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Aznar llama al combate contra los movimientos indígenas, «terroristas» y altermundistas de América Latina

Fuentes: La Jornada

Con la pretensión de »influir» en las personas que toman decisiones desde México hasta Brasil, el ex presidente del gobierno español, el conservador José María Aznar, identificó a los que considera »enemigos de Occidente», entre ellos los movimientos indígenas, los terroristas y los altermundistas. En el documento titulado América Latina. Una agenda de libertad, en […]

Con la pretensión de »influir» en las personas que toman decisiones desde México hasta Brasil, el ex presidente del gobierno español, el conservador José María Aznar, identificó a los que considera »enemigos de Occidente», entre ellos los movimientos indígenas, los terroristas y los altermundistas.

En el documento titulado América Latina. Una agenda de libertad, en cuya elaboración participó el presidente del Partido Acción Nacional (PAN), Manuel Espino, Aznar fija la doctrina que, a su juicio, deben seguir todos los dirigentes afines a sus ideas políticas; es decir, los partidos políticos latinoamericanos de cariz conservador y democristiano.

En el documento, que presentó hoy en la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), que creó cuando todavía detentaba el poder y que ahora utiliza para establecer las líneas doctrinales en su propio partido, el Popular (PP), y en los sectores más conservadores de la sociedad española, Aznar, fiel a su discurso, expone un panorama político de permanente amenaza de los «enemigos de Occidente», contra los que invita a combatir sin tregua.

El texto, de 98 páginas, sostiene que «la alianza antisistema empezó a gestarse de manera espontánea, por la coincidencia en los enemigos y en las fobias. Esa aversión común es la que aglutina a la izquierda que fracasó en mayo de 1968 y a la que se le vinieron encima los cascotes del Muro de Berlín; a los intelectuales que alentaron el comunismo y hoy ven con complacencia la pulsión anti-occidental del islamismo jihadista; a los antiglobalizadores altermundistas del más distinto pelaje y a las distintas manifestaciones de indigenismo, populismo y fanatismo religioso».

Añade que «todos los que forman parte de esta alianza, difusa pero operativa, creen ver en ella una oportunidad de acrecentar su influencia y debilitar a su enemigo común, Occidente, y para ello no dudan en aliarse los más extraños compañeros de viaje, lo que explica la creciente cercanía y coordinación entre todos estos elementos y el islamismo».

La FAES es una institución que no sólo adoctrina a la derecha española, sino que ahora pretende extender su influencia hacia América Latina, para lo que estableció una serie de acuerdos de cooperación y colaboración con otros partidos, como el PAN, lo que permite tanto el intercambio de información como la asistencia de jóvenes políticos mexicanos a cursos de «capacitación» en Madrid.

Hasta la fecha, unos 200 jóvenes latinoamericanos han asistido a estos cursos, y «algunos de ellos ya han tomado decisiones en lugares estratégicos de esos países», explicó Aznar.

Precisamente, Espino fue una de las personas que colaboraron en la elaboración del documento y con quien la derecha española mantiene una fluida comunicación.

Uno de los diagnósticos que expone la FAES sobre América Latina es la falta de seguridad jurídica y el «quebrantamiento del estado de derecho», además de que, añadió, «la libertad de expresión también está amenazada en la región por las actuaciones que van desde la utilización discrecional de la publicidad, a métodos menos sutiles como la censura y la persecución de algunos periodistas y medios opositores a los gobiernos de turno».

Aznar, quien gobernó entre 1996 y 2004, señala en el texto que México es un ejemplo de «que cuando las instituciones funcionan son una garantía para la democracia y la libertad. Y eso es aplicable a toda América».

Asimismo, el ex mandatario español fustigó a los gobiernos del presidente venezolano, Hugo Chávez, y de su par cubano, Fidel Castro, al calificarlos de regímenes «siniestros» y «totalitarios».

Consideró que la transición cubana deberán construirla los de la isla, y los del exilio, los del gobierno y los de la disidencia, y evitar una alianza revolucionaria con Venezuela, Bolivia o Ecuador.

En cuanto a los movimientos indígenas, Aznar agregó que este fenómeno «empieza a ser para América Latina lo que el nacionalismo es a Europa. El indigenismo racista siembra la división social y agudiza problemas existentes».

Los dos, dijo, «subordinan principios e instituciones liberales como la división de poderes, el mérito y capacidad, la igualdad ante la ley y el respeto por los derechos individuales, al logro de sus objetivos muy cercanos al totalitarismo».

El público presente en la sede de la Faes, formado por cuadros jóvenes de partidos conservadores latinoamericanos y de militantes del PP, recibieron con un aplauso la «doctrina» que Aznar pretende expandir en los gobiernos de América Latina en los próximos meses.