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Belice: No hay que ser grande para ser digno

Fuentes: Rebelión

Pensar en Belice, el segundo país más pequeño de Centroamérica, aún hoy resulta extraño. A la mayoría de los países vecinos les cuesta incluso incluirlo en el grupo. Puede ser porque es el único que, en vez de español, tiene como idioma oficial el inglés. Más lejos, pero en el mismo continente americano, muy probablemente muchos no sabrán ni siquiera dónde está.

Con apenas 23 mil km2 que chocan con la mexicana península de Yucatán por el norte y con Guatemala por el oeste y el sur, la mayoría de sus 400 mil habitantes sin embargo -descendientes de africanos, garífunas y mayas-, habita los 346 km de costa Caribe que los baña por el Este. Vigilando quizás, uno de sus más preciados tesoros: La mayor barra de coral de América, y la segunda más grande en el mundo.

Los arrecifes de coral, aunque apenas representan el 1% de la superficie de los océanos, concentran cerca del 25% de toda la biodiversidad estudiada en éstos. El Sistema de Reservas de la Barrera de Coral de Belice (SRBCB) convierte a este pequeño país en un gigante de la biodiversidad, teniendo frente a sus costas lo que podríamos considerar un “Amazonas” acuático, sirviendo no solo de protección sino, de provisión y sustento para la humanidad.

La nación más joven de América alcanzó de manera pacífica su independencia del Reino Unido en 1981. La antes llamada Honduras Británica fue, desde el Genocidio Europeo -que algunos llaman La Colonia-, asiento de piratas y mercenarios al servicio de la Corona Inglesa, tanto para saquear recursos -principalmente madera-, como para tener una cuña contra el Imperio Español. Así fue durante la Independencia y la Federación Centroamericana en el siglo XIX. Fue la inexorable decadencia británica, la que permitió a los beliceños avanzar hacia mayor autonomía, hasta lograr -hace 44 años- la independencia plena. ¿Plena?

A sabiendas de su descomposición irreversible, la monarquía desde Londres ideó en los años 30 del siglo pasado una nueva herramienta de control, pensada especialmente para los países que se iban liberando de su yugo. La Mancomunidad de Naciones -en inglés Commonwealth– hoy agrupa “libremente” a la mayoría de las ex-colonias británicas, 9 de las cuales están en nuestro continente y tienen al decrépito Rey Carlos Tercero como su jefe de Estado.

Por si no fuera suficiente, esta herencia colonial arrastró también conflictos territoriales con sus vecinos, obstaculizando aún más la integración del istmo. Hoy en la Corte de La Haya -por decisión soberana en referéndum de ambos países-, Guatemala reclama más de la mitad del territorio beliceño por un dilema que data de 1858.

Un país joven, pacífico, pequeño, dependiente y bajo la soberanía del Rey de Inglaterra. Este país, tuvo la valentía que 30 países de América no tuvieron y, luego de enviar cartas y solicitudes para detener las masacres, rompió a un mes de iniciado el genocidio en Gaza, relaciones con la Entidad Sionista. Además, se sumó a la demanda de Sudáfrica en la Corte Internacional. Con sencillez, demostró que no hay que ser grande, para ser digno.

Programa:

Fernando Bermúdez Kuminev – Roberto Bermúdez Pellegrin Corresponsales del multimedio Muros y Resistencia

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.