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La burguesía argentina parece lanzada a una política que no admite la menor concesión, que no se dispone a prestar el mínimo acuerdo con medidas gubernamentales que puedan significar una limitación a sus ganancias o al libre ejercicio de su derecho de propiedad, aún en el caso en que esos condicionamientos sean casi simbólicos.
Agradecemos a los organizadores del seminario “Memoria y Derechos Humanos”, de Colombia y Argentina, que a través de su invitación a exponer el 12 de enero de 2021 han generado la inquietud que llevó a la elaboración de este artículo.
Federico Engels fue el gran colaborador de Marx, desde obras tempranas anteriores a «El Manifiesto», como «La Sagrada Familia» y «La ideología alemana» hasta «El Capital», que terminó de editar y publicar a la muerte de su “socio”.
Los tiempos inmediatos a la revolución bolchevique fueron de convulsión para la sociedad argentina. Hipólito Yrigoyen había llegado al gobierno en 1916, en las primeras elecciones libres y competitivas de la historia del país.
Una primera advertencia a la hora de abordar lo relacionado con el fascismo, es no banalizar el término. No cabe aplicarlo a cualquier corriente conservadora o reaccionaria, ni a toda perspectiva real o supuestamente autoritaria.


