“El Hemisferio Occidental es la vecindad de Estados Unidos y nosotros lo defenderemos”, declara Pete Hegseth al anunciar la operación Lanza del Sur, poco después de que Estados Unidos colocara en el Caribe el enorme portaaviones Gerard Ford. “The Western Hemisphere is America’s neighborhood – and we will protect it”, es la frase textual cuyo contenido en el idioma inglés tiene una carga mayor de agresividad y prepotencia, dado que el portaaviones es yanqui, el nombre América se aplica a Estados y el término `vecindad` deja ver también la subordinación.
El secretario de Guerra de Estados Unidos emite el anuncio con el descaro que le permite el orden internacional vigente, incapaz de sancionar las violaciones que comete el poder hegemónico. La Organización de las Naciones Unidas, ONU, no ha sancionado a Estados Unidos por la agresión a Venezuela y menos por la falta de respeto a la soberanía de Colombia, México y otros países. La agresión a Cuba es vieja en el expediente de tropelías de las grandes potencias.
Las palabras de Hegseth conducen a recordar el contenido de un artículo que, con el título «Anexión», publicó la revista Democratic Review, de Nueva York, en su número de julio-agosto 1845, firmado por el periodista John L. O’Sullivan.
Afirmaba O’Sullivan, vocero de los estrategas de su tiempo: “El cumplimiento de nuestro destino manifiesto es extendernos por todo el continente que nos ha sido asignado por la Providencia, para el desarrollo del gran experimento de libertad y autogobierno. Es un derecho como el que tiene un árbol de obtener el aire y la tierra necesarios para el desarrollo pleno de sus capacidades y el crecimiento que tiene como destino”.
Cuando analistas y pseudoanalistas de los medios corporativos califican como desfase la lucha contra el imperialismo y la denuncia de sus tropelías, hay que preguntarles si es novedosa la sumisión a los proyectos de saqueo y sometimiento.
MARCO RUBIO, PEÓN DE UN PODER DECADENTE
El secretario de Estado de Estados Unidos se pronunció en tono despectivo sobre los gobiernos europeos que han cuestionado la legalidad del despliegue militar de su país en el Caribe y en el Pacífico.
“No creo que la Unión Europea pueda determinar qué es el derecho internacional… y ciertamente no puede determinar cómo Estados Unidos defiende su seguridad nacional”, dijo Marco Rubio.
En rechazo a la postura de gobiernos europeos, entre los cuales se incluye el de Francia, Marco Rubio dijo que las drogas son transportadas también hacia Europa y que ese continente debe agradecer a Estados Unidos las acciones que realiza.
Se impone retomar la cita de Samir Amín en el en el epílogo al libro “Guerra global, Resistencia mundial y Alternativas (2003) de Wim Dierckxsens y Carlos Tablada:
“La iniciativa de extender la doctrina Monroe a todo el planeta, en toda su demencial e incluso criminal desmesura, no nació de la cabeza del presidente Bush hijo, para ser puesta en práctica por una junta de extrema derecha que logró el poder por una suerte de golpe de Estado como consecuencia de elecciones dudosas. Este es el proyecto que la clase dirigente de Estados Unidos concibe después de 1945 y del cual nunca se ha separado, a pesar de que, con toda evidencia, su puesta en marcha ha conocido algunas vicisitudes”.
Hoy no es George W. Bush el ocupante de la Casa Blanca (lo era en el año 2003, cuando Samir Amín escribió el texto citado), pero es Donald Trump, cuyo nombre figura en las declaraciones de Rubio y de Hegseth y, por supuesto, en los actos de gobierno que ordenan las acciones concretas de agresión. ¡Y la humillada Europa y el resto del mundo deben agradecer a Estados Unidos las ofensas y las ejecuciones extrajudiciales que realiza en zonas que pertenecen a otros Estados! ¿No es el colmo del retorcimiento?
¿Cuándo dejó de ser delito el hecho de que un Estado ponga precio a la cabeza del presidente de otro Estado? ¿No es delito la actuación de Estados Unidos contra Nicolás Maduro y contra Gustavo Petro? ¿Con qué derecho Trump se pronuncia por la necesidad de anexar a Estados Unidos territorios como México, Canadá, Groenlandia y otros que forman una lista difícil de completar?
¿Con qué derecho se exige al mundo aplaudir la agresión contra Cuba, Nicaragua, Venezuela, Colombia, México y todos los países que Estados Unidos califica de hostiles a su proyecto? ¿Cuál código moral consigna la obligación de aplaudir la insultante presencia de los portaaviones yanquis en el Caribe y en el Pacífico?
Según Marco Rubio, Estados Unidos actúa en defensa propia. ¿De qué otra manera podría expresarse un enemigo de los pueblos?
En defensa de esta América, por el rescate de su propio nombre, se impone derrotar al poder decadente del cual es vocero y peón Marco Rubio. Por este continente y para preservar la existencia de la humanidad misma, es irrenunciable la lucha contra el saqueo y la dominación.
Urge repetir, con muchas voces unidas, una expresión de dos palabras que, en cualquier idioma, resume la rebeldía, la desobediencia, la insubordinación, la firmeza y la dignidad: No, Sir.
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