1. Hasta casi finales del siglo XX la historiografía de base eurocéntrica había logrado mantener la tesis del «descubrimiento» de América por parte de Cristóbal Colón. Ello a pesar de que existen no pocos indicios de que mucho antes que Colón tuvieron presencia en América representantes de diferentes culturas europeas (vikingos, galeses, irlandeses y templarios) […]
1. Hasta casi finales del siglo XX la historiografía de base eurocéntrica había logrado mantener la tesis del «descubrimiento» de América por parte de Cristóbal Colón. Ello a pesar de que existen no pocos indicios de que mucho antes que Colón tuvieron presencia en América representantes de diferentes culturas europeas (vikingos, galeses, irlandeses y templarios) y no europeas (árabes, chinos, japoneses, polinesios y fenicios) (1), existiendo además evidencias de que hubo un importante contacto árabe con la cultura azteca de Méjico.
El que navegantes árabes pudieron haber llegado a América antes que Colón es algo más que probable, ya que es un hecho admitido que los conocimientos matemáticos, astronómicos y geográficos de los árabes, transmitidos a Europa, contribuyeron de manera significativa al progreso de la navegación en los siglos XV y XVI, facilitando las expediciones oceánicas y los descubrimientos de nuevas tierras. Recordemos que la idea de la esfericidad de la tierra defendida por los árabes durante toda la Edad Media y puesta en duda por la intelectualidad europea de la época, va aparejada con la de un mar único que haría posible que navegando hacia el oeste se pudiera alcanzar la India, que era al parecer la hipótesis central de Colón al momento de solicitar el patrocinio de los «Reyes Católicos» de España para lanzarse a tamaña aventura. ¡Profundizar en la búsqueda de nuestras raíces históricas, desvirtuando las argumentaciones falaces de quienes nos han tenido sometidos durante tanto tiempo debe ser siempre tarea de primer orden de nuestra Revolución!
2. Connotados investigadores históricos han llegado a estimar hasta en 56 millones, la cantidad de personas que habitaban nuestro continente antes de la llegada de Colón. Una buena parte de esta población indígena originaria que según un señalamiento de Arturo Uslar Pietri, uno de los más conspicuos representantes de la «derecha» ideológica de nuestro país, ya fallecido, en su ensayo «Fachas, Fechas y Fichas» (1982), estaba conformada por «unos hombres que viven en la naturaleza casi desnudos, bondadosos, inocentes, fraternales, que no conocen ni la espada ni la pólvora, y que todo lo disfrutan en igualdad y comunidad», fue exterminada por los conquistadores europeos (españoles, portugueses e ingleses en su gran mayoría, pero también franceses y holandeses) con la excusa de que «no tenían alma», primero y de que «había que salvarles el alma», más tarde, pero siempre para arrasar sus tierras, saquear sus riquezas y aniquilar sus culturas.
Bartolomé de Las Casas, un conquistador español que fue encomendero y se hizo sacerdote de este lado del Atlántico estimó que en 1542, a cincuenta años del «descubrimiento», habían sido muertos, principalmente a causa de la conquista militar, los malos tratos y la esclavización alrededor de 21.500.000 de personas (2) en los territorios conquistados por España, ello sin incluir las regiones de Yucatán, Cartagena de Indias, Florida, Río de la Plata, Nueva Granada y Santa María. Esta cifra aportada por de Las Casas es bastante congruente con una estimación muchísimo más reciente del parlamentario belga André Flahaut quién siendo Ministro de la Defensa, sostuvo en un informe presentado a su gobierno en el año 2.004, titulado «Genocidios», que en la América se cometió el mayor genocidio de la historia mundial, ya que desde que Colón puso pie en este continente fueron asesinados unos 15 millones de indígenas en la América del Norte, a los cuales habría que sumar otros 14 millones que fueron masacrados en la América del Sur. Añadiendo que aunque la cantidad de víctimas no se puede saber con certeza, sí existen pruebas irrefutables de una deliberada campaña de exterminio, despojo y aculturación de los pueblos nativos, que se contraponen a las distintas teorías «negacionistas».
3. Los negadores del genocidio indoamericano, se empeñan en sostener que lo que aquí hubo después del «descubrimiento», fue un «colapso demográfico», causado más por las enfermedades contagiosas portadas por los conquistadores europeos, principalmente la viruela, que por las guerras y otras causas derivadas de la violencia de la conquista. Un «negacionista» insigne fue el Papa Joseph Ratzinger (Benedicto XVI), quien a pesar de las disculpas ofrecidas por su antecesor Juan Pablo II, a causa del comportamiento de la iglesia católica a todo lo largo de la conquista y la colonización americana, durante su visita pastoral al Brasil en mayo del 2.007, sólo alcanzó a admitir que la colonización del continente americano a partir del siglo XV y su evangelización por parte de la iglesia católica que él encabezaba, vino acompañada de «sufrimiento» e «injusticias» para los indígenas, pero que la Iglesia había «purificado» a los indios y que volver a sus religiones originales sería un retroceso (3). Es a causa de estas declaraciones que el Comandante Chávez, Líder Eterno de nuestra Revolución Bolivariana le solicitase pedir disculpas, en los siguientes términos: «Como jefe de Estado le ruego a Su Santidad que se disculpe. No entiendo cómo puede afirmar que la evangelización no fue impuesta, si llegaron aquí con arcabuces y entraron a sangre, plomo y fuego. Aún están calientes los huesos de los mártires indígenas en estas tierras», añadiendo seguidamente: «Aquí con Colón no llegó Cristo, llegó el Anticristo. El holocausto indígena fue peor que el Holocausto de la II Guerra Mundial y ni el Papa ni nadie puede negarlo».
4. Entre los muchos mitos creados por la historiografía de base eurocéntrica existe uno altamente despreciativo que señala que los indígenas, una vez recibidos los espejitos y demás baratijas con las cuales los conquistadores pretendían obtener sus riquezas minerales vía trueque, se les sometieron mansamente. Nada más tendencioso y carente de toda fundamentación histórica. Por otra parte, también se ha señalado que por lo general los indígenas colaboraron con los conquistadores, cuando ocurre que existen suficientes evidencias demostrativas de que este comportamiento fue la excepción y no la regla, ya que si bien algunos caciques colaboraron con el enemigo, la mayoría de los jefes se inmolaron heroicamente en aras de la preservación de las vidas de sus gobernados y de la defensa de los valores de su cultura. Unico es, el lamentable caso del Imperio Azteca, que sucumbe después de una heroica resistencia ante la deserción de algunas tribus y la asimilación de Los Totonacas a las fuerzas españolas, ambas acciones motivadas por disputas internas existentes incluso antes de la llegada del conquistador.
Cronistas de la época, protagonistas de la conquista y la colonización de los pueblos americanos, algunos de ellos sacerdotes católicos como Bartolomé de Las Casas y Diego de Rosales, militares otros como Gonzalo Fernández de Oviedo, e incluso poetas como Alonso de Ercilla, autor de «La Araucana», todos ellos nacidos en España, así como José de Oviedo y Baños, militar e historiador nacido en Santa Fe de Bogotá y muerto en Caracas, exaltan el genio, valor e inteligencia de muchísimos caciques, entre los cuales se destacan: Caonabo, de los Taínos, una rama de la etnia Caribe, quien fue el primero en rebelarse contra el dominio español, muerto en la isla de Santo Domingo en 1.494 y Hatuey, de la misma etnia, muerto en la isla de Cuba en donde se había refugiado huyendo de Santo Domingo; Moctezuma y Cuauhtémoc, de los Aztecas, en Méjico; Huáscar y Atahualpa, de los Incas, en el Perú y Lautaro, Caupolicán y Pelantaro, de los aguerridos Mapuches, tercamente llamados Araucanos por los españoles, en las tierras de Chile, en lo que constituye una justa aunque incompleta reivindicación de las etnias originarias. Entre los cronistas contemporáneos no es posible dejar de citar a la arqueóloga y antropóloga italiana, nacionalizada mejicana, Laurett Sejourné quien señalase: «El día que la ideología colonial sea completamente disipada esta resistencia (la indígena) contará entre las hazañas más nobles que la humanidad haya conocido».
5. Según algunos cronistas como Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, uno de los primeros enfrentamientos armados importantes de los indígenas con los españoles tuvo lugar en las costas de Venezuela en el año 1.515, a cargo de varias tribus de la etnia Caribe y esta resistencia se prolongó hasta mediados del siglo XVII, retrasando por un siglo la colonización de esas tierras. Uno de los jefes indígenas más destacados fue Guaicaipuro, cacique de los Teques, orgullo del pueblo venezolano, quien comandó su primera acción, un ataque a las minas de oro de los Teques, cuando contaba apenas con veinticinco años de edad, logrando importantes victorias entre los años de 1.560 y 1.568 sobre los más aguerridos capitanes españoles, acciones que lograron retrasar la fundación de la ciudad de Caracas, que sólo pudo ser establecida aunque de forma muy precaria, a mediados de 1.567. El genio militar y político de este venezolano de excepción, uno de los primeros en el continente en utilizar tácticas de «guerra de guerrillas» contra los españoles, era de tal dimensión que no sólo fue capaz de coordinar la totalidad de las tribus del norte de Venezuela sino que también intentó sumar a sus huestes a los esclavos negros seguidores del Negro Miguel, que se habían levantado en armas exitosamente en el centro occidente del territorio, donde lograron establecer su propio reino. A fines de 1567 o inicios de 1568, el conquistador Francisco Infante y sus hombres, conducidos por guías nativos que habían sido chantajeados, dieron con el paradero de la choza de Guaicaipuro, en las cercanías de Paracotos, logrando sorprenderlo. Si Guaicaipuro prendió fuego a su choza, inmolándose por su propia mano, como cuenta la leyenda o si encontró la muerte peleando con la espada que le había arrebatado al conquistador Juan Rodríguez Suárez, que es la versión sobre su muerte que ofrece el historiador José de Oviedo y Baños en su obra publicada en 1723, no es lo relevante; lo relevante es que esta muerte heroica tuvo que haber inspirado a sus compañeros de lucha: Terepaima, Paramaconi, Conopoima y Tamanaco entre ellos, para seguir adelante, logrando sumar a otras tribus a lo largo y ancho del territorio nacional para continuar hostigando a los conquistadores hasta comienzos del siglo XVIII. En reconocimiento al permanente espíritu de emancipación de nuestro pueblo, los restos de Guaicaipuro fueron trasladados al Panteón Nacional de manera simbólica, por decreto del entonces Presidente de la República, Hugo Chávez Frías, el 8 de diciembre de 2001, asignándosele un espacio junto a los demás próceres de Venezuela.
6. Tan temprano como el 20 de mayo de 1.820, pocos meses después de la batalla de Boyacá que selló la independencia de Cundinamarca, actual Colombia, y un año antes de la batalla de Carabobo, el Libertador consciente de la dirección revolucionaria que habría que darle a estos pueblos, dictó un decreto con la intención de restituirles sus derechos. En aras de la brevedad presento a continuación la lectura de la motivación y de sólo el primer artículo del mismo, tal como la hiciese el Comandante Chávez en el discurso de instalación del «I Encuentro Internacional de la Resistencia y Solidaridad de los Pueblos Indígenas y Campesinos», celebrado en Caracas entre el 11 y el 14 de octubre de 2.003, un año exacto después de que hubiese dictado el decreto que instauró el «Día de la Resistencia Indígena» (4) : Dice así, lo leo: «Deseando corregir los abusos cometidos en Cundinamarca, en la mayor parte de los pueblos de naturales, así contra sus personas y contra su resguardos y aun contra sus libertades y considerando que esta parte de la población de la República merece las más paternales atenciones del gobierno, por haber sido la más vejada, la más oprimida, y la más depredada, durante el despotismo español. Con presencia con lo dispuesto de las leyes canónicas y civiles he convenido en decretar y decreto». Primero: «Se devolverán a los naturales, como propietarios legítimos, todas las tierras que formaban los resguardos según sus títulos, cualquiera que sea el que aleguen para poseerla los actuales tenedores». ¡Lástima que traicionado y muerto El Libertador, éste al igual que muchos otros decretos de corte clasista y revolucionario se convirtieron en letra muerta!
7. En esta misma línea de restitución de los derechos y en total consonancia con su preámbulo, en el cual se invoca el ejemplo histórico de nuestro Libertador y el sacrificio de nuestros antepasados aborígenes y de los precursores y forjadores de una patria libre y soberana, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en su Título III, «De los Derechos Humanos y Garantías y de los Deberes», consagra un Capítulo entero, el VIII, a los derechos de los pueblos indígenas, derechos que habían venido siendo cercenados durante siglos, cuyo resumen presentamos a continuación:
· Artículo 119: «El estado reconocerá la existencia de los pueblos indígenas, su organización social, política y económica, sus culturas, usos y costumbres, idiomas y religiones, así como su hábitat y derechos originarios sobre las tierras que ancestral y tradicionalmente ocupan y que son necesarias para desarrollar y garantizar sus formas de vida».
· Artículo 121: «Los pueblos indígenas tienen derecho a mantener y desarrollar su identidad étnica y cultural, cosmovisión, valores, espiritualidad y sus lugares sagrados y de culto».
· Artículo 122: «Los pueblos indígenas tienen derecho a una salud integral que considere sus prácticas y culturas».
· Artículo 124: «Se garantiza y protege la propiedad intelectual colectiva de los conocimientos, tecnologías e innovaciones de los pueblos indígenas».
· Artículo 125: «Los pueblos indígenas tienen derecho a la participación política. El Estado garantizará la representación indígena en la Asamblea Nacional y en los cuerpos deliberantes de las entidades federales y locales con población indígena, conforme a la ley».
A pesar de lo anterior, según datos del «Grupo de Trabajo sobre Asuntos Indígenas» de la ULA (5), unas 10 personas de las etnias yupka y wuayúu han sido asesinadas desde noviembre de 2.001 por sicarios contratados por los terratenientes de la Sierra de Perijá, con el agravante de que tanto los autores materiales como los intelectuales han gozado de impunidad en mayor o menor grado; habiéndose registrado también otros asesinatos en diferentes regiones del país. ¿Será acaso que el genocidio indígena aún no ha terminado en Venezuela? ¡Velar por la más absoluta igualdad legal de nuestros indígenas y acabar con la impunidad de sus asesinos es tarea inaplazable de nuestra revolución!
8. Lamentablemente, el próximo 12 de octubre, España y una mayoría importante de los países de América, desde los Estados Unidos hasta la Argentina, estarán celebrando un aniversario más, el número 522, de la llegada de Cristóbal Colón por primera vez a nuestras tierras. Desde comienzos del siglo XX la efeméride se había venido celebrando bajo el nombre de «Día de la Raza», pero al acercarse el quinto centenario (1.992) y ser propuesta en la Organización de las Naciones Unidas la proclamación de dicho año como el «Año Internacional de los Pueblos Indígenas», dicha propuesta desbarató el empeño de España y otros países de proclamarlo como «Año Internacional del Descubrimiento de América», con un absoluto desprecio por la verdad histórica. La falta de consenso impidió que se aprobase alguna de estas dos proposiciones. Sin embargo a partir de este hecho ya no hubo unanimidad en torno a la denominación de la efeméride, sino que a pesar de seguir celebrándola comenzaron a hacerlo ahora, por diferentes motivaciones asociadas a los distintos intereses de sus clases dominantes y de espaldas a la voluntad de la mayoría de sus pueblos, bajo diferentes nombres, entre los cuales destacan: «Día de la Hispanidad», «Día de Colón» («Columbus Day»), «Día del Encuentro de dos Civilizaciones», «Día de la Interculturalidad», «Día del Descubrimiento», «Día de la Liberación, de la Identidad y de la Interculturalidad», «Día Panamericano», etc., denominaciones que son, si se quiere, menos lacerantes que aquel primigenio «Día de la Raza», pero igual de encubridoras del genocidio que comenzase a ser perpetrado a partir de esa fecha.
9. En nuestra Venezuela revolucionaria, a pesar de que sigue siendo un día feriado, hemos optado por no celebrar el pretendido descubrimiento, puesto que tanto el pueblo como el gobierno revolucionario somos conscientes de que en esa infausta fecha del año 1492 sólo tuvo lugar el inicio de la cruenta invasión del imperio español causante del mayor genocidio y el mayor despojo de recursos materiales que registra la historia de la humanidad. En su lugar celebramos el «Día de la Resistencia Indígena», instaurado por decreto del Comandante Chávez, de fecha 11 de octubre de 2002, con el cual se conmemora las gestas heroicas de los pueblos indígenas que opusieron tenaz resistencia a los conquistadores aunque terminaran por caer, víctimas de la apabullante superioridad militar y de la total carencia de valores éticos y morales de la inmensísima mayoría de los conquistadores, que con el estímulo y el apoyo oficial de la alta jerarquía de la iglesia católica de la época, ni siquiera les reconocían como seres humanos. Comparten con nosotros esta iniciativa los pueblos y gobiernos de Cuba y Nicaragua. La República de Cuba porque desde el advenimiento de su revolución en 1.959, suprimió la celebración del 12 de octubre, ya que celebra en su lugar el 10 de Octubre, como el inicio de su gesta independentista del imperio español y la República de Nicaragua, porque también lo instauró por decreto en el año 2007, a raíz del inicio de la nueva fase de la Revolución Sandinista.
10. La instauración del «Día de la Resistencia Indígena» es un paso importante en la dirección de condenar el genocidio, sin embargo condenarlo en abstracto no creo que sea suficiente sino que es necesario, a juicio mío, intentar obtener una reparación legal de la misma naturaleza de la que están intentando obtener de parte de las potencias esclavistas de los siglos XVI al XIX (Portugal, Gran Bretaña, Francia, España y Holanda), los países miembros de la Comunidad del Caribe (CARICOM) (8), cuyos Jefes de Gobierno fundaron en el año 2.013 la «Comisión de Reparaciones del CARICOM», con la finalidad de preparar y presentar una demanda formal contra los gobiernos de aquellos países que otrora cometieron los crímenes que constituyeron la esclavitud africana y enriquecieron a sus naciones mediante su práctica.
En el caso del genocidio indígena se trataría de obtener fundamentalmente de España, Portugal y Gran Bretaña, como mínimo, las siguientes reparaciones: el ofrecimiento formal de perdón; la cancelación de la deuda externa con estas naciones; el otorgamiento de ayudas para el desarrollo; así como una indemnización financiera, en un monto que habrá de ser determinado, por los traumas sicológicos que aún persisten y que datan de los días de la conquista y de la colonia. Considero que es tarea urgente de las secretarías permanentes de nuestros organismos de integración: ALBA-TCP, UNASUR y CELAC, el incluir en las agendas de sus próximas reuniones la discusión de tema tan importante. Estimo que el atacar decididamente la impunidad de estos crímenes con acciones de esta naturaleza, es uno de los mayores aportes que puede hacerse en la dirección de evitar la consumación de nuevos genocidios como algunos que se encuentran actualmente en desarrollo en nuestras hermanas naciones del oriente medio.
¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Patria o Muerte!
¡Venceremos!
Notas:
(1) http://www.guioteca.com/mitos- -y rompecabezas / FUE realmente – Colon- el-descubridor-de-america /
(4) http:. //www.indigenacampesino org / chavez.html
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