En esta entrevista, el periodista especializado en Tratados de Libre Comercio y miembro de la Plataforma Chile Mejor Sin TLC, Patricio López, cuenta cómo sigue la resistencia a los tratados y analiza las medidas del gobierno en el contexto del COVID-19.
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En la Revista de la Marina, perteneciente a la institución castrense, el contraalmirante(R) Oscar Aranda, quien fuera director de Inteligencia de la Armada entre el año 2013 y 2016, recomienda realizar acciones de contrainsurgencia: «desarrollar operaciones de información y de propaganda, contar con superioridad abrumadora de medios de ISR (Inteligencia,vigilancia y reconocimiento) y disponer de tropa suficiente, altamente especializada y dotada de gran movilidad» en el territorio mapuche.
La decisión final del gobierno de Chile de no firmar el primer acuerdo a nivel regional sobre derecho ambiental y único en el mundo en proteger a los defensores ambientales, deja al país en una situación difícil de creer.
La contraofensiva imperialista y de la burguesía contra el gobierno de la Unidad Popular y las organizaciones de avanzada de la clase trabajadora, se llevó a cabo para frenar el avance en la conciencia de clase, la organización y la lucha por parte del proletariado chileno.
Las constituciones nunca han sido neutras. Ellas condensan y reflejan correlaciones de fuerzas entre intereses sociales, económicos y políticos y lo que se ha dado en llamar “proyectos país” bien diferentes. Tanto la columna vertebral de la constitución del 80, y la que el historiador Felipe Portales ha llamado la “Constitución del 2005”– aquella firmada por Ricardo Lagos– es la de una Constitución que corona un régimen económico del capital que fue instalado en Chile por los grandes intereses económicos mediante el Golpe de Estado cívico-militar-estadounidense de 1973.
“El gobierno de Piñera se descascara. Va con una velocidad muy impresionante “cuesta abajo en la rodada”. En esta realidad la ex Concertación con la Democracia Cristiana a la cabeza y la prístina excepción del Partido Comunista parecen no entender los tiempos políticos a nivel nacional e internacional.
Por más que pareciera que muchas cosas se detuvieron con la pandemia, la lucha de clases en el país continúa. El nudo de la lucha política del período, la crisis de dominación burguesa, sigue su curso en procura de una resolución.
Las elecciones del 4 de septiembre de 1970 le otorgaron la victoria a Salvador Allende. Su figura habita en la conciencia de Chile porque su pensamiento y su práctica son a la vez legado y desafío. ¿Reformista o revolucionario? ¿Decidido o vacilante? ¿Realista o temerario? En los últimos cincuenta años, Allende ha sido sometido a un agudo escrutinio. La mañana del día de su derrocamiento, el 11 de septiembre de 1973, tenía previsto anunciar un plebiscito para cambiar la Constitución y dar una salida política a la crisis que atravesaba el país. El recuerdo de Allende y de los triunfos populares trae a la memoria y a los tiempos actuales las enseñanzas de la historia.
Se han repetido muchos errores de consideración respecto del carácter del “proceso constituyente” iniciado con el acuerdo parlamentario entre la derecha y la ex Concertación suscrito el 15 de noviembre pasado.
Detrás del golpe de estado en Chile y los crímenes de lesa humanidad, estaban selectos grupos económicos bajo una red de corrupción política y militar que impuso un régimen a través de la Constitución para instalar un modelo neoliberal y otorgar una serie de ventajas, provechos y privilegios a oligarquías, quienes literalmente han saqueado y depredado al País hasta el día de hoy.