Para Mercedes, en el primero de Mayo Cualquier intento de entender la democracia sin tener en cuenta su relación con el capitalismo es dudoso. A pesar de que habitualmente se equipare el capitalismo -o el eufemismo de los mercados libres- con la democracia, una y otra cosa siguen siendo proyectos distintos, con tensiones muy […]
Cualquier intento de entender la democracia sin tener en cuenta su relación con el capitalismo es dudoso. A pesar de que habitualmente se equipare el capitalismo -o el eufemismo de los mercados libres- con la democracia, una y otra cosa siguen siendo proyectos distintos, con tensiones muy fuertes entre sí que pueden desencadenar un conflicto directo. Robert W. McChesney (2013)
1. Muelles de Liverpool, primavera de 2015, hora del almuerzo. «Clive apura los últimos bocados a su sándwich de pollo casero. En realidad no tiene prisa. Hoy su pausa para comer es extremadamente larga, ¡cuatro horas!» [1]. No se le necesita durante ese tiempo: luego, salvo cambios de última hora, tendrá otro par de horas de trabajo.
No le compensa volver a casa. Se dispone a matar el rato como puede. Como puede. Prueba suerte en las carreras. El juego y su nefasta irrupción en las tradiciones y cultura obrera.
2. Muchos de sus días son así de imprevisibles, desde hace un año aproximadamente. Clive tiene 46 años, «cabello ralo y ojos pequeños y vivarachos. Trabaja en una compañía de reparto con un ‘contrato de cero horas'». Una nueva-vieja modalidad en la que el empresario, «el empleador» en la insultante y antiobrera jerga actual, «no garantiza al trabajador un mínimo de horas de carga al mes». Por tanto: no sólo good bye Lenin, también good bye «salario mínimo».
3. La fórmula, que no es nueva, se ha extendido desde «que empezó a sentirse la crisis financiera, en 2008». Hace cuatro años, los trabajadores del Reino Unido que afirmaban tener como fuente única de ingresos un contrato de cero horas no llegaban al 1%. Actualmente son el 2,3% del total de las clase obrera del país, unos 700 mil en total según la ONS, la Oficina Nacional de Estadísticas británica.¿Cuántos en total realmente?
3.1. Mujeres, menores de 25 años y mayores de 65 son los perfiles mayoritarios. Trabajadores con contratos precarios que trabajan, de media, 25 horas a la semana. Cobran unas 7 libras por hora (el salario mínimo es de 6,50, unos 8,7 euros). En total, 175 libras por semana, unas 770 por mes (si hay suerte por supuesto).
4. Tanto el primer ministro británico, David Cameron, como el «laborista» Ed Miliband, han reconocido que no podrían sobrevivir con un contrato de este tipo. ¡Qué cara, doña Araña! Se han comprometido a buscar una solución para «esta fórmula de precariedad salvaje». La solución, su solución: no se trata de prohibir sino de limitar este tipo de contratos. Arcadas, vómitos, servilismo.
4.1. Esos contratos han contribuido a reducir, es decir, a maquillar ( Unite the Union ) las cifras del paro en Reino Unido. En torno al 5,6%. Vale, será eso. ¿No habrá que hablar alguna vez del empleo que se está generando en esta nefasta hora del capitalismo tardío y criminal?
4.2. Habla Neil Lee, profesor de Economía en la London School of Economics , la de Popper y sus seguidores falsadores y elegantes de la «sociedad abierta»: «Este tipo de contratos otorgan todo el control al empleador y dejan al empleado en una situación tremendamente inestable y más vulnerable a los abusos». ¡Ha costado mucho llegar a esa conclusión! Un doctorado extra por favor…
5. Los trabajadores de ‘cero horas’ deben estar disponibles las 24 horas. Todos los días de la semana. Todas las semanas del mes, todos los meses del año. En la mayoría de los casos, «tienen una cláusula que les impide tener otro empleo». Muchos no saben «qué horario tendrán ni, por tanto, cuánto van a ganar».
5.1. De nuevo Neil Lee al habla: «son la punta del iceberg. La recuperación económica es mucho más frágil de lo que el Gobierno retrata. Cierto que el desempleo baja, pero a costa de reducir la calidad del empleo y de sueldos muy bajos».
6. Liverpool (unos 500.000 habitantes) es una de las ciudades que más contratos de cero horas registra: más de la mitad de los que se ofrecen. Sobre todo en la restauración, el ocio y los cuidados.
7. Pero la fórmula se aplica en todo el país de países y en todo tipo de empresas. McDonalds, la empresa de paquetería DHL, la cadena de perfumería y parafarmacia Boots y los grandes almacenes Sports Directs emplean y han empleado a un buen número de trabajadores con estos contratos flexibles.
7.1. El zafio gigante estadounidense de comida rápida-basura reconoce que emplea con el sistema de cero horas al x de sus trabajadores en Reino Unido… ¿Y cuánto es x? El 90%, unos 83.000 trabajadores, de cada 10, 9 sí, 1 no.
7.1.1. Comentario de sus responsables: se debe a que sus asalariados «buscan flexibilidad». En su web: «Muchos de nuestros empleados son padres o estudiantes que buscan empleos remunerados flexibles para encajar con el cuidado de los niños o las clases». ¡Como el cemento! ¡El cinismo es la filosofía real del capitalismo realmente existente!
7. 2. Uno de esos casos es el de Ciaran Foley, 28 años. Trabajó una temporada en McDonalds, ahora es barman en un pub del centro de Liverpool. Restregándose los ojos enrojecidos, afirma que lo peor es que las jornadas son eternas. «A veces entro a las dos de la tarde y no salgo hasta las seis de la mañana».
7.3. Sarah trabaja en la fábrica de galletas Jacob’s, una de las principales industrias de Liverpool y todo un emblema del país. Tiene 52 años. Vive pendiente del móvil. Su empresario, una agencia de reclutamiento, le avisa un día antes por SMS sobre la jornada. Como el resto de los 200 trabajadores, la mayoría trabajadoras, que la agencia pone a disposición de la fábrica de galletas, «cobra unas 2 libras menos la hora que los trabajadores contratados directamente por Jacob’s». Los negocios son los negocios.
7.3.1. A este ardid, «se suma la ironía, remarca Barry Kushner, concejal laborista de empleo de Liverpool , de que el programa público para desempleados subsidiados recurre a estas empresas para colocar a quienes están en paro». Papel real de la administración: «no hace sino alimentar este sistema perverso». BK propone excluir de todo contrato público a las empresas «que, aunque recurran al sistema de ‘cero horas’, no garanticen un mínimo de horas semanales a los empleados».
8. Con una cucharilla de plástico, Sarah remueve su café. «Con hoy, llevan ya tres días sin dar señales. Ni un mensaje, ni una llamada; nada Con estos contratos ni siquiera tienen que despedirte. Con no llamarte para trabajar basta». Si no hay trabajo, no hay salario; tampoco acceso a la prestación por desempleo ni otros subsidios. «Y tampoco puedo dejarlo y buscar otro trabajo. Si lo hago saldría del sistema de desempleo durante seis meses. Así nos tratan».
8.1. ¿Cómo les tratan? Con sus propias palabras: «Es como una esclavitud en pleno siglo XXI».
9. Festividad del Primero de Mayo, Weimar, Alemania, ataque de un grupo de jóvenes neonazis. Han irrumpido con violencia en una concentración de la Confederación de Sindicatos Alemanes (DGB) que celebraba el día de los trabajadores.
9.1. Los neonazis han llegado a la plaza central de la ciudad cuando Carsten Schneider, diputado del SPD «se disponía a hacer uso de la palabra. Al coger el micrófono, los neonazis, vestidos de negro, se han lanzado sobre la tribuna y se lo han arrebatado al grito de «SPD, DGB, trabajadores, todos son traidores».
9.1.1.. ¡Todos traidores! ¿A quién? A Alemania., a Deutschland por supuesto.
9.1.2. Cuatro heridos y 29 detenidos.
9.2. En su cuenta de Twitter, Schneider ha escrito: «Cuarenta jóvenes nacionalistas han atacado la manifestación del DGB en Weimar durante mi discurso. Me agredieron e hirieron a una colega mayor. Nunca antes había vivido algo parecido. Estaban muy bien organizados». Ha añadido: un asalto «de nazis al estilo de las SA».
10. N o ha sido el único. En varias ciudades del país, los neonazis han salido a las calles para gritar consignas contra los sindicatos y los partidos políticos representados en el Bundestag. En Berlín, por ejemplo, un pequeño grupo de neonazis se ha reunido en el barrio de Marzahn, no Maidán.
11. Por cierto, ¿no era Sam Cooke quien cantaba «Wonderful World»? Recuerden la música: Don’t know much about history/ Don’t know much biology/ Don’t know much about a science book/ Don’t know much about the French I took/ But I do know that I love you/ And I know that if you love me, too / What a wonderful world this would be…
Vale, vale. Será eso. Ya estamos bien. ¡La vida obrera es maravillosa!
Notas:
[1] Entre otras fuentes: http://internacional.elpais.com/internacional/2015/05/01/actualidad/1430487107_484330.html y http://internacional.elpais.com/internacional/2015/05/01/actualidad/1430504838_853098.html
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