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Con la conflictividad social todavía a flor de piel, sin haber dado ninguna señal en dirección a la reversión de la política represiva-punitiva y la reparación del daño social, el gobernador de la Provincia usó su discurso ante la Asamblea Legislativa del pasado 1° de mayo para ratificar un rumbo que no sólo carece de legitimidad política y consenso social, sino que además evidencia su rotundo fracaso en los propios términos del “desarrollo” prometido.