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Catástrofe en Bangladesh

Fuentes: Rebelión

El país delta se encuentra situado entre grandes naciones en Asia, notablemente la India y la China, y con gran cercanía al sud este asiático pero las prendas de ropa que se producen ahí son consumidas por los almacenes occidentales que están muy lejos, van a ese país por unas razones, la principal: los bajísimos […]

El país delta se encuentra situado entre grandes naciones en Asia, notablemente la India y la China, y con gran cercanía al sud este asiático pero las prendas de ropa que se producen ahí son consumidas por los almacenes occidentales que están muy lejos, van a ese país por unas razones, la principal: los bajísimos salarios, pero también lo laborioso de los trabajadores y su docilidad. Bangladesh es un país sobrepoblado con tierras húmedas y pantanosas, casi todo su territorio hace parte de las deltas de tres ríos, uno de las cuales es el Ganges. 162 millones de personas habitan este pequeño país de 147,000 km2, apenas un poco más grande que Honduras, la densidad de población es de 1033 habitantes por kilómetro cuadrado la tasa más alta del mundo en un estado nación no urbano (como Singapur o el Vaticano). La lucha por la sobrevivencia y la disponibilidad de recursos naturales se convierte en un asunto de vida o muerte. Las exportaciones de prendas de vestir constituyen alrededor del 80% de las exportaciones del país y ocupan a tres millones de personas, en su mayoría mujeres.

La gran catástrofe en las fábricas del edificio de ocho pisos de Rana Plaza en los suburbios de Dacca destapa nada más el estado actual de cosas, una realidad: no ha cesado el hambre feroz de mano de obra del capital de concurrir a cualquier medio para explotar a los trabajadores del mundo. Que el capital no puede reproducirse sin crear una masa de esclavos asalariados que reciben por su trabajo la cantidad mínima necesaria para mantener su propia vida y fuerza para trabajar obligándolos a vivir en condiciones inmundas. La situación no ha cambiado mucho en los siglos de existencia capitalista, ha empeorado porque la producción fabril en las condiciones de mercados imperialistas no hacen más que reproducir la pobreza total de los países productores en lugar de aumentar su nivel de desarrollo. Si el capitalismo en un inicio trajo algunos avances a los países colonizados en la actualidad no hace mas que hundirlos dadas las cada vez mayores cadenas de dependencia.

Los ya 1127 trabajadores muertos se unen a 70 y 120 muertos en otros aplastamientos ocurridos en los últimos meses en ese país del sur asiático y miles de otras muertes laborales desapercibidas por los medios internacionales en todo el mundo. Los trabajadores se reusaban a entrar al edificio porque había aparecido el día anterior al derrumbe una rajadura que se extendía desde el la planta baja hasta el quinto piso y una orden de desalojo, a pesar de eso fueron obligados a entrar por los administradores de las fabricas amenazando con despido a los que no lo hicieran, 3000 trabajadores entraron ese día, la mayoría mujeres jóvenes.

Estos accidentes no son aislados, cada año mueren en el mundo miles de trabajadores en la empresa feroz del capital por explotar lo más posible la fuerza de trabajo extrayendo sin incurrir en mayores gastos la parte más amplia del plus-trabajo posible, y por en el otro extremo de la cadena del comercio imperialista, el desarrollo del mercado de consumo en los países occidentales y la natural división de clases ha evolucionado a tal manera que las condiciones de producción han permaneciendo en los estándares más bajos de desarrollo tecnológico en el caso de países con mano de obra abundante. En el área textil de bajo costo las fuerzas productivas no progresan prácticamente, se retraen y crean este tipo de conflictos que arriesga la vida de los trabajadores en el proceso productivo. Claro debe estar que el dueño del edificio de fábricas no es el único responsable, se implican en gran medida los contratistas que alquilan las instalaciones cada vez más presionados por los compradores que a su vez reciben amenazas constantes de los grandes imperios detallistas para bajar los precios, y obtener un mayor margen de renta.

El objetivo es vender lo más barato posible la cantidad más grande posible de productos, las marcas de consumo de clase media y baja no tienen más remedio que reducir el precio para poder subsistir en el mercado, los pobres y la clase asalariada en general tienen que consumir más por menos en los países del primer mundo para emplear a su vez una parte menor de su decreciente salario en el consumo de alimentos y artículos básicos como los producidos en Rana Plaza. Otro objetivo capitalista es que de ese salario reducido por la crisis y la nueva debilidad organizacional de los trabajadores en los países industrializados se abra también un margen mayor para el consumo de tecnología de la información y las comunicaciones, teléfonos inteligentes, computadoras, tabletas, internet y demás. Después de todo algo tiene que sostener el desarrollo de las fuerzas productivas en ese sector que depende del consumo de masas a la manera keynesiana para poder progresar. Un mecanismo presente también es el de producir más barato para regularizar la capacidad de consumo, o más bien de consumismo, necesitando los consumidores adquirir todos los años la misma prenda o el mismo producto dada la baja calidad del mismo. En este desenfreno es que se han asesinado los mil trabajadores de Bangladesh y constituye igualmente un factor de gran responsabilidad sobre los desastres naturales y la contaminación de la tierra y el mar en el mundo.

El resultado es que una hora de trabajo en fábricas textiles en Dacca tiene un valor de 14 centavos, los trabajadores terminan ganando entre 35 y 45 dólares al mes en jornadas laborales de 12 horas. De la misma manera, con las tristes noticias de Bangladesh nos sorprende la profundización en el límite de las disparidades salariales en la actualidad mundial donde la capa más baja de trabajadores en ese país ganan 14 centavos por hora en comparación a los 25 dólares por hora que gana la capa asalariada profesional en promedio en los países anglosajones, o de una diferencia de 125 veces. Esta diferencia se duplica si se toman en cuenta los salarios de médicos, abogados y la elite del mundo financiero.

Si bien los responsables directos de esta masacre humana son las marcas occidentales de prendas como Wal-mart, El Corte Ingles o Mango que obligan a los contratistas a bajar los precios a cambio de garantías en los contratos, los que a su vez reducen los presupuestos de seguridad laboral, es el sistema capitalista en conjunto que está estructurado para asesinar a los trabajadores y los que no a que vivan en la miseria.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.