La nueva líder del Partido Socialista francés pretende revertir la política liberal de Sarkozy
Fue exactamente hace diez años. Martine Aubry, flamante número dos del Gobierno de «izquierda plural», hablaba ante líderes asociativos y empresarios de la economía social. En una Francia que empezaba a obsesionarse por la seguridad y por sus jóvenes de barriadas, la líder socialista sorprendió al auditorio: «¿Cómo queréis que una madre de familia soltera, cajera de supermercado, con horarios de trabajo imposibles y sueldo de miseria, pueda educar correctamente a sus hijos?».
«Sí a la economía de mercado, pero no a la sociedad de mercado. No queremos una sociedad en la que sólo haya dinero, cajeros automáticos y vigilantes jurados con perros?», espetó. Entonces, en un mundo dominado por la globalización ultraliberal, la tomaron por una marciana. Pero lo cierto es que esta mujer fanática del trabajo, algo autoritaria y superdotada en el manejo de cifras complejas, fue capaz de instaurar una semana laboral de 35 horas, crear un seguro médico universal y generar 500.000 empleos públicos para jóvenes en nuevas actividades . Todo ello, manteniendo unas finanzas públicas saneadas, que para sí las quisiera Nicolas Sarkozy, y aumentando la productividad de la economía francesa.
«El corazón de la izquierda»
Retomar lo mejor de esa experiencia que fue abortada en 2002 por el duelo Jacques Chirac-Jean-Marie Le Pen en las presidenciales y relanzarla hacia el futuro con nuevas ideas, es el reto que se ha fijado Aubry con el «congreso político» que acaba de finalizar en el PS francés, pese a la alucinante trifulca por los votos que la enfrentó a Ségolène Royal.
La alcaldesa de Lille, hoy primera secretaria del PS, ha dejado plasmado su programa de oposición frontal a Sarkozy desde «el corazón de la izquierda» en la moción que presentó al congreso. En ese texto, el análisis es implacable, contrastando con la oposición blanda desde el centro que proponía Royal . Aubry y su compañero en esta aventura, Laurent Fabius, toman buena nota de que Francia y el mundo «habrán sido profundamente transformados» tras diez años de «liberalismo arcaico» chiraco-sarkozysmo, ocho de «choque de civilizaciones» liderado por George W. Bush, y 30 de «desregulación financiera» y ecológica.
Frente al «regreso de los imperios», proponen la opción totalmente opuesta a la de contemporizar, que ha sido la posición de un «socialismo averiado en Francia y en Europa». Apuestan por «un socialismo de reconquista», una «alianza de civilizaciones» y «un nuevo internacionalismo con Europa como corazón».
El socialismo de reconquista, según Aubry, consiste en demoler todos y cada uno de los surcos que el sarkozysmo está dejando en Francia, y ser capaz de autocrítica . Primera prioridad, dice la nueva primera secretaria: poner fin al incremento de las rentas del capital que ha llevado a que, en Francia, «en las últimas tres décadas» con Gobiernos de derechas o de izquierdas, «la parte de los dividendos en la renta nacional ha pasado del 2,3% a más de 8%». Dice Aubry que esa progresión equivale a que «los rentistas sean prioritarios respecto a la preparación del futuro».
Para hacer que las rentas del trabajo recuperen el terreno perdido, dos remedios: regulación del Estado para orientar la inversión privada hacia actividades creadoras de riqueza y dirigismo en materia de salarios y empleo. También pide un cambio en las misiones de instituciones como el Banco Central Europeo o el Fondo Monetario.
La nueva número uno del PS francés se dispone ahora a formar su equipo ejecutivo. La capacidad de mantener intacto su programa dependerá mucho de que pueda o no integrar a la joven guardia de Benoît Hamon.
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