.

Contra Lafontaine, aunque sin citarlo directamente, han intervenido en los días siguientes los dos cosecretarios de Die Linke , Katja Kipping y Bernd Riexinger. La primera con un largo artículo en el periódico del partido, Neues Deutschland , el segundo con un breve tuit que tiene en su punto de mira a los populistas de AfD: «Dicen no al euro y sí a la austeridad, nosotros decimos no a la austeridad y sí al euro. Ellos son de derechas, nosotros de izquierdas.»

La crítica se dirige al movimiento antieuro, pero está claro que el objetivo polémico real es la «gran figura paterna» de su organización, culpable de enviar un mensaje que contradice de pleno la línea del partido.

La salida pública de Lafontaine es quizá el preludio de una batalla parlamentaria que nadie esperaba. Los delegados de Die Linke se reunirán en Dresde el próximo mes para votar el programa con el que el partido va a pedir el voto en las elecciones de septiembre. En el proyecto aprobado por la dirección se hace, en honor a la verdad, un análisis de la crisis europea que no difiere del de Lafontaine.

Lo que cambia, sin embargo, es la conclusión que se extrae del análisis: «Aún cuando la Unión Monetaria Europea se ha construido muy mal, Die Linke no desea el fin del euro. Por el contrario, la Unión Monetaria debe ser reorganizada desde el principio, de manera que promueva la cooperación pacífica en Europa en lugar de agudizar sus divisiones.»

Fuente: http://www.ilmanifesto.it/attualita/notizie/mricN/9369/