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China, Rusia y el segundo advenimiento de Obama

Fuentes: Asia Times Online

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

El segundo período de cuatro años de Barack Obama como presidente de EE.UU. marcará las pautas de la cuenta atrás final de la emergencia de China como superpotencia. La dinámica del poder en Asia-Pacífico se convierte en un modelo crucial en este proceso histórico.

Mientras EE.UU. puede contar con Japón y Australia como aliados comprobados por el tiempo, sus elucubraciones respecto a China y Rusia se desarrollan y cómo se conformen tendrá un impacto decisivo en la dinámica del poder de Asia-Pacífico.

Los acostumbrados mensajes de felicitaciones y las tempranas reacciones de Pekín y Moscú ofrecen ciertas pistas en cuanto al nivel de las expectativas en las dos capitales respecto al segundo período de Obama. Ninguna de las capitales mostró algún indicio en los días previos al 6 de noviembre en cuanto a qué resultado había que esperar y mostró un aire de retraimiento estudiado, pero ambas se apresuraron a reaccionar en cuanto la victoria de Obama fue evidente.

China se mantiene cuidadosamente optimista de que la fricción en las relaciones con EE.UU. es manejable y no necesita degenerar necesariamente en enfrentamientos. Se consuela con el hecho de que no va a haber ningún «enigma oculto» en la relación general en la medida en que Pekín puede prever qué esperar de la presidencia de Obama.

Por cierto, la baza de China es que actualmente hay mucha interdependencia en las relaciones entre los dos países, y Pekín confía en que puede jugar un papel positivo en la recuperación de la economía de EE.UU.

La reacción rusa, en comparación, ha sido algo cuidadosa y condicional, más bien abatida en cuánto a qué esperar pero también insegura sobre cómo conseguir un nuevo trato. Entretanto, Moscú se prepara para cierta turbulencia en el aire a corto plazo.

Absolutamente sincero

Pekín felicitó a Obama de presidente a primer ministro, subrayando la cercanía de los vínculos que van más allá de las exigencias protocolarias. Es interesante que el vicepresidente chino, Xi Jinping, también haya enviado un mensaje de felicitación al vicepresidente Joe Biden. Biden había recibido a Xi durante el muy exitoso tour por EE.UU. de este último en febrero durante el cual, según las informaciones, pasaron varias horas de intensas conversaciones cara a cara.

Biden contó posteriormente que él y Xi forjaron una estrecha relación personal a pesar de las diferencias entre los dos países en temas de comercio o política exterior. «Ha sido totalmente sincero. Es abierto. Trata, como yo, de comprender la posición del otro. No se puede pedir mucho más que eso… Quiere conocer los detalles. Tengo un sentido claro de que trata de comprender cuáles son nuestros intereses y cuáles son nuestras preocupaciones»,  fue el resumen de Biden.

Pekín evidentemente comienza temprano la elevación de Xi como jefe de Estado en marzo, al invocar la relación personal que aparentemente se desarrolló entre él y Biden.

Curiosamente, sin embargo, Moscú dejó pasar una maravillosa oportunidad semejante cuando el Kremlin prefirió no jugar la «carta Dmitry Medvedev» aunque el primer ministro ruso también compartió una cierta relación con Obama durante su período como presidente hasta mayo.

Por lo tanto, Medvedev tuvo que reaccionar en público durante una visita a Vietnam y, al hacerlo, compensó ampliamente el mensaje cuidadosamente articulado del presidente Vladimir Putin, que fue comedido aunque cordial, pero despojado de todo entusiasmo manifiesto o calor personal. Medvedev, en comparación, fue visiblemente efusivo:

«Me alegra que el Estado más grande y poderoso del mundo sea gobernado por una persona que no considera que Rusia es su enemigo geopolítico número uno. Creo que él [Obama] es un presidente exitoso… Es un socio predecible para Rusia.

«No oculto que mucho depende en nuestro país de la situación económica de EE.UU. Lo queramos o no, seamos o no afectuosos con los estadounidenses, toda familia rusa depende del valor del dólar… Nosotros [él y Obama] comenzamos a ‘reajustar’ las relaciones. Tuvimos algo de éxito… Logramos buenos resultados. Espero que tengamos relaciones normales con Obama. También es importante para todo el mundo».

Al parecer Moscú ha hablado con dos voces, sea intencionalmente o por auténtico desacuerdo. De hecho, cuando apareció una tercera voz -la del ministro de Exteriores Sergey Lavrov- se ajustó fácilmente al mensaje de Putin.

Lavrov dijo algo parecido a lo que Barkis una vez transmitió a través de David Copperfield a Clara Pegotty en la famosa novela clásica de Charles Dickens, es decir que Rusia está dispuesta a avanzar en sus vínculos con EE.UU. y está dispuesta a hacer algo, siempre que Washington esté interesado.

Putin, a propósito, ha invitado a Obama a visitar Rusia y es muy previsible que se lleve a cabo en junio cuando la cumbre del G-20 tenga lugar en San Petersburgo. Lavrov resumió: «Es natural que sigamos trabajando con este gobierno. Estamos dispuestos a hacer lo posible sobre la base de igualdad, beneficio mutuo y respeto mutuo siempre que el nuevo gobierno de EE.UU. esté dispuesto a hacerlo».

Igualdad, confianza mutua y beneficio

Las reacciones chinas y rusas respecto al segundo período de Obama en la Casa Blanca destacan las diversas prioridades y preocupaciones de los dos países. El predicamento de Moscú es difícil. Obama ha optado por un vínculo selectivo con Rusia, mientras por otra parte la ignora y no presta atención a sus intereses. Pekín, por otra parte, está recibiendo quizá demasiada atención de Obama.

Rusia busca paridad («igualdad») en términos de soportar la pesada carga del equilibrio estratégico global, que ve en el centro del orden mundial posterior a la guerra fría, y está descontenta porque Washington ya no piensa según esas líneas desde el colapso de la antigua Unión Soviética.

China, al contrario, se siente llena de seguridad de que la interdependencia con EE.UU. también los une por la cadera y que los dos países tienen una necesidad real de nadar juntos.

Un comentario de Xinhua sobre la victoria de Obama alardeó el miércoles: «Ningún presidente de EE.UU. puede evitar las relaciones con China en los próximos cuatro años, ya que el comercio bilateral probablemente superará los 500.000 millones de dólares este año y cerca de 10.000 personas viajan cada día entre los dos países».

Mientras Moscú evalúa que el «reajuste» de Obama de los vínculos entre EE.UU. y Rusia está prácticamente moribundo, Pekín se da por satisfecha con que a pesar de las fricciones que emanan del «reequilibrio» en Asia, la cooperación china-estadounidense mostró «continuo progreso» durante el último período de cuatro años. Xinhua señala:

Gracias a su común entendimiento en la construcción de una colaboración cooperativa basada en el mutuo respeto y el beneficio mutuo, los dos países han definido el papel de cada cual y su relación de un modo más claro y más positivo. Los diálogos entre los dos países son más precisos y más efectivos.

La ansiedad en el tono ruso está ausente en la estimación china de la futura trayectoria de los vínculos con EE.UU. De nuevo, un cierto realismo se destaca por las propias prioridades de China en la situación que se desarrolla. Xinhua agrega:

Sin embargo, las disputas entre el mayor país desarrollado y el mayor país en desarrollo son evidentes y siempre existe el riesgo de enfrentamiento… [China] quiere construir un nuevo tipo de relación, definida por beneficios mutuos y cooperación… Si EE.UU. no cambia su forma de pensar tradicionalmente hegemónica, habrá más y más conflictos mientras China se sigue desarrollando y protegiendo sus propios intereses.

China tiene muchos problemas internos urgentes que hay que resolver… [China] no puede soportar los costes de una confrontación total con el mundo exterior. EE.UU. también necesita a China, no solo en términos de desarrollo económico sino también en otros campos. La crisis financiera global reveló que la globalización ha llevado a que los países sean tan interdependientes… China y EE.UU. tienen que trabajar juntos por el bien de la futura estabilidad mundial».

Los bosques son bellos, oscuros y profundos

Dicho de otra manera, China considera los bosques -cuán oscuros y profundos (pero bellos) podrían ser los bosques- mientras Rusia cuenta tenazmente los árboles. Moscú está atascada en el pensamiento de que la Cámara de Representantes de EE.UU. podría estar a punto de promulgar la denominada Lista Magnitsky, que ve como un reemplazo por la puerta trasera de la Enmienda Jackson-Vanick de la era de la guerra fría, que restringió los lazos económicos entre EE.UU. y Rusia.

Según la evaluación de Sergei Rogov, director del Instituto de Estudios de EE.UU. y Canadá en Moscú, se acumulan las nubes de una inminente tormenta en los vínculos entre EE.UU. y Rusia, pero «después de un cierto tiempo, el gobierno de Obama puede presentar una nueva agenda de las relaciones con Rusia».

Piensa que Obama tendrá que buscar la cooperación de Rusia respecto a Afganistán y los temas de desarme; e incluso podrían tener lugar algunas «discusiones muy serias» sobre el fastidioso problema del programa de defensa de misiles. Pero, según Rogov, lo mejor que se puede decir es que «hablando en general, pienso que el gobierno de Obama no llevará las relaciones entre EE.UU. y Rusia a una crisis seria de cualquier tipo». Resumiendo, Moscú puede esperar la misma antigua mezcla de cooperación selectiva y dejadez benigna en el segundo período de Obama.

Tanto Pekín como Moscú especulan ansiosamente sobre la selección por parte de Obama del próximo secretario de Estado de EE.UU. Ambos visualizan la fuerte posibilidad de que la selección de Obama se limite al senador John Kerry.

Por supuesto, Kerry será un novato respecto a los vínculos con China, pero es una cara familiar en Moscú y podría evocar sentimientos ambivalentes (aunque podría ser mucho peor si la selección de Obama resulta ser Susan Rice, quien ha hecho numerosas observaciones poco diplomáticas sobre las políticas rusas). Sin duda, China lamentará la partida del secretario del Tesoro, Timothy Geithner.

El embajador M. K. Bhadrakumar fue diplomático de carrera del Servicio Exterior de la India. Ejerció sus funciones en la extinta Unión Soviética, Corea del Sur, Sri Lanka, Alemania, Afganistán, Pakistán, Uzbekistán, Kuwait y Turquía.

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Fuente: http://www.atimes.com/atimes/Central_Asia/NK09Ag01.html

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