El “encuentro de dos mundos” fue el eufemismo con el que se pretendió aligerar el peso histórico del inicio de la invasión a nuestro continente en el que los actuales estados-nación proyectaron recordar el centenario de dicho acontecimiento en detrimento de los actuales pueblos y culturas indígenas que subsisten (no sin cambios), y sobreviven hasta nuestros días.
Categoría: Opinión
Veinte editoriales de izquierda de todo el mundo publican una edición conjunta que incluye dos textos esenciales de Che Guevara en el 53º aniversario de su asesinato por la CIA en Bolivia. Estos textos, con prólogos de Aijaz Ahmad y María del Carmen Ariet García, nos proporcionan un resumen claro y resuelto del espíritu de convicción del Che, sus perspectivas científicas, su compasión humana, y su voluntad implacable de alcanzar la victoria de los oprimidos sobre los opresores.
Las posibilidades de construcción de una sociedad socialista como alternativa revolucionaria a la hegemonía del capitalismo siempre han sido combatidas acérrimamente por los sectores conservadores dominantes.
Muchos como yo crecimos con sus hazañas, con sus escritos y con el disco de 45 rpm, donde la voz de Fidel leía su carta. La vecindad de mi colegio secundario debió sabérsela de memoria, porque en las ‘tomas’ del edificio la difundíamos por los altoparlantes. La revolución estaba a la vuelta de la esquina. Parecía, porque se suponía un sacrificio fácil y triunfal. Pertenecíamos a esa onda guevarista en estado químicamente puro.
Se trata de una iniciativa de volver a colocar al ser humano en el centro del debate. En un mundo que debe repensar su forma de organizarse, es sin duda un interesante aporte.
Existe un generalizado consenso en que los cuatro pilares del llamado “Estado del bienestar” son la garantía de cumplimiento para todas las personas, por parte de las administraciones públicas, del derecho a la salud, del derecho a la educación, del derecho a la jubilación y del derecho al cuidado de los más dependientes (niños pequeños, ancianos, enfermos crónicos, discapacitados…)
Desde que empezó la ofensiva neoliberal alrededor de 1980, hemos experimentado un cambio drástico en el equilibrio de poder, desde la fuerza de trabajo hacia el capital. A pesar de eso, grandes sectores del movimiento sindical siguen aferrándose a una ideología de la concertación social pensada en tiempos en los que la correlación de fuerzas era completamente distinta.
«Invertir en amortiguar el golpe psicológico de la pandemia debería ser una prioridad para preservar un tejido social fuerte capaz de enfrentarse al ingente crash que se avecina», reflexiona Mónica G. Prieto.