Categoría: Opinión

La pandemia exige para su control una fuerte presencia del Estado para proteger a la población, cosa que no se logra cuando la salud y los medicamentos son onerosas mercancías. La experiencia actual refuta los funestos delirios de los mentores intelectuales de Vargas Llosa: Popper, von Hayek, Berlin, Revel y compañía.
El virus es el factor denominador común que nos atraviesa a todos y todas en este momento y que claramente es un parteaguas en nuestra forma de vida y de relacionarnos. En no mucho tiempo se tendrá que meditar y analizar sobre las razones por las que el Covid-19 impactó tanto en la dinámica mundial. Una pandemia de miedo.

El alcance y la magnitud de lo que se ha convertido en una protesta mundial y en un levantamiento de masas en gestación contra el racismo y la brutalidad policial que siguió a la muerte de trabajador negro George Floyd por la policía de Minneapolis, Minnesota, en Estados Unidos no tiene precedente. Estas movilizaciones están marcadas por la participación multirracial de jóvenes en un movimiento intergeneracional. En muchos casos también han sido las primeras movilizaciones en países que están saliendo del confinamiento y han logrado imponer con éxito su presencia en las calles.


El filósofo observa el aislamiento social, preventivo y obligatorio provocado por el coronavirus en términos de riesgos y oportunidades a futuro. Los temores y la incertidumbre frente a lo desconocido, el barbijo de la pospandemia y la ocasión para repensarse.