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Afuera, en la plaza de la catedral, porque me niego a llamarla de Bolívar, un pequeño cortejo fúnebre que logró burlar a punta de hombro, las agresiones y el cordón de protección que la Fuerza Pública en su totalidad, le ofrecía a quienes irían a convertir en un golpe de hecho, al Para-Estado en Estado legítimo de Colombia; entre desgarradores alaridos daban el toque fúnebre a la jornada, escribe el analista Pinzón Sánchez. en la foto, Manuel Cepeda senador comunista, asesinado en Bogotá el 9 de agosto de 1994, en la misma ciudad donde sus matones, antes de ayer, fueran recibidos por sus «jefes» en el Congreso