El comunicado de la campaña describe un impacto «devastador»: toneladas anuales de antibióticos que generan resistencia bacteriana, columnas de agua sin oxígeno (anoxia), fondos marinos muertos y un borde costero destruido. Señalan que esta «industrialización disfrazada de ‘desarrollo’” está convirtiendo santuarios de biodiversidad en «vertederos químicos», con ecosistemas afectados por salmones escapados que propagan enfermedades y fauna marina, como ballenas, enredadas en las instalaciones.