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El 6 de mayo, los altos funcionarios del Banco Central Europeo (BCE) cenaban junto a sus esposas en el elegante Salón Emperador del Palacio da Bacalhoa, una hacienda y viña del siglo XV al sur de la capital portuguesa, cuando las acciones en Nueva York iniciaron una caída aterradora.
Los bancos centrales del mundo difieren cada vez más acerca de los próximos pasos a seguir ahora que los países emergen de la crisis financiera a velocidades muy diferentes, lo que acentúa sus diferencias respecto al crecimiento, la inflación y el riesgo de crisis futuras.
España se convirtió el miércoles en el último de los países de la zona euro en enfrentar una posible rebaja de la calificación de su deuda soberana, lo que aumenta los temores de que problemas fiscales similares a los que se empezaron a ver en Grecia esta semana se estén expandiendo.
Temores sobre las finanzas de los gobiernos del mundo se propagaron a los mercados el martes, a medida que varias reducciones de calificación de riesgo sirvieron para recordar la fragilidad de la recuperación global.