Que la cleptocracia se haya hecho presente en Chile como expresión de la corrupción a escala ampliada no debe llamar la atención: así sucede cuando una sociedad recibe semejante práctica en el carácter de legado y la asume como propia; más, aún, cuando las organizaciones políticas que debieron repudiarla, la hicieron suyo colaborando a su rápida propagación.