Con cierta lentitud, América Latina se prepara para revisar los productos importados desde Japón con el fin de comprobar que no estén contaminados con la radiación emanada del complejo nuclear de Fukushima, severamente dañado por el terremoto y posterior tsunami del 11 de marzo. A partir de este fin de semana, autoridades de México y […]
Con cierta lentitud, América Latina se prepara para revisar los productos importados desde Japón con el fin de comprobar que no estén contaminados con la radiación emanada del complejo nuclear de Fukushima, severamente dañado por el terremoto y posterior tsunami del 11 de marzo.
A partir de este fin de semana, autoridades de México y Brasil pondrán en práctica exámenes radiológicos sobre alimentos y materiales sanitarios provenientes del país asiático.
«Japón no es un fuerte exportador de alimentos. Pero tiene que haber vigilancia, porque hay un problema de exposición a la radiación», dijo a IPS Alejandro Calvillo, presidente de la organización no gubernamental mexicana El Poder del Consumidor.
Por disposición de las comisiones Nacional de Seguridad Nuclear y Salvaguardas (CNSNS) y Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), el Servicio de Administración Tributaria medirá la radiactividad de alimentos e insumos para la salud de origen japonés en las aduanas de los puertos de Manzanillo y de Veracruz y en el aeropuerto internacional de la Ciudad de México.
Este domingo arribará un cargamento de alimentos procesados japoneses a Manzanillo, en el sudoccidental estado de Colima, la principal puerta de ingreso de los productos del archipiélago asiático.
En Brasil, la Agencia de Vigilancia Sanitaria, adscrita al Ministerio de Salud, y el Ministerio de Agricultura acordaron hacer un seguimiento a partir de este lunes 4 del ingreso de harinas, masas para panes y galletas, así como pescado, algas, pastas y sake, el tradicional licor de arroz.
Una resolución publicada el viernes en el Diario Oficial de la Unión, de Brasil, establece que todo producto o insumo alimenticio debe contener un certificado extendido por las autoridades japonesas de que éstos no contienen niveles de radiación superiores a los estándares internacionales contenidos en el Códex Alimentarius.
En 2010, las exportaciones mexicanas a la nación asiática alcanzaron los 4.000 millones de dólares, pero las importaciones ascendieron a 15.000 millones, entre las cuales las de rango alimenticio no superan dos por ciento, según estadísticas de la gubernamental ProMéxico, dedicada a promover el comercio y la inversión en este país latinoamericano.
Los registros de Cofepris indican que 25 empresas compran del exterior insumos para la salud y otras cinco importan alimentos de Japón. Pero México no adquiere leche, vegetales o frutas frescas, bloqueadas por el país asiático debido a su exposición a la radiación de Fukushima, la prefectura en crisis nuclear ubicada 240 kilómetros al norte de Tokio.
Desde abril de 2005 tiene vigencia el Acuerdo de Asociación Económica entre ambas naciones, para facilitar las inversiones mutuas y promover el intercambio mercantil.
Por su parte, Brasil importó en 2010 productos japoneses a un valor equivalente a unos 7.000 millones de dólares, principalmente conformados por bienes industriales y partes de automóviles, según cifras del gobierno. Pero las compras alimentarias no rebasaron los 100 millones, dirigidas prácticamente a los 1,5 millones de inmigrantes asiáticos y sus descendientes.
Las autoridades brasileñas también inspeccionarán los vuelos desde Japón, para evitar que pasajeros traigan alimentos. La medida intenta tranquilizar a la población, con el argumento de que se importa una cantidad muy pequeña de alimentos del país asiático. La última adquisición de productos de ese rubro se hizo en febrero, antes del desastre.
Además, no hay vuelos directos desde Japón a Brasil, por lo cual los pasajeros son monitoreados en sus escalas antes de llegar a territorio brasileño.
El sindicato de inspectores sanitarios del Ministerio de Agricultura reclamó medidas de seguridad contra la posible contaminación al examinar contenedores procedentes de suelo japonés.
A su vez, Japón ya suspendió la salida de leche y vegetales, pero teme que ser víctima de medidas comerciales injustificadas, por lo cual ha enviado información a la Organización Mundial del Comercio.
México tiene un antecedente tenebroso en cuanto a la compra de alimentos contaminados con radiación.
En 1988, la extinta estatal Compañí¬a Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo) distribuyó 2.436 toneladas de leche en polvo contaminada con Cesio-137, un material tóxico para la salud humana, expuesta a las emanaciones de la planta nuclear de Chernobyl, accidentada en abril de 1986 en el territorio de la entonces República Soviética de Ucrania.
La empresa sólo detuvo 1.497 toneladas, sin que se sepa el rastro del polvo restante, adquirido a la Irish Dairy Borrad, en lo que constituyó un escándalo que quedó plasmado en el libro de 1997 «Caso Conasupo: la leche radioactiva», del periodista Guillermo Zamora.
«México es vulnerable a que esos casos se repitan. Por eso, la vigilancia es esencial», enfatizó Calvillo, quien en ese entonces dirigía la organización ambientalista Greenpeace México y que se sumó a las denuncias de la compra anómala.
Mientras, la CNSNS, dependiente de la Secretaría (ministerio) de Energía, no ha encontrado niveles altos de radiación que llegaron a la costa pacífica mexicana desde Fukushima, transportada por las corrientes marinas y que primero tocaron las playas del oeste de Estados Unidos.
Esa oficina de vigilancia monitoreó el 17 y 18 de marzo los niveles radiactivos en la localidad de Ensenada, en el noroccidental estado de Baja California, y detectó que éstos se ubicaron uno por ciento por encima de la línea natural.
La Comisión practicó un ejercicio similar el 21 de marzo en la ciudad de La Paz, en el vecino territorio de Baja California Sur, e identificó radiaciones dos por ciento superiores al nivel normal.
La Secretaría (ministerio) de Gobernación dijo al respecto que esas magnitudes «no representan riesgo alguno para la población en el territorio nacional» y que proseguirían con los monitoreos. En las fronteras mexicanas operan unos 200 detectores de radiación.
Fuente: http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=97887
Artículo con aportes de Mario Osava (Río de Janeiro)