Comandante Hugo Chávez: “debemos desmontar la hegemonía norteamericana para que pueda sobrevivir la vida en el planeta»
El contexto internacional
A raíz de la caída del muro de Berlín en 1989 y la desintegración de la URSS en 1991, los académicos del capitalismo no vacilaron en alzar la bandera de victoria, Francis Fukuyama funcionario del Departamento de Estado del imperio yanki, publicó en 1989 el artículo El fin de la historia, pregonando “…la impertérrita victoria del liberalismo económico y político. El triunfo de Occidente…el punto final de la evolución ideológica de la humanidad y la universalización de la democracia liberal occidental como la forma final de gobierno humano”.
Acto seguido, Charles Krauthammer en 1990 formuló el concepto y la existencia de un “momento unipolar”, en el supuesto que “surgía un sólo poder mundial, el de los Estados Unidos, con el Occidente detrás de él”, configurando un nuevo orden en las relaciones internacionales determinado por el poder hegemónico centrado en los Estados Unidos. Ese mismo año John Williamson publicó, Lo que Washington quiere decir cuando se refiere a las reformas de políticas económicas, artículo que orientaba lo que fue el Consenso de Washington, decálogo de políticas económicas de ajuste y privatización que limitaron los servicios sociales brindados por los estados con funestas consecuencias para los pueblos latinoamericanos.
Las corporaciones internacionales controladas por el imperio, se encargaron de circular el discurso mediático centrado en construir desesperanza y pesimismo respecto a las utopías posibles e imponer la percepción política que asociara el colapso de la URSS con el fin de la historia y de todo proyecto social emancipador, enalteciendo un orden unipolar que, según ellos, había llegado para quedarse.
Ese era el escenario ideológico de la década del 90, caracterizada por el macabro reino del neoliberalismo y la obediencia perruna de gobiernos derechista ante la hegemonía del imperio. Fue una década en que la bandera de lucha por la justicia social y antiimperialista, se vio abandonada vergonzosamente por otrora izquierdistas y revolucionarios de folletín que pasaron de enemigos acérrimos a aliados estratégicos de las oligarquías y del imperio.
Con Chávez manda el pueblo
Transcurría el tiempo y el imperio con sus alas desplegadas mantenía control y dominio ante la acción obediente de gobiernos pusilánimes, cuando, luego de coronar un largo trabajo de organización y crecimiento dentro de las fuerzas armadas y consolidándose en los sectores populares, en las elecciones de diciembre de 1998, como erupción volcánica de la historia, llegó al gobierno de la república de Venezuela el comandante Hugo Chávez, poniendo freno en el continente a la soberbia imperial y al coro de alabanza al neoliberalismo.
Con el comandante Chávez el pueblo de Venezuela tomó el mando del país, el pueblo se miraba reflejado en su figura, en su voz que era la misma del pueblo y que cobraba brillo y dimensión por la capacidad excepcional que tenía para comunicarse. Esta identificación total con el pueblo fue patentizada el 6 de diciembre de 1998, en uno de sus primeros discursos, luego de ganar las elecciones con el 56.2% de los votos, expresó: “… todo mi ser, les pertenece a ustedes, al pueblo de Venezuela… ese poder que ustedes me han dado a mí no me pertenece, ese poder es de ustedes. Ustedes guiarán el gobierno que no será el gobierno de Chávez, porque Chávez es el pueblo. Será el gobierno del pueblo. El gobierno de las mayorías. El gobierno de la dignidad. El gobierno bolivariano…Ustedes son los dueños de ese gobierno. Yo, cumpliré apenas el mandato de ustedes”
La victoria contundente del Comandante Chávez con el respaldo de los excluidos por las políticas neoliberales, rompió con el tradicional sistema partidista controlado por social demócratas Acción Democrática y los social-cristianos Comité de Organización Política Electoral Independiente/COPEI que en su conjunto, nunca habían resuelto los principales problemas de la sociedad y de los sectores marginados del país, mucho menos que se preocuparan por el respeto a la soberanía nacional sobre los recursos naturales y la redistribución de la riqueza.
Para construir la nueva relación de poder social inclusivo y refundar la república, el comandante Chávez tuvo que cambiar el marco constitucional del país, por eso cuando el 2 de febrero asumió la presidencia en su juramento señaló: “…juro delante de la Patria, juro delante de mi pueblo que sobre esta moribunda Constitución (1961) impulsaré las transformaciones democráticas necesarias para que la República nueva tenga una Carta Magna adecuada a los nuevos tiempos”.
El nuevo marco constitucional decretó el nombre del país como República Bolivariana de Venezuela reivindicando el legado del libertador Simón Bolívar, la preservación de la soberanía nacional y el fin supremo de refundar la república para establecer una sociedad democrática, participativa, protagónica, multiétnica y pluricultural, asegurando el marco jurídico de la revolución bolivariana y las bases de un sistema de justicia social en beneficio de los sectores históricamente marginados y excluidos. Para tener una idea del formidable respaldo a favor de la nueva constitución, basta señalar que el referendo consultivo fue aprobado con 71.78 por ciento de los votos emitidos.
Transformaciones sociales
Las políticas impulsadas por el comandante Chávez implementaron a profundidad la redistribución de la riqueza y el aumento del gasto social, logrando obtener extraordinarios resultados en beneficio de los sectores populares promoviendo un modelo de desarrollo social, orientado hacia el respeto a los Derechos Humanos, la construcción de una sociedad libre del colonialismo y la lucha contra la pobreza y la exclusión.
En materia de educación, la revolución bolivariana logró en poco menos de 6 años, lo que gobiernos oligárquicos por siglos habían negado al pueblo; el 28 de octubre del 2005 la Unesco declaró a Venezuela territorio libre de analfabetismo, más de un millón 500 mil personas aprendieron a leer y escribir mediante el programa “Yo sí puedo” ejecutado con asesoría del pueblo de Cuba. Subrayando que desde el triunfo de la Revolución Bolivariana se han creado 42 universidades, lo que coloca a Venezuela como el quinto país en el mundo y el segundo en América Latina con la mayor matrícula universitaria, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
La inversión social en la revolución bolivariana alcanza más de 75 por ciento destinado a satisfacer las necesidades del pueblo, cifra de lejos superior al 25 por ciento invertido en los gobiernos de la IV república.
En materia de salud pública los alcances logrados en beneficio de los sectores populares son extraordinarios, el Sistema Público Nacional de Salud (SPNS), es gratuito y de calidad, señalando que Venezuela destaca como la segunda nación del mundo con mayor capacidad de atención en la salud primaria, superada por la República de Cuba.
El sistema de seguridad social ha alcanzado la protección de 5 millones de pensionados y pensionadas, es decir el 100% de cobertura a la población adulta mayor, garantizando este derecho fundamental en la atención con ingresos justos y la protección integral a través del Sistema Patria. Esta política social, tiene su fundamento en el ideario Bolivariano de la Suprema Felicidad Social, plasmado como carta de navegación en el Plan de la Patria 2019-2025, que apunta a generar igualdad de condiciones de vida para todos y todas.
La revolución bolivariana ha construido y entregado más de 4 millones 500 mil casas y apartamentos, teniendo como meta para el año 2025 llegar a 5 millones de hogares dignos para favorecer a más familias vulnerables.
La derrota del ALCA
Estados Unidos diseñó toda una estrategia, afianzar el neoliberalismo en Latinoamérica, para tal efecto, en diciembre de 1994 auspiciaron en Miami la realización de la primer Cumbre de las Américas, con el fin de establecer un acuerdo para crear un Área de Libre Comercio (ALCA).
Colín Powell, entonces secretario de Estado del gobierno de George Bush, no tuvo reparos al poner en palabras los intereses económicos que perseguía el imperio: “Nuestro objetivo con el ALCA, es garantizar a las empresas norteamericanas el control de un territorio que va del polo Ártico hasta la Antártida, el libre acceso, sin ningún obstáculo o dificultad para nuestros productos, servicios, tecnología y capital en todo el continente”.
El comandante Hugo Chávez Frías asistió en abril de 2001 a la tercer Cumbre de las Américas en Quebec, Canadá, y con su presencia se puso fin al control total estadounidense en estos foros internacionales. En el desarrollo de esta cumbre, el comandante Chávez contrapuso su posición y desacuerdo en dos aspectos; en primer lugar, planteó que la democracia no debía restringirse a su forma representativa e introdujo en el debate el concepto de democracia participativa, señalando: “En verdad una democracia participativa es la mejor manera que el pueblo participe… Creo que es una pregunta buena para una reflexión profunda ahora, cuando estamos empeñados en construir, solidificar y fortalecer la democracia ¿Qué tipo de democracia? ¿Democracia para morirse de hambre?, pierde la esencia de la democracia un sistema que lleve a su gente a la miseria, al hambre y la explotación… creo que tenemos que avanzar hacia una democracia participativa y he allí la primera recomendación de Venezuela a la Cumbre de Quebec… nosotros proponemos formalmente y pedimos…que quede en acta, que cuando hablamos de democracia representativa, agreguemos también, participativa”.
En segundo lugar, el comandante Chávez criticó la urgencia de la propuesta estadounidense en conformar un área de libre comercio sin antes considerar los requisitos y condiciones para la misma. Levantando el principio de autodeterminación, el comandante Chávez no aprobó la fecha propuesta para la puesta en marcha del ALCA, aceptada por los demás países sin reparo.
Fue el inicio de la firme lucha del comandante Chávez contra la hegemonía yanqui y el modelo neoliberal en el escenario de las relaciones internacionales latinoamericanas, donde la sumisión vergonzante era la nota distintiva de los gobiernos de la región. Para entonces en Nicaragua los gobiernos neoliberales hacían gala por mostrar obediencia perruna a la hegemonía del imperio.
La lucha del comandante Chávez estaba en línea con las bases programáticas del Plan de Desarrollo Económico y Social de la República Bolivariana de Venezuela, que establecía como orientación de política internacional “estimular la gestación de un mundo multipolar, diversificando las modalidades de relacionamiento, privilegiando las relaciones con los países latinoamericanos y caribeños”; asimismo “reiterar en foros mundiales y regionales la importancia y significación de la democracia participativa”.
En el año 2005 el escenario estaba previsto para la realización de la IV Cumbre de Las Américas en Mar de Plata, Argentina. Según los acuerdos previos, ahí debía firmarse y poner en vigor el ALCA. Fue entonces cuando el liderazgo del comandante Chávez marcó la posición líder de quienes se opusieron y derrotaron tal iniciativa imperial que buscaba consolidar el poder económico de las grandes transnacionales y de las élites que han dominado estos países durante mucho tiempo.
En su discurso del 4 de noviembre de 2005, Chávez expresó; “No solo debemos ser enterradores del ALCA, sino enterradores y en mucha mayor dimensión, complejidad y profundidad, del modelo capitalista neoliberal que desde Washington arremete contra nuestros pueblos desde hace tanto tiempo. La batalla del ALCA sin duda que la hemos ganado, pero ¡cuidado! Eso es sólo una batalla de tantas batallas pendientes que nos quedan para toda la vida”.
El fin del ALCA marcó una contundente derrota política y diplomática para el imperio yanqui. El comandante Chávez estableció una nueva relación en el equilibro geopolítico latinoamericano manera nunca antes vista, levantó la bandera de lucha por un mundo socialmente justo e inclusivo, dio voz y movimiento a los países del Sur reposicionándolos frente a la tesis unipolar desde una plataforma de integración y unidad latinoamericana con profundas raíces en el espíritu del libertador Simón Bolívar, del que Martí y Sandino fueron continuadores.
En el 69 aniversario del natalicio del comandante Hugo Chávez, sus palabras del 21 de junio del 2006 mantienen vigencia;
“Debemos desmontar la hegemonía norteamericana para que pueda sobrevivir la vida en el planeta, la especie humana y más allá, los proyectos de liberación”
Discurso en el campo de rugby, Universidad de Córdoba, Argentina, 21 de junio del 2006
Edgar Palazio es Profesor Titular Investigador y Extensionista, UNAN Managua
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