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Ciudadanos extranjeros y el sistema de justicia criminal

Fuentes: Institute of Race Relations

Traducido por María Luján Leiva

Titulares sensacionalistas acerca de los criminales extranjeros – desde los terroristas oscuros y morenos del oriente medio, a los violadores albaneses y predadores sexuales del África, a los estafadores y tramposos rom de Europa Central y del Este – dominan actualmente los periódicos europeos. En respuesta a este tipo de historias, los políticos han establecido objetivos para la remoción de ciudadanos extranjeros en prisión y ha crecido la creencia que la deportación es un modo razonable y proporcionado de garantizar la seguridad pública contra el enemigo extranjero. Pero detrás de esas historias presentadas por los medios existe otra realidad – una realidad escondida que se relaciona con las vidas de esos «extranjeros» que están siendo barridos en forma creciente bajo esta campaña de deportación en Europa.

Efectivamente, esos ´extranjeros criminales´, indicados para la deportación, son con menos probabilidad los pillos serios y depredadores sexuales dañinos del moderno folklore y mucho más probablemente se trata de pobres inmigrantes y solicitantes de asilo arrestados por delitos inmigratorios tales como viajar sin documentos, trabajar sin permiso legal o faltas administrativas con relación a las leyes migratorias. Pueden ser rom yéndose de las persecuciones en Europa Central y del Este y arrestados en Europa Occidental por amenazas al orden público tales como ser mendigos o sin techo. Pueden ser segunda – incluso tercera – generación de jóvenes inmigrantes, hijos y nietos de trabajadores huéspedes, que están empadronados como ciudadanos extranjeros en las estadísticas de las prisiones y engrosan las filas de la población carcelaria de Europa (no tienen ciudadanía, aunque hayan nacido en Europa, debido al sistema ius sanguinis de ciudadanía).

Pueden ser también algunos de aquellos innumerables adultos jóvenes que vinieron a Europa siendo niños, refugiados de países como Sudán, Somalía, Ruanda, la ex Yugoslavia, pero a quienes no se les dio ninguna ayuda para superar el trauma que habían sufrido y de jóvenes, fueron arrastrados a una vida de delincuencia y vagabundeo. Pueden ser también solicitantes de asilo rechazados.

Cabe preguntarse si es que detrás de la resolución gubernamental de deportar cada vez más a ciudadanos extranjeros que cometen delitos no exista otra agenda y propósito. En un mundo donde se incrementa la cantidad de gente desplazada y donde las posibilidades de las migraciones por trabajo son mayores que antes, los gobiernos europeos occidentales están buscando establecer justamente qué tipo de trabajadores migrantes, ciudadanos de terceros países y los llamados ´ciudadanos virtuales¨ (ej. aquellas personas que habiendo vivido en Europa durante sus años de formación no tienen por alguna razón la ciudadanía – ganan los derechos para una residencia permanente). La contrapartida de esto es que la ciudadanía y la residencia es negada o retirada a categorías enteras de personas que son consideradas una población residual no querida, disponible a ser tratada como un deshecho tóxico.

Este artículo (que puede ser consultado en versión completa en el European Race Bulletin, Autumn 2009) se centra en la creación gradual de un sistema de justicia penal especial para extranjeros, caracterizado por sentencias más duras y segregación en prisiones como también por la aplicación de la pena de deportación con posterioridad al cumplimiento de la prisión (doble penalidad).

Separación, segregación y expulsión son nuevos principios penales que los políticos pretenden hacer pasar como una respuesta proporcional a la amenaza de delincuentes extranjeros. Pero las leyes y las medidas que hemos señalado antes son realmente desproporcionadas, autoritarias y contradicen la política penal moderna que sostiene que cada castigo debe ser adecuado al individuo, corresponder al delito y debiera conducir a la rehabilitación del infractor.

Esta creación de un sistema penal de justicia especial y más severa representa una franca extensión de sistemas xenoracistas que han emergido desde los inicios de los noventa en las políticas de asilo y también después del 11 de septiembre con su guerra al terrorismo. Como la criminóloga Susanne Krasmann ha observado, el verdadero concepto de ´enemigo´ es «indeterminado» y podría ser eventualmente extendido sin límites. Lo que estamos observando es la extensión de esta categoría de ´enemigos´ a los solicitantes de asilo y a los extranjeros per se.

http://www.irr.org.uk/2009/november/ha000026.html