Vuelven los torbellinos electorales, y con ellos, las ilusiones, ingenuidades, ambiciones y confusiones sobre las opciones del cambio social. Vuelve esa interrogante central: ¿Cambio social desde arriba, desde el Estado, o desde abajo desde “la forma comunidad” (pueblos indígenas, originarios, afro descendientes, comunidades en las selvas o ciudades) de los pueblos-territorios, o desde ambos niveles?
Lamentablemente son pocos aún los balances y debates al respecto, y predominan las aventuras de tiempo en tiempo. Siguen unas breves líneas de lecciones que van dejando los procesos, y el aprendizaje de experiencias internacionales; que vienen desde muy atrás, como las de la CUAVES (Comunidad Urbana Autogestionaria de Villa el Salvador) y el CAH (Consejo Aguaruna y Huambisa), ambas en el Perú; hasta otras, en los tiempos recientes, como la de los pueblos Nasa y otros del CRIC (Colombia), Miskito (Nicaragua), Qhara Qhara y TIPNIS (Bolivia), Kaapor (Brasil), Purépecha (Cherán y otros de Michoacán), Tzotzales y Tojolabales de Chiappas (México), Wampis y Achuar (Perú), entre tantos otros
La experiencia histórica demuestra que el autogobierno comunitario, indígena o popular, es una opción social y política muy distinta que la del Estado Nación, sea a nivel de gobierno local o municipal o de la representación parlamentaria, y lejana también de las estructuras políticas llamadas “partidos”. Se pueden quizás, entrecruzar, coexistir, ir paralelos o converger pero tienen contenido propio, caminos distintos y perspectiva histórica diferente, y a largo o mediano plazo, suelen terminar contrapuestas.
En varios países, los partidos vinculados al Poder, sean municipales, regionales, y peor los estatal nacionales, presionaron (y presionarán) por alinear a líderes indígenas y populares para su “causa” y servir a la “continuidad” de dichos (sus) poderes, que serían supuestamente un objetivo “superior” y que sirvieron (y servirán) para terminar paralelizando y dividiendo a las organizaciones sociales, y subordinando a los pueblos a los intereses y poderes estatales y sus facciones de turno. Poderes, hasta hoy, siempre extractivistas, aunque con envolturas retóricas de “modernidad, desarrollo” e incluso de supuesto “cambio social” o de “izquierda”.
Está la errónea experiencia de mantener las viejas estructuras verticales y autoritarias, del Estado a nivel municipal o regional, y convertirlas de la noche a la mañana, en supuestas “autonomías” o “autogobiernos”, tan solo por el cambio externo superficial del nombre a “municipio autónomo o de autogobierno”, pero sin cambiar su estructura interna elitista y de subordinación al poder Estatal, crecientemente privatizado.
Las duras lecciones de las crisis de los llamados gobiernos “progresistas” y sus “eficaces” maquinarias partidarias (de manipulación y control social) vinculadas a “teorías” tramposas de “más extractivismo, para avanzar al buen vivir”, la aberración de la “re-re-relección como derecho humano” o el “nacionalismo sometido al capital chino-ruso-gringo”; que produjeron en los pueblos y comunidades (indígenas o urbanos) asistencialismo, clientelismo, cooptación, divisionismo y represión, para sostener el capitalismo de estado y la corrupción de nuevas mafias y burguesías emergentes (“populares”)de explotación y opresión capitalista extractivista “desarrollista” promovidas desde los Estados, mientras las sociedades en supuesto “cambio”, seguían reproduciendo el racismo, ecocidio, etnocidio y la violencia patriarcal.
También, son mayores los casos de experiencias políticas indígenas y populares “proto Estado” (municipales, parlamentarias, nacionales ) negativas, que las positivas. Procesos de construcción de poder comunitario autónomo muy cerca del autogobierno, que luego fueron minados desde los municipios y la competencia partidaria (y sus telarañas con algunos funcionarios de ONGs y diversas iglesias) dando lugar su retroceso y destrucción. Al inicio se respetaba la pre-selección comunitaria de las candidaturas, pero luego pudieron más las disputas por la re-reelección, que sumadas al clientelismo y asistencialismo, socavaron la fuerza unitaria autonómica.
La lección principal es que es imposible erradicar las profundas estructuras sociales y mentales de opresión, “desde arriba”, desde el Estado (moderno-colonial, capitalista extractivista, racista y patriarcal) y mucho menos desde los asientos de congresistas, ministros o alcaldes. El cambio social solo puede surgir y desplegarse, “desde abajo” con el fortalecimiento, paciente y permanente, del autogobierno territorial, autónomo, de libre determinación, como otro tipo de poder colectivo y social. Para avanzar sin extravíos, en ese norte, siguen algunas reflexiones, solo enumeradas por la brevedad del espacio:
- Los autogobiernos territoriales comunitarios son conquistas permanentes, estructurales y para el futuro. Lo electoral partidario estatal, es pasajero, superficial y de corto plazo.
- Los autogobiernos funcionan y se expanden, siendo falso que sean aislados y en extinción
- Necesitan del gobierno autónomo y la libre determinación de sus pueblos y comunidades
- Necesitan de economías que mantengan su base natural territorial sin el ecocidio
- Exigen participación y movilización colectivos, lejos del elitismo y burocratismo
- Exigen consensos pacientes y colectivos y se debilitan con los divisionismos partidarios
- Requieren formación política de sus miembros, para la acción política pública y externa, ante el estado y los partidos, en defensa del autogobierno
- Hacen acción política local-global y desmienten que lo “político está afuera, en el Estado”
- Tienen relaciones externas con actores políticos y estatales, con convergencias o negociaciones, pero basadas en el respeto a los planes y decisiones de los pueblos.
- Necesitan de la socialización del poder, democracia directa y renovación del liderazgo
- Trabajan para ser asumidos como gobierno local, sin la duplicidad de los municipios, y ejecutando el mismo presupuesto público, como se viene logrando en ciertos países.
Cuidar la salud de los autogobiernos, requiere también de prevenciones o cuidados especiales en épocas de convulsiones electorales estatales partidarias, donde emergen ambiciones, oportunismos y corrupciones, mezcladas con “buenas intenciones” de todo tipo. Por ello, siguen algunas reflexiones, basadas en experiencias, sobre cómo cuidar lo principal (los autogobiernos) de lo secundario (lo electoral estatal) :
- Utilización de los partidos, municipios, parlamentarios y candidaturas, para los propios fines de los autogobiernos, en lugar que ocurra al revés, con su subordinación.
- Autoridades con planes de socialización del poder y democracia directa que modifiquen las estructuras verticales y elitistas de gobierno municipal, regional, nacional.
- Compromiso público de que las reuniones y decisiones de concejo municipal se adoptarán delante de las comunidades involucradas en los autogobiernos
- Compromisos de que los electos trabajarán para que los autogobiernos no sean duplicados por municipios y asuman sus funciones y presupuestos estatales.
- Compromisos de los partidos y sus candidatos a respetar y acatar las decisiones de los autogobiernos, y no dividir a la población y comunidades según su agenda particular.
- Compromisos de que las decisiones de los autogobiernos se traduzcan, formalicen y respeten en decisiones estatales municipales, regionales o nacionales.
- Acuerdos para que de ser elegidos, la mitad de sus equipos sean seleccionados por los autogobiernos, a quienes en campaña ofrecen de todo.
- Compromisos de candidatos en asambleas de autogobiernos, firmados, públicos y exigibles
Los “Estados” de la Modernidad-Colonialidad del Poder y Saber, uni-nacionales y uni-culturales no pasaron la prueba en 200 años. Su “éxito” para la opresión y fracaso para generar cambio social, es evidente y mucho más en la amazonía. Fueron imposiciones eurocéntricas, impuestas en la colonia, y heredadas bajo la colonialidad epistemológica, social y política que nos sigue habitando como cadenas de larga duración. Si el mercado estrangula y el Estado abandona, será inevitable tarde o temprano, construir otras formas de autoridad pública plurinacionales y pluriculturales, basadas en los autogobiernos territoriales. Será inútil querer construir algo nuevo y cambiar resultados históricos, usando las mismas visiones y herramientas que no han funcionado.
Roberto Espinoza es miembro de la Red Descolonialidad y Autogobierno