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Crónica de la manifestación antifascista del 7 de junio

París, un año después del asesinato de Clément Meric

Fuentes: Diagonal

Un año después del asesinato de Meric, las ideas del Frente Nacional ganan espacio en la vida pública de Francia.

Plaza de la Bastilla, París, 14h. Apenas unas doscientas personas llegadas de la misma urbe y de las periferias se refugian de un sol que cae a plomo bajo la amplia entrada de la Ópera de Bastille. Algunas pancartas, algunas banderas, una furgoneta del PCF y otra del NPA… Hora y media mas tarde ya son cerca de 6.000. Estamos a 7 de junio, y una marcha que supera con creces lo esperado atraviesa el este parisino en memoria de Clément Meric un año después de su asesinato a manos de elementos de la extrema derecha francesa, concretamente miembros del grupúsculo de orientación fascista nacional-revolucionaria Troisième Voie y mas concretamente todavía por Esteban Morillo, hijo de emigrantes andaluces y, él mismo, gaditano de nacimiento. Lo que son las cosas.

La imagen idealizada de la dulce Francia de la campiña y de la bohemia queda cada vez mas y mas lejos en el tiempo, la huella dejada por los movimientos de mayo del 68 se reduce a algunos calendarios y cartas postales que reproducen carteles reivindicativos de la época (de venta en las tiendas de souvenirs para turistas de Montmartre) y, señoras y señores, la República vota a la derecha. Tras las últimas elecciones europeas el 25% de los votos emitidos (que no de los votantes) se decantó por el Frente nacional, quedando éste en primer lugar, seguido del UMP y adelantando largamente a las formaciones de izquierda, o lo que es lo mismo, imagínense que en España hubiera resultado ganadora una hipotética falange moderada seguida del PP.

Desde que en enero de 2011 Jean-Marie Le Pen lega a su hija Marine las riendas del partido familiar ésta se ha dedicado a purgarlo de los extremistas mas folclóricos tales como Alain Soral (mediático ensayista antisemita, autor del libro Comprender el Imperio, entre otros) y de alejarlo, al menos de cara al público, de posiciones revisionistas y fascistas, para lo cual tomó distancias con movimientos como el citado Troisième Voie o el Bloc Identitaire, llegando hasta el punto de declararse un partido de «centro derecha». Misión cumplida: tres años mas tarde del cambio generacional frontista uno de cada cuatro franceses en edad de votar se declara próximo (cuando no abiertamente favorable) al ideario FN. Sus juventudes se componen de «niños y niñas bien» cuyo aspecto no se corresponde en absoluto a la imagen de skinhead nazi que cabría esperar y la masa heterogénea de votantes que lo sostiene se compone de trabajadores de clase popular o media principalmente. El Frente Nacional ya no es el partido antisocial receptor del voto contestatario y se ha convertido en una siniestra alternativa posible (cuando no sucesor) a la presidencia del estado. Desconozco si ese francés de cada cuatro está al corriente de la pertenencia del Frente a la AEMN (Alianza Europea de Movimientos Sociales, cuyo miembro español es el MSR) o del proyecto económico corporativista basado en los modelos de la Italia Fascista o del Estado de Vichy, pero también desconozco, y deseo de todo corazón que sea así, si ese francés de cada cuatro desconoce los viejos proyectos frontistas de los años 90 tales como la creación de Sidóriums (lugares o edificios cuyo fin sería el de aislar a enfermos de sida del resto de la población) sobre los cuales el FN del siglo XXI todavía no se ha pronunciado.

El FN pretende hacer creer que su ascensión en el espectro político responde a un descontento general y a la búsqueda de nuevas alternativas democráticas mas allá del bipartidismo, pero la realidad es que nos encontramos con una Francia cada vez mas conservadora (cuando no radical) en la que un año después de la aprobación de la ley referente al matrimonio homosexual sus oponentes continúan movilizados, una Francia en donde las agresiones de carácter racista y antisemita están en pleno auge, una Francia en la que afirmar públicamente que los extranjeros hemos venido a robar el trabajo ha dejado de considerarse como síntoma inequívoco de idiotez en fase terminal y una Francia, en fin, Grande y Libre en la que hace ya un año que la sangre llegó al río y en cuya capital, poblada por 2,5 millones de habitantes, sólo 6.000 salimos a la calle pidiendo, exigiendo que ésta haya sido la última vez. Entre la marea de banderas rojas o negras podía distinguirse alguna tricolor española, y entre las pancartas, varias en la que el nombre de Clément se veía acompañado por el de Carlos Palomino. Además del trabajo también dirán que robamos las manifestaciones.

Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/global/23174-paris-ano-despues-del-asesinato-clement-meric.html