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Honduras

El FMI no podrá «desplumar» más rápido el lempira

Fuentes: Rebelión

A inicios de los años 90 el presidente de la Republica de Honduras, Rafael Leonardo Callejas (ya fallecido) aprobó la devaluación del lempira frente al dólar (de 2Lps X 1$ a 4Lpsx1$), una devaluación del 100%, aunque había prometido no devaluar. Era una exigencia del Fondo Monetario Internacional (FMI), para llegar a un acuerdo, ya que el país había sido declarado inelegible de crédito por la banca internacional.

El Gobierno decidió posteriormente acelerar el proceso devaluatorio, pero tuvo que retroceder por el aumento de precios, presiones sociales y la creciente especulación en el mercado cambiario. Esta política de ir a una liberalización del mercado cambiario en forma sostenida recibió varias críticas. Una de ellas provino de Jaime Rosenthal, banquero, empresario y político, al considerar que la devaluación es el impuesto más sangriento para el pueblo hondureño, ya que reduce el nivel de vida en el mismo monto que se devalúa y grava los ahorros en moneda nacional.[1]

Otro economista, Edmundo Valladares, exfuncionario del Banco Central de Honduras, se refería a las características estructurales de la economía hondureña, concentrada en unos cuantos productos de exportación y pocas empresas y sujeta a los precios de los mercados internacionales, lo cual limita las bondades de un proceso devaluatorio. Esta estructura productiva no responde de inmediato frente a los cambios en los precios por ajustes en la tasa de cambio, por lo que se necesitan mayor tiempo y mayores ajustes con los consecuentes efectivos negativos en los salarios y consumo de las familias, en especial de aquellas que depende de un sueldo, salario  o bonificación social; además de la creciente inestabilidad que se genera al interior del sistema económico.

“Si se devalúa, las exportaciones de Honduras no van a aumentar, en primer lugar porque los productos que exporta el país son marginales respecto a una economía cómo la de Estados Unidos. Este país no produce bananos, ni café para dejarlos de producir internamente y dedicar esos recursos a importarlos de Honduras ante una disminución de su precio. En segundo lugar, harían falta grandes aumentos de precios en esos productos y no los indicados por una curva elástica, para que en Honduras se dediquen recursos a aumentar las exportaciones de este tipo de productos”[2]

También se cuestionó que la devaluación acelerada del lempira beneficia mayormente a un grupo reducido de empresas exportadoras que ven aumentado cada día sus ingresos al obtener dólares con mayor capacidad para poder comprar activos y bienes locales, pagar deudas y contratar trabajadores en moneda local, e incluso poder especular al retener parte de esta divisas esperando que el precio del dólar siga en ascenso. Lo mismo puede decirse de ciertos banqueros, oferentes de dólares en el mercado no oficial, lavadores de activos y  narcotraficantes.

Frente a ello, en el Gobierno del presidente Carlos Roberto Reyna (1994-1997) se decidió institucionalizar el Sistema de Adjudicación Publica del Divisas (SAPDI), “como instrumento de asignación de divisas, modificando el tipo de cambio base cada cinco subastas, de conformidad con el diferencial entre la tasa interna de inflación y la de los principales socios comerciales del país, así como con la evolución del tipo de cambio de estos países con respecto al dólar estadounidense. La banda dentro de la cual pueden oscilar los precios de oferta de las solicitudes de compra es de 7%”[3].

Este  mecanismo, poco reconocido por ciertos grupos ligados al sector privado, bancos y FMI, como instrumento de estabilidad cambiaria e incluso de control de la inflación, se fue flexibilizando hasta perder vigencia en el Gobierno de Juan Orlando Hernández (JOH), donde el objetivo buscado era que los agentes económicos, en especial exportadores, pudiera disponer de los dólares y negociarlos libremente en el marcado sin la participación y regulación del Banco Central de Honduras (BCH), acompañado de un Ley (no se aprobó) que otorga mayor autonomía a éste ente, sin la injerencia directa del poder Ejecutivo.

La flexibilización empezó en el Gobierno de Porfirio Lobo (2010-2013) después del golpe de Estado (junio de 2009), permitiendo una mayor depreciación del lempira frente al dólar (en promedio un 5% anual).  Pero fue en el Gobierno de JOH donde se manifestó el interés  por permitir que los exportadores y agentes económicos negociaran con mayor libertad la compra y venta de divisas. El Acuerdo  N. 01/2018 del 24 de enero de 2018 del BCH, iniciando su segundo mandato, da vida al reglamento para la negociación en el mercado organizado de divisas, que se fue flexibilizando aún más con la aprobación de nuevas disposiciones y medidas complementarias del BCH.

En enero de 2021, mediante Acuerdo N.02/2021, el Directorio del Banco Central  introduce un nuevo elemento de mercado en el cálculo de la banda cambiaria de la subasta de divisas para responder a la oferta y demanda de divisas de los agentes económicos, siendo evidente la vigencia de un Mercado Interbancario de Divisas (MID) y reconocimiento de la variación absoluta del tipo de cambio de referencia como elemento de mercado, igualmente un porcentaje mayor de retención de divisas no transferidas al Banco Central de 70% del monto obtenido.

Se autorizó también que los agentes cambiarios que obtengan divisas de los clientes transfieran el 30% de las mismas al BCH y las casas de cambio el 100%; igual, las divisas no trasladadas deberán venderse al BCH al tipo de cambio de referencia del día de la compra.  El 70% de las divisas compradas y no transferidas al BCH por los agentes cambiarios, de acuerdo con el numeral anterior, deberán utilizarse para los fines detallados a continuación: a) erogaciones propias; b) ventas a los clientes del sector privado por montos menores o iguales a seiscientos mil dólares (US$600,0000) y, c)  para la venta en el MID.

Mediante Acuerdo N.03 del 9 de febrero de 2023, el Directorio del Banco Central aprueba que las divisas compradas por los agentes cambiarios deberán utilizarse de la forma siguiente: a) el 25% de las compras de divisas del día, deberán venderse al día siguiente en el MID; b) el 75% restante, deberán utilizarse el mismo día de su compra para erogaciones propias, ventas diarias a los clientes del sector privado por montos menores o iguales a los quinientos mil dólares de los EUA (US$ 500,000) para personas naturales y a un millón de dólares de dólares de los EUA (US$1,000,000) para personas jurídicas.

Se introduce además un ajuste en el cálculo del tipo de cambio de referencia usando el promedio ponderado (Acuerdo N.04 del 5 de marzo de 2022).Aunque no fue oficial, el BCH consideró que la mayor disponibilidad de moneda extranjera (dólares) en manos de los agentes cambiarios estaba generando inestabilidad al sistema con presiones inflacionarias mayores y en ascenso. Honduras cerró 2022 con una tasa de inflación de 9.8%, pero los pronósticos eran de entre 11% y 12%.

En el Boletín de Prensa N.17/2023 del 30 de abril de 2023, el Directorio del Banco Central de Honduras decide reactivar el mecanismo de subasta de divisas para introducir mayor equidad y tener un mayor control de la tasa de cambio, interviniendo y regulando los ciclos de demanda y oferta y evitando la especulación.  Para funcionarios del Gobierno anterior, se considera un retroceso ya que no permite avanzar con  la vigencia plena del régimen de metas de inflación, una demanda del FMI, ni en el logro de la  autonomía del BCH.

La vuelta a este mecanismo demanda una mayor información a los agentes económicos, cambiarios y público en general, pero también la regulación por el Gobierno del uso de las divisas en cuanto a cumplimiento de objetivos de desarrollo, como ejemplo el destino para aumento de la producción agroindustrial, demanda de insumos o bienes de capital importados y disminución  del consumo desmedido y gasto corriente. Igual, una funcionalidad efectiva de los órganos supervisores de la banca privada para que los dólares más baratos no se usen como prestamos locales a tasas de interés más altas.

El mecanismo de subasta de divisas no implica, por decreto,  la institucionalización de una mala práctica cambiaria donde  la apreciación del tipo de cambio real se considere un dato, y no se ajuste dicho nivel por un largo periodo, lo cual se considera en Honduras como en China una pérdida teórica de las exportaciones; igual sucede cuando se buscan ganancias teóricas de las exportaciones por devaluaciones programadas y mayor inflación generada por especulación de precios.

“Durante abril de 2023, por segundo mes consecutivo, el Índice del Tipo de Cambio Efectivo Real (ITCER) Global mostró una ganancia teórica de competitividad de las exportaciones hondureñas en comparación con sus principales socios comerciales con una tasa de 0.65%. El resultado mensual fue determinado por la menor apreciación del lempira (0.04%) frente al dólar de los Estados Unidos de América (EUA), en comparación al promedio ponderado que se registró en la cesta de monedas de los principales socios comerciales (0.58%), aportando la variable de tipo de cambio 0.53 puntos porcentuales (pp) a la tasa mensual. Aunado a lo anterior, la inflación mensual doméstica de 0.19% fue menor que el promedio ponderado de inflación de los principales socios comerciales (0.32%) influyendo para que el diferencial de precios aportara 0.12 pp al resultado”[4]

La adopción del mecanismo de subasta de divisas ocurre a pocas semanas de la llegada de una misión técnica del FMI a Honduras (la cuarta reunión con autoridades hondureñas para llegar a una acuerdo) con la intención de revisar el comportamiento de la economía hondureña, manteniendo reuniones con el sector privado y organizaciones de sociedad civil. El Gobierno ha dado señales favorables para que se logre el acuerdo, como ejemplo la institucionalización del Presupuesto “Base Cero” que es uno de los responsables de la baja ejecución del gasto presupuestario en 2022 y 2023; la remisión al Congreso de la Ley de Justicia Tributaria que está próxima a discutirse y los pagos puntuales del servicio de la deuda externa utilizando reservas monetarias del BCH.

La crisis del sector energético no es un punto a favor del Gobierno, igual la vuelta al mecanismo de subasta de divisas que frena el proceso devaluatorio, asumiendo el Banco Central un mayor control de la tasa cambio, aun cuando en los últimos meses ha habido una ganancia teórica de competitividad  de las exportaciones hondureñas por la mayor depreciación del lempira frente al dólar.  A ello se agrega, el interés del Gobierno porque las decisiones del Banco Central acompañen los esfuerzos de la presidenta Xiomara Castro en el cumplimiento de las promesas de campaña establecidas en el documento Plan de Gobierno 2022-2026, y no focalizadas en el cumplimiento de metas de inflación, tal como ha sido uno de los objetivos de política monetaria y cambiaria que apoya el FMI en los países.

De acuerdo al BCH, el 50% de la inflación hondureña es importada, por lo que mantener una baja tasa de inflación como meta por decreto puede orillar al Gobierno a tomar fuertes medidas contractivas (la devaluación en exceso es una de ellas) que afecten los niveles de inversión, la tasa de crecimiento del PIB de 3.5% a 4.0% estimada para 2023, empleo y pobreza. Hay que ser más selectivos y evaluar rangos de efectividad de la política monetaria y cambiaria, ejemplo los ajustes en la Tasa de Política Monetaria (TPM), donde el sector privado presiona para que se aumente ya que considera que la inflación va en ascenso y se ha introducido una distorsión en las tasas de interés con costos altos para el Gobierno.  La inflación interanual se situó en 6.58% en el mes de mayo, pero para el Consejo Hondureño de la Empresa Privada (COHEP) y analistas independientes es mayor.

Para funcionarios de la administración anterior, Honduras debe lograr la firma de una Acuerdo Stand By de mayor plazo, lo que puede enviar señales favorables para los inversionistas, ejercer un mayor control sobre el déficit fiscal, nivel de endeudamiento externo y lograr mayor sostenibilidad de las finanzas e inversiones de empresas públicas como la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE), con un déficit acumulado superior a los 76,000 millones de lempiras. Para funcionarios de Gobierno,  la revisión del comportamiento de los indicadores de la economía hondureña por el FMI es una oportunidad para avanzar con dicho acuerdo, ya que se pudo sortear un año difícil impactado por la crisis internacional y los problemas de manejo de las finanzas públicas heredados del Gobierno anterior.

El presidente de la Comisión Nacional de Bancos y Seguros (CNBS), Marcio Sierra, ha dicho que si se logra el Acuerdo con el FMI bien, y si no, Honduras sigue avanzando. Igual, el Gobierno busca diversificar sus fuentes de financiamiento con la Corporación Andina de Fomento (CAF) y los acuerdos y proyectos de cooperación con CHINA. Es mejor para el FMI flexibilizar sus posiciones y lograr el Acuerdo, que quedar fuera. En el caso particular de la política cambiaria, ya hay una decisión tomada por el Gobierno con la institucionalización del mecanismo de subasta de divisas, por lo que debería olvidarse de una política de devaluación acelerada del lempira frente al dólar, entre otras condicionalidades.

Notas:

[1]Ver “El Memorándum Rosenthal”. 23 de abril de 1984, San Pedro Sula, Honduras, CA.

[2]Edmundo Valladares “La Crisis y las Políticas de Estabilización y Ajuste en Honduras “. FLACSO, Septiembre de 1986, pág. 4. 

[3]Ver Memoria del Banco Central de Honduras 1999, pág., 2012, Tegucigalpa, 2013.

[4]Ver Índice de Tipo de Cambio Efectivo Real, Banco Central de Honduras, abril de 2023.

Javier Suazo. Economista hondureño especializado en políticas económicas y relaciones internacionales, con estudios doctorales en ciencias economías.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.