El proceso electoral del pasado 5 de noviembre nos ofrece un cuadro de la realidad política de Puerto Rico que debemos analizar detenidamente. Si bien por su carácter colonial el alcance de esas elecciones es limitado, el resultado nos puede servir como guía del momento histórico que vivimos.
Lo más importante de las elecciones –porque va más allá de consideraciones electorales y tiene que ver con el destino del País– fue el resultado del mal llamado plebiscito que impuso el PNP. A los anexionistas le salió el tiro por la culata. Creían que iban a avasallar. Terminaron siendo minoría. La estadidad fue favorecida por 528,379 electores (48.23%). Pero la suma de los votos por la independencia, la libre asociación –que en la propaganda electoral el Partido Nuevo Progresista (PNP) decía que era equivalente a la independencia— y los votos de protesta, da a 567,120 (51.77%).
La anexión sigue siendo una opción minoritaria, según la propia consulta urdida por el PNP.
Pero lo que ha sacado de paso tanto a anexionistas como a estadolibristas es que en esa consulta la independencia obtuvo ¡el 30 por ciento de los votos (286,923)! Ya no somos dos o tres. Ahora somos una multitud.
Asimismo debemos anotar que más de cuatro de cada diez electores inscritos no votó (42%). Es una cifra superior a medio millón de electores. La abstención fue el “partido” ganador. Refleja rechazo, indiferencia y desconfianza de un número importante de personas que el cinco de noviembre prefirieron quedarse en sus casas.
Si bien el Partido Popular Democrático (PPD) mantuvo el control de más de cuarenta alcaldías y de la comisaría residente, no es menos cierto que el precario 21.02 por ciento de los votos alcanzado por Jesús Manuel Ortiz es una muestra elocuente del acelerado proceso de decadencia de ese partido, fiel defensor del Estado Libre Asociado (ELA), que a su vez está en quiebra. Por primera vez en su historia el PPD ha llegado tercero en unas elecciones generales.
Mientras tanto el candidato de la Alianza, Juan Dalmau, llegó segundo con un contundente 32.78 por ciento de los sufragios (364,145). Representa un gran salto adelante en la lucha por la descolonización.
Hasta en la farsa de la votación por los candidatos de las elecciones de Estados Unidos metió la pata el PNP. Mientras allá barría Trump, aquí los electores le daban más del 70 por ciento del apoyo a Kamala Harris. A ver que explicaciones dará la muy republicana Jennifer González cuando se tope con su jefe político, que será presidente a partir de enero próximo.
Ganó el PNP y Jennifer González será la próxima administradora colonial. Los anexionistas controlarán Cámara y Senado, y desde allí intentarán despacharse con la cuchara grande. Pero llegan golpeados y disminuidos.
Los anexionistas prevalecieron gracias al miedo, al anticomunismo y a las mentiras y medias verdades. Nunca se atrevieron a generar un debate limpio y serio. Se agarraron de prejuicios ancestrales y agitaron fantasmas de todo tipo.
Sin embargo, aun el peor de los miedos y prejuicios se ha ido haciendo pedazos ante el discurso honesto y transparente de la Alianza. Ello explica la gran manifestación de fuerza de quienes estamos por un cambio profundo de nuestra sociedad. No ganamos pero ganamos. Llegamos segundos pero les hemos jamaqueado el palo.
Van a ser años difíciles en lo adelante. A la tropa de arrogantes y extremistas que se acomodarán en la administración colonial, ya los conocemos. No debemos esperar nada bueno de ellos y ellas.
De nuestra parte, lucha y más lucha contra el colonialismo y la anexión; por la descolonización y la independencia; contra el miedo y la mentira, por la transparencia y la verdad.
Julio A. Muriente Pérez es Copresidente del MINH
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