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Pero vamos al grano: mi problema con el concepto “neoliberalismo” es similar al que tengo con los de “imperialismo” y “fascismo”: no es que no sirvan para designar ciertos fenómenos y aspectos de la realidad respecto a los cuales hay que posicionarse estratégicamente, pero cuando la izquierda se obsesiona con ser antiimperialista y/o antifascista, olvida nombrar (y combatir) al capitalismo mismo. Deja de pensar en términos de Crítica de la Economía Política (lucha de clases, subsunción formal y real, alienación y plusvalía relativa), para “defender la democracia” (liberal o iliberal según el caso) y realizar una serie de consideraciones “geopolíticas” para justificar su “campismo”, por lo general apoyando los BRICS y viendo en Putín y Jinpíng una nueva encarnación de Lenín.

Es mediodía, y estoy en Alameda con San Diego, con más observadores de derechos humanos. No hay manifestaciones por ahí, entonces avanzamos a pie hasta la Plaza Italia (cuando todavía se llamaba así). Todo el camino está lleno de señales de tres días seguidos de revuelta callejera. Cines, teatros y centros culturales intactos, mientras los […]