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A lo largo del último mes Israel ha estado desalojando metódicamente a los residentes de Rafah y arrasando los edificios que quedaban en pie. En la actualidad, la ciudad de Rafah y sus pueblos circundantes han desaparecido prácticamente y la mayoría de sus pobladores han huido hacia el norte, a Jan Yunis y la costa de Al-Mawasi, bajo el fuego de la artillería y el sonido de tanques y buldóceres.

La masacre israelí del campo de refugiados de Nuseirat supuso el asesinato de más de 270 palestinos y las heridas y mutilaciones de muchos más. Los sobrevivientes afirman que los horrores que presenciaron no les abandonarán por el resto de sus días.



Los cadáveres se amontonan en las calles de Gaza porque el personal médico no puede ayudar a los heridos que chillan pidiendo auxilio en el exterior de los hospitales. Los sanitarios que intentan ayudarles son blanco de los disparos y asesinados. No queda nadie para documentar la escala del genocidio.