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Una cuestión de memoria histórica
El integrismo católico nace en oposición a la modernidad que venía a expulsar a Dios del corazón de sus fieles y en contra de dos corrientes que habían surgido en el siglo XIX; el liberalismo y el marxismo. Dos demonios que se engrandecieron con el triunfo de la II República española en 1931, provocando la unión de las clases más conservadoras en un solo movimiento; el nacionalcatolicismo franquista, triunfante en 1939.