Al parecer Ricardo Lagos, se quedó completamente pegado con su discurso desde que fue presidente de Chile, como un muerto viviente en términos políticos, a pesar de todas las señales y cambios que ha habido en la sociedad chilena.
Al parecer Ricardo Lagos, se quedó completamente pegado con su discurso desde que fue presidente de Chile, como un muerto viviente en términos políticos, a pesar de todas las señales y cambios que ha habido en la sociedad chilena.
El triunfo en la elección presidencial de Gabriel Boric generó altas expectativas que, a medida que pasaron los días, han generado una creciente insatisfacción y desaprobación de su gestión. Un “despegue con turbulencias”, definió el joven mandatario a su primer mes en el gobierno.
Cuando el pensamiento crítico intenta hacer un “análisis concreto de la situación concreta” requiere de una mirada que abarque lo global. Como se sabe, a menudo, el árbol impide ver el bosque.
Analistas hablan de un complot oligárquico de los momios, los viejos dinosaurios. Es inobjetable que gente con mucho poder quiere el fracaso del proceso constituyente.
En muchos de nuestros artículos hemos hecho referencia a la implacable lucha que, soterradamente, libra la ‘élite política’ de este país en contra de la comunidad nacional. Puede sorprender y hasta parecer ilógico que organizaciones políticas creadas, precisamente, para defender los intereses de las grandes mayorías nacionales, trastoquen, en el tiempo, su cometido y terminen resguardando únicamente los intereses particulares de sus integrantes como el propio. Y, sin embargo, es así. El caso que exponemos más adelante ilustra dramáticamente esa tendencia. Intentemos explicarnos por qué sucede.
El inicio del gobierno de Gabriel Boric muestra las dificultades de vencer los desafíos de un país enfrentado a numerosas crisis. Algunas centenarias, otras que vienen de los remezones del estallido social de 2019 que llevaron al poder a su grupo de dirigentes estudiantiles de hace diez años. Se acabó la poesía de los momentos inmediatos al triunfo.
A solo tres meses de que concluya el trabajo de la Convención Constitucional, la Secretaría general de la Presidencia chilena confirmó para el 4 de setiembre el plebiscito de salida en que la ciudadanía decidirá si quiere o no una nueva Constitución.
“Si seguimos por separado nos vamos hundir por separado, pero nos podemos salvar si estamos juntos”, señaló el novel presidente chileno Gabriel Boric tras su reunión con el mandatario argentino Alberto Fernández, en la que firmaron convenios y destacaron la necesidad de profundizar la relación bilateral y potenciar la integración regional.
Junto con propuestas muy celebradas, conviven incipientes focos de tensión en la interna oficialista, decisiones criticadas por propios y ajenos, y el desafío de hacer frente al aparato represivo.
La reciente aprobación en el pleno del segundo informe de la comisión de Medio Ambiente de la Convención Constitucional, marca un antes y un después en la historia constitucional no solo de Chile, sino también de la región y del mundo, en lo que respecta a la incorporación de nuevos derechos