Este era un comentario que circulaba en España después de la muerte del Generalísimo Francisco Franco, por parte de quienes fueron opositores acérrimos y luchadores en resistencia a esa tiranía.
Eso ocurrió también con el golpe que derrocó al dictador Stroessner en nuestro país. Y probablemente haya ocurrido con cuanto tirano apareció en el mundo, como Trujillo, Pérez Jiménez etc. Este paradójico fenómeno estaría dado en vista de que desde la perspectiva maniquea general, las tiranías eran las garantes del estado de cosas que azotaban al pueblo. Al ser así, se generaba la fantasía de que una vez liberados del tirano, vendría la liberación, y las fuerzas progresistas tendrían más posibilidades de desarrollarse y consecuentemente, sus proyectos se concretarían. En el Cono Sur, algunas de nuestras izquierdas pensaban o sentían que las dictaduras eran retenes del sistema y que al caer , vendría la revolución. Tal fue la decepción para los opositores a esos regímenes, que se padeció un vacío muy grande equivalente a un duelo. En buena medida, porque no supieron hacer frente al desafío de trabajar en proyectos alternativos.
Los signos políticos de larga data tienen el mismo efecto que las largas dictaduras, porque a los mismos se le atribuyen todos los males de la sociedad y una vez que caigan, se crea la ilusión de que vendrá automáticamente la bonanza. Pareciera ser que en la coyuntura electoral local, se presenta un escenario parecido. Esa consigna ya un tanto manida a esta altura de nuestra historia de que “el cambio ya llega”, podría no ser más que la ilusoria idea de que cayendo el Partido Colorado, se acabarían todos los males que padece el país. La creencia de que la corrupción, el mal manejo de la cosa pública etc. tiene que ver solo con el Partido Colorado en el poder, imposibilita tener una perspectiva o lectura estructural de nuestra realidad política y social. Dicho de otro modo, es imposible encontrar las causas de nuestro infortunio si no diagnosticamos desde una perspectiva estructural. Y para hacer ese diagnóstico estructural , lo que corresponde, es contextualizar, considerar nuestra historia, el juego de fuerzas sociales, que son consecuencia de un proceso histórico que nos llevó no por casualidad, al lugar en que nos encontramos. Considerar además el escenario internacional y regional y el juego de fuerzas que en ese escenario disputan y entrelazan.
Es indispensable la lectura estructural, porque si no se hace, se corre el alto riesgo de ocasionar una decepción muy grande si ganara algún signo político que hoy aparece como opositor , y al ser así, tenga como consecuencia, no el fin del P.Colorado, sino su apuntalamiento desde la llanura.
Desde la falaz creencia, se dice que acabará la corrupción al caer el “único partido corrupto”: el Colorado, obviando que en buena parte del mundo y sobre todo en América Latina, hay corrupción desde el poder. Y si hay corrupción en buena parte del mundo, la misma se diferencia en las formas, pero el perjuicio es el mismo, y que si tratamos de escarbar en profundidad la problemática, arribaríamos a la conclusión que la corrupción tiene mucho que ver con una estructura dominante en derrumbe.
Cuando las tasas de ganancia tienden a bajar, los capitales se dirigen hacia la especulación y al desarrollo de negocios ilícitos. Por ejemplo, lo que ocurre con el narcotráfico. En este ilícito existen dos puntas: la oferta desde países pobres en que el recurso tiene que ver con la sobrevivencia, que compra armas venidas del lado de la demanda. Y desde el lado de esa demanda, con inversores cuyos capitales buscan rentabilidad. Y de esas dos puntas se desprende una compleja trama de actividades.
Probablemente el sector más dinámico sea el financiero que invierte en el narcotráfico y más tarde se dedica a lavar las divisas resultantes de las altas rentas.
En el caso de Paraguay, es difícil desconectar la corrupción de nuestra historia y nuestra consecuente cultura. La corrupción está internalizada en nuestro acervo cultural. Para usar una expresión de Manuel Dominguez, es “El alma de la raza”.
En diferentes niveles de nuestra estructura, se producen hechos de corrupción de mayor o menor magnitud. El contrabando viene siendo desde hace mucho tiempo, el pilar sobre el que se sustenta nuestra economía. La triangulación es una práctica que genera importantes ganancias desde hace mucho tiempo como un rasgo nacional. Hay grandes apellidos que estuvieron involucrados en contrabando, pero sólo saltan los pequeños apellidos, salvo cuando hay intereses políticos que rompan la regla. Y finalmente, a medida que la política se mercantiliza, es decir, que las campañas electorales necesitan de grandes cantidades de dinero, obviamente las mismas, en mayor o menor medida, estarán vinculadas a negocios torcidos.
Por lo dicho, es para pensar que es mucho más honesto que los candidatos en lugar de decir que acabarán con la corrupción o con la mafia, se comprometan, en la medida de sus posibilidades, a luchar para reducir la corrupción. De lo contrario estamos abonando la decepción. Y al mismo tiempo, viendo que la injerencia norteamericana logra concretar sus propósitos de interés imperial , mientras la corrupción nuestra de cada día, sigue vivita y coleando.
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