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Algunas cosas que no se dicen sobre la crisis de los refugiados

Fuentes: Rebelión

La responsabilidad de Turquía. Desde que comenzó la guerra en Siria, el Gobierno turco ha tenido un papel más que cuestionable en el conflicto, apoyando militarmente al Estado Islámico, atacando a aquellos grupos que podían poner en riesgo las posiciones del Daesh y aprovechando para bombardear a los kurdos que estaban combatiendo sobre el terreno […]

La responsabilidad de Turquía. Desde que comenzó la guerra en Siria, el Gobierno turco ha tenido un papel más que cuestionable en el conflicto, apoyando militarmente al Estado Islámico, atacando a aquellos grupos que podían poner en riesgo las posiciones del Daesh y aprovechando para bombardear a los kurdos que estaban combatiendo sobre el terreno contra las tropas de ISIS. Existen pruebas de que el Gobierno de Ankara ha estado implicado en la venta del petróleo con el que se financiaba el Estado Islámico, participando incluso familiares del presidente Erdoğan. Si bien es innegable que Turquía es uno de los países que mayor número de refugiados sirios acoge, cerca de dos millones, también los utiliza como elemento de presión política y estratégica en la región y frente a Europa. Los cientos de miles de refugiados llegados desde las costas turcas hasta Italia y Grecia, con un reguero continuo y diario de embarcaciones, lo han hecho con el pleno conocimiento e incluso con la complicidad de las autoridades turcas, que han visto una oportunidad para presionar a la UE, creando una situación crítica, hasta conseguir que las autoridades europeas aceptaran buena parte de las demandas del Gobierno de Ankara.

Un intento más de humillar a Grecia. Desde que la crisis de los refugiados explotó con la llegada masiva de embarcaciones a las costas griegas, hemos asistido a un absoluto abandono de la UE hacia todos estos refugiados y a un país europeo empobrecido por años de crisis y políticas de ajuste fracasadas aplicadas por la Troika. Los griegos, cuya población vive situaciones de pobreza nunca antes vistas desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y donde un millón de personas se alimentan gracias a comedores populares y bancos de alimentos, carece de medios para atender una avalancha humana de esa naturaleza, sin recibir ninguna ayuda de las instituciones europeas. Lo que la UE ha hecho con Grecia, abandonando a este país a su suerte y desentendiéndose de una crisis humanitaria gigantesca en la que estaba en juego la vida de cientos de miles de personas, ha sido un paso más en su política de estrangulamiento hacia el país y hacia su Gobierno, algo que no hubiera ocurrido con otro estado europeo. De hecho, Wikileaks acaba de hacer públicos documentos confidenciales sobre las conversaciones que el director para Europa del FMI, Poul Thomsen, y la jefa de misión de este organismo en Grecia, Delia Velculescu, mantuvieron para imponer a Grecia las condiciones del rescate al Gobierno de Syriza, mencionando sin rubor la posibilidad de utilizar la crisis de los refugiados como un elemento de presión frente al Gobierno de Atenas.

La descomposición política y moral de la UE. El acuerdo firmado entre la UE y Turquía por el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, y el primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, certifica la deriva política y ética de Europa y su pérdida de rumbo mundial. Tras meses de un deliberado abandono a los refugiados y de incumplir las obligaciones jurídicas derivadas del derecho internacional de refugio y asilo, permitiendo que se acumulen en Europa más de un millón de personas llegadas sólo en 2015, ahora la UE firma un acuerdo con Turquía que es un reconocimiento de su inacapacidad para afrontar la crisis. Que la UE considere a Turquía territorio seguro para ciudadanos de terceros países es todo un sarcasmo, en un estado que ha disparado contra refugiados sirios que querían acceder a su frontera, como ha documentado Amnistía Internacional, protagonizando devoluciones en masa a Siria, incluyendo niños y mujeres embarazadas. Convertir a los refugiados en retenidos y posteriormente deportarlos supone escribir una de las páginas más vergonzosas de la historia de la UE, mientras Turquía obtiene 6.000 millones de euros, la exención de visado a sus ciudadanos para entrar en Europa y un avance en su proceso de adhesión al club comunitario. El acuerdo está condenado al fracaso porque no resuelve ninguno de los problemas fundamentales, simplemente mueve a los refugiados de un país a otro, llegando a reconocerse en el documento firmado que «se desactivará si fracasa«.

No bastan buenos sentimientos. Los primeros grupos de refugiados recibidos en Alicante, Valladolid y otras ciudades españolas se han marchado a otros países europeos a los pocos días de llegar, fracasando su acogida. La atención a estas personas es mucho más compleja de lo que parece y no basta con buenos sentimientos, muy necesarios ante un drama humanitario tan gigantesco, sino que se necesitan también una buena planificación, profesionalidad, recursos, técnicos y medios, algo que por cierto no han ofrecido algunos de esos políticos a los que se les llena la boca al hablar de refugiados. Tomemos nota de todo ello.

Carlos Gómez Gil es Doctor en Sociología y profesor de la Universidad de Alicante, publica su blog www.carlosgomezgil.com donde recoge otros muchos trabajos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.