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A propósito de los ataques al pueblo romaní

Cassandra ha vuelto

Fuentes: Rebelión

Pocas noticias sobre las 7 víctimas de un tiroteo en un barrio de Bratislava del lunes día 30. Sabemos, aun cuando muchas agencias ni lo mencionan, que los muertos eran romaníes. Se apresuró el ministerio del Interior eslovaco a negar que se tratara de un caso de racismo, pero un periódico local entrevistó a un […]

Pocas noticias sobre las 7 víctimas de un tiroteo en un barrio de Bratislava del lunes día 30. Sabemos, aun cuando muchas agencias ni lo mencionan, que los muertos eran romaníes. Se apresuró el ministerio del Interior eslovaco a negar que se tratara de un caso de racismo, pero un periódico local entrevistó a un superviviente que declaró que el asesino siempre había sido «muy hostil con la gente de color y nos odiaba». La Red Europea contra el Racismo (ENAR) se pregunta en un manifiesto si el actual clima anti-romaní ha promovido la idea de que hay «licencia para matar». La premura del ministro eslovaco suena a lo de siempre: los gitanos romaníes son malhechores, no víctimas, y de serlo, mejor acallar la noticia. He ahí el caso del niño Mario Firu, que murió carbonizado el pasado 27 de agosto en su chabola de madera en el barrio de la Magliana, a las afueras de Roma. Aunque el hecho ocurrió cuando las expulsiones de romaníes en la Francia de Sarkozy causaban escándalo, la noticia de su muerte atroz no trascendió porque los gitanos deben seguir pareciendo los malos de la historia: no tienen ganas de trabajar; son nómadas y no quieren una casa; no mandan los niños a la escuela; roban cable, carteras y niños; y además, violan y matan. No se diga que son los que pasan más hambre, viven peor y mueren antes. Mario tenía tres años. Sus padres habían encendido candelas para evitar que entraran las ratas a su pobre hogar. Ardió la chabola y sus padres consiguieron rescatar a su hermanito Marco Giovanni de tres meses, aunque con quemaduras de segundo y tercer grado. Poco después del incendio, desmantelaron el poblado en el que vivían junto con otras 80 personas (18 menores de edad), que pagaban 200 euros mensuales por 20 metros cuadrados de chabola, o bien entre 20 y 30 euros por un sitio donde poner su lecho de cartones.

ENAR alerta de las medidas discriminatorias que están emprendiendo países como Francia, Italia, Dinamarca o Suecia contra el pueblo romaní. El Centro Europeo por los Derechos del pueblo romaní ha publicado informes sobre violencia contra romaníes en Hungría, la República Checa y la República Eslovaca. Ha condenado asimismo las expulsiones que decretó el gobierno danés el pasado mes de julio.

Quién lo diría: Europa celebra desde 2005 hasta 2015 la Década de inclusión del pueblo romaní; ha celebrado dos Cumbres sobre el pueblo romaní ; escribe en su Parlamento resoluciones tan duras como la del 25 de marzo de 2010, llenas de explícitos considerandos en defensa del pueblo romaní y aprobada con 572 votos a favor, 28 en contra y 23 abstenciones; la Comisión Europea publica una comunicación sobre la integración social y económica del pueblo romaní; se creó la Red Euroma para promover el uso de los Fondos Estructurales; ya están programadas en los dos próximos meses seis reuniones (1) importantes para abordar los problemas del pueblo gitano. Así y todo, a la Francia de Sarkozy no le parecen suficientes y solicita una reunión urgente el próximo 6 de septiembre de varios Estados miembros (2)  para tratar la cuestión. Aunque a los franceses no les guste, la han llamado la Cumbre anti-rom, y la propuesta ha sido abrazada con entusiasmo por el ministro del Interior, Roberto Maroni, el mismo que proponía registrar las huellas dactilares de los menores que vivían en los campamentos gitanos de Roma, el mismo que dice que propondrá en dicha reunión expulsiones para ciudadanos comunitarios que no tengan renta mínima, residencia adecuada y estén a cargo del sistema social del país que los alberga. Quieren que haya ciudadanos comunitarios de pura cepa y ciudadanos comunitarios clandestinos. Igual que se habla de una Europa económica de dos velocidades, empieza a formularse sin tapujos la idea de una Europa con dos clases de derechos.

Como en tantos otros asuntos, Europa, la hipócrita, puede mostrar dos caras: la políticamente correcta de la Comisaria europea de Justicia, Viviane Reding, que insiste en la Carta de Derechos Fundamentales de la UE y hace hincapié en las raíces del problema, o la políticamente incorrecta pero electoralmente rentable de los ministros franceses Besson y Lellouche que califican de «grotescas», «innecesarias» o «escandalosas» las acusaciones que se han hecho a su gobierno. Un gobierno que, pagando 300 euros a los adultos y 100 a los niños, expulsa «voluntariamente» a quienes carecen de trabajo y morada, y se asegura las portadas del mundo entero, siguiendo la táctica del gobierno Berlusconi de escenificar la Seguridad limpiando de «monstruos» las pantallas televisivas a base de corrosiva aritmética étnica para así desviar la atención de problemas internos comprometedores (pongamos el caso L’Oreal). No importa que todo el mundo sepa que los romaníes volverán porque en sus países de origen es imposible sobrevivir. Rumanía, acosada por el FMI ha debido bajar el 25% de los sueldos y ha aumentado el IVA del 19 al 24%; su sistema sanitario está al borde de la quiebra y el consumo se han derrumbado.

Europa no quiere ver a 10 millones de sus habitantes que le recuerdan el fracaso del sistema. No quiere verlos para que su corazón no sienta. En Roma hay un plan para construir 13 nuevos campos, bien vallados y sin escuela, para acoger a 6.000 gitanos, pero se calcula que la población actual de romaníes es de 7.200. Guetos, expulsiones, ataques con bombas molotov, disparos con rifles de aire comprimido. Ya se intentó salir de una crisis así una vez y la cosa acabó como acabó.

Al regresar de las vacaciones a casa, me encontré otra vez con Cassandra en el semáforo. Tenía a su hija Andreina de 2 años en brazos. Cuando comenzaron los ataques a campos en Nápoles en 2008 la convencimos para que buscara una salida en Rumanía porque no era un buen momento para ella en Italia. Volvió, pues, a Rumanía. Ha vuelto de nuevo: «No tenía qué darle de comer a mi hija».

Estos gobiernos europeos que se amparan en el populismo racista, al paso que van, intentarán cambiar la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, que pasará a decir lo siguiente: «Los pueblos de Europa, al crear entre sí una unión cada vez más estrecha, han decidido NO compartir un porvenir pacífico basado en valores comunes». Qué negra Luna la de Europa en crisis.

Notas:

(1) Las reuniones son éstas:

18th and 19th November 2010 – Brussels, Belgium

21st and 22nd October 2010 – Cracow, Poland

12-14th and 20th October 2010 – Bucharest, Iaşi and Cluj

04-07 October, 2010 – Brussels, Belgium

30th September and 1st October 2010 – Prague, Czech Republic

15th September 2010 – Budapest, Hungary

(2) Italia, Alemania, Reino Unido, Grecia, España; Bélgica rechazó la invitación; fue invitada también Canadá por las cuestiones migratorias con los romaníes migrantes procedentes de la República Checa y Hungría.

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

rCR