
La Comisión ya fue un fracaso en sí misma por la forma cómo surge, cómo estuvo compuesta y cómo se llevó a cabo. Ha perdido absolutamente validez a poco andar y obviamente la administración actual debería echar pie atrás.
La Comisión ya fue un fracaso en sí misma por la forma cómo surge, cómo estuvo compuesta y cómo se llevó a cabo. Ha perdido absolutamente validez a poco andar y obviamente la administración actual debería echar pie atrás.
Al paso de los años PF se mantuvo inalterablemente al servicio de las masas populares, de sus luchas, sus demandas y proyecciones. Siempre tuvo un pensamiento abierto, incluyente, crítico y ajeno a todo sectarismo, como parte de su actitud pluralista que lo llevó a tener una significativa legión de lectores a nivel nacional.
Debemos apostar por el rearme del campo clasista, popular y revolucionario, romper el sectarismo, articular las luchas y retomar la iniciativa política para hacerle frente al actual gobierno de Boric, y todos los que vengan.
El mercado chileno ha hecho del feminismo una marca. Vende resiliencia, liderazgo y autosuperación como si fueran sinónimos de liberación.
Y en septiembre, el ministro del Interior, el radical Héctor Arancibia Laso, amenazó hasta con fusilamiento a los mineros de Lota que habían anunciado que izarían una bandera roja para el 18.
¿Qué diferencia hace encontrarse de uno u otro lado de la línea amarilla?, me pregunto cada día.
Los firmantes sostienen que Julia Chuñil representa la lucha histórica del pueblo nación Mapuche, en la reivindicación ancestral de la defensa del itrofill mongen.
En la ocasión, intervendrán el abogado que llevó el caso, Roberto Ávila; el sociólogo, escritor y autor del libro ‘Allende. Autopsia de un crimen’, Francisco Marín; y el integrante del dispositivo de seguridad presidencial de Salvador Allende (GAP), Víctor Olmedo.
«Miren, representación diplomática de la barbarie y el crimen, que de su conducta imperial salen nuestras fuerzas y las fuerzas de todos lo que vendrán tras su liberación»
La experiencia chilena muestra con nitidez que la política monetaria no controla la economía real, sino que protege a los acreedores. Acreedores conformados por el sistema bancario nacional y transnacional. En Chile, este principio fue elevado a dogma constitucional y se convirtió en la base del régimen político.