Hoy nuestra soberanía hoy nuestra soberanía está en riesgo. El gobierno panameño firmó un Memorando de entendimiento entre el Ministerio de Seguridad Pública de la República de Panamá y el Departamento de Defensa de los Estados Unidos de América, relativo a las actividades cooperativas en materia de seguridad en Panamá.
Esto luego de que el presidente de los Estados Unidos Donald Trump haya planteado “recuperar” el Canal de Panamá para lo cual no descarta la “acción militar”. Esto es parte del irredentismo imperial de Trump, de querer anexarse un territorio, así como quiere hacer con Groenlandia y Canadá.
Realmente el Memorando es una ignominia. 22 artículos y dos anexos, el A que trata de las Ubicaciones autorizadas e instalaciones y zonas designadas, el B que establece definiciones, por ejemplo, el personal que estará en dichas instalaciones, Es una vergüenza que nuestras autoridades hayan firmado ese documento. Son los 22 artículos de la vergüenza que laceran nuestra soberanía. Además, es un irrespeto a nuestra memoria histórica: a los mártires de enero de 1964 y los caídos en la invasión de Estados Unidos a Panamá en diciembre de 1989. Así como Estados Unidos tiene sus intereses, nosotros estamos obligados a tener los nuestros con respecto a la defensa de nuestra soberanía.
Estructuralmente el imperialismo estadounidense siempre ha actuado con una arrogancia que lo caracteriza. Desde 1856 con el conocido incidente de la tajada de la sandía, la arrogancia imperial está a flor de piel. Así vemos como un estadounidense desembarcó en Panamá, tomó una tajada de sandía que no quiso pagar a un humilde vendedor dando como resultado un tiroteo. Esa arrogancia de ayer, no la permitimos, como tampoco la vamos a permitir ahora. Panamá es un país digno y se tiene que respetar. Lo demuestra su histórica lucha generacional por la recuperación de la zona del canal.
Si el gobierno en lugar de defender los más caros intereses de la patria se coloca de lado de los imperialistas, estará cavando su propia tumba. Como bien lo explicó ya André Gunder Frank y Ricaurte Soler, estamos ante “lumpenburguesías”, su proyecto de nación se circunscribe estrictamente en defender sus propios intereses de clase. Hoy necesitamos enarbolar la bandera panameña bajo las consignas de los jóvenes revolucionarios de enero de 1964: “un solo territorio, una sola bandera”. Por más que quieran tergiversar la realidad y nuestra historia, la verdad triunfará porque es revolucionaria.
Se dice constantemente que no hay y no habrá bases militares en Panamá. Si revisamos el Diccionario panhispánico del español jurídico y buscamos qué significa base militar, es muy simple: es el territorio que un Estado pone a disposición de otro con fines militares y, añade a través de un tratado. El anexo A del Memorando es bien claro y establece cuáles son esas instalaciones y ya sabemos para qué fines son: de “entrenamiento regular militar”. El pueblo panameño no quiere ni bases militares, ni presencia militar estadounidense en territorio nacional. Por lo tanto, no es legítima, ni legal, dicha presencia y genera indignación en amplios sectores de la sociedad.
La lucha por la defensa de la soberanía va en varias direcciones, ya se adelanta a través de la vía legal con las demandas de inconstitucionalidad, fundamentalmente porque violan el artículo V del Tratado de neutralidad, y que dichas colaboraciones que implican presencia militar cerca del Canal de Panamá requieren realizarse a través de un Tratado, lo cual implicaría someterlo a referéndum. Una de las demandas propone la realización de inspecciones a las áreas geográficas en cuestión, ya que, en el contenido del Memorando, se establece pedir permiso para poder acceder a algunas de esas instalaciones gestionadas por militares estadounidenses. Eso es el colmo, estamos ante un triste retroceso histórico.
El mismo Memorando establece que puede darse por terminado si alguna de las partes así lo considerase, con seis meses de antelación. Este es un intento de recuperar el canal, para lo cual requerimos estar atentos a las operaciones bilaterales que realizarán ambos gobiernos. Porque muchas veces se utilizan estas argucias para lograr sus objetivos. Para encarar el voraz apetito imperial, requerimos transitar hacia un proyecto nacional, popular y revolucionario. Es tiempo de la acción política para encarar esta ignominia imperial.
Abdiel Rodríguez Reyes. Profesor universitario e investigador.
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