Debatir las alternativas de cambio social y económico en América Latina es un tema prioritario y a la vez urgente que permite enriquecer un proceso de reflexión y analizar algunos fenómenos cruciales para los intereses de los ciudadanos en nuestro continente. Los debates aportan múltiples elementos que potencian la capacidad de las fuerzas sociales para […]
Los debates aportan múltiples elementos que potencian la capacidad de las fuerzas sociales para seguir avanzando hacia las conquistas que los pueblos de Latinoamérica demandan. Como ha señalado Antonio Elías, la dialéctica entre la acción y la elaboración teórica basada en un análisis científico de la realidad, es una mecánica que permite avances sustantivos.
En primer lugar, es necesario reconocer que cada uno de los países de América Latina tiene estructuras económicas, sociales y políticas diferentes, como también tienen diferente historia, contexto, nivel de riqueza y estructuración de clases sociales. Pero, por otra parte, tienen elementos en común. La heterogeneidad de situaciones es un factor clave para entender la coyuntura política, económica y social en países como Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Uruguay, Paraguay, Argentina, Colombia, Chile y Brasil. En el caso de Brasil, es fundamental considerar esa heterogeneidad para entender la crisis que el país está viviendo y hacer una evaluación de los gobiernos del PT.
Algunos aspectos son centrales para una agenda de cambio social en América Latina. En ese sentido, entre otros, podemos citar tres.
Primero, una condición necesaria para lograr cambios reales y efectivos es alcanzar una democracia participativa en todos los ámbitos de la sociedad, tanto en el espacio de las decisiones políticas como de las económicas. Participación que exige en lo económico redefinir los derechos de propiedad buscando procesos de inclusión social y desarrollo. Sin participación social no habrá proyecto alternativo sostenible; pero, para eso, es fundamental la independencia de las organizaciones sociales.
Segundo, es fundamental la creación y redefinición de las fronteras de las economías a fin de tener políticas económicas y estados nacionales con capacidad de incidir fuertemente en los procesos de industrialización, distribución y satisfacción de las necesidades básicas de la población. Esto se complementa con el fortalecimiento de los procesos de integración regional que tiendan a la integración continental.
El tercero aspecto tiene que ver con el papel del Estado, definido como un actor que debe contraponerse al poder económico descontrolado, que genera procesos de concentración y centralización de la riqueza y origina una salida permanente de esta de las economías latinoamericanas hacia los países centrales.
Los tres aspectos constituyen una condición imprescindible para avanzar sólidamente en un proceso de cambios que no puede quedar en manos oportunistas de líderes ocasionales. Ese proceso también no puede ser cómplice de personas que usan organizaciones y movimientos sociales para practicar actos de corrupción y sacar provecho personal.
Por otra parte, las alternativas de cambio social en América Latina dependen de una fuerte conexión con la educación. Una breve mirada a lo largo de los tiempos permite afirmar que la educación fue una base fundamental para impulsar los procesos de cambio social. Tal base proviene del modo en que el progreso técnico y el proceso de desarrollo colocaron la escolaridad como un requisito inherente al vivir y convivir en sociedad.
Pero, para inducir alternativas de cambio social, la agenda educativa en América Latina necesita evitar tres errores: desvalorizar el discurso de la calidad y de la evaluación en educación; repetir de forma estéril antiguas teorías pedagógicas; y reproducir acríticamente modas académicas extranjeras.
Ivonaldo Leite es sociólogo y profesor de la Universidade Federal da Paraíba, Brasil.
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