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Perú

Conceptos y metodología para entender una crisis, ¿política, de estado? (Parte II)

Fuentes: Rebelión

Retomaremos el concepto de crisis formulado por Jorge Beinstein: Simplificando tal vez demasiado podría definir a la crisis como una turbulencia o perturbación importante del sistema social considerado más allá de su duración y extensión geográfica, que puede llegar a poner en peligro su propia existencia, sus mecanismos esenciales de reproducción. Aunque en otros casos […]

Retomaremos el concepto de crisis formulado por Jorge Beinstein:

Simplificando tal vez demasiado podría definir a la crisis como una turbulencia o perturbación importante del sistema social considerado más allá de su duración y extensión geográfica, que puede llegar a poner en peligro su propia existencia, sus mecanismos esenciales de reproducción. Aunque en otros casos le permite a este recomponerse, desechar componentes y comportamientos nocivos e incorporar innovaciones salvadoras.1

De acuerdo a este concepto, una crisis política o de cualquier tipo estaría siempre latente, es una potencialidad que aparece en una sucesión de ciclos cada vez mas degradados y en ese sentido, una crisis es un concepto muy vinculado con el de decadencia, declive, ese es el caso de la civilizacion capitalista al que pertenecemos. Al mismo tiempo vivimos en el Perú una crisis prolongada, permanente, histórica por que tenemos un Estado no nacional que continua privatizando bajo los parámetros de una acumulación originaria, recolonizadora, que se repite cada ciclo y que hoy con la construcción de un pais extractivista minero se enfrenta nuevamente a los pueblos originarios a quienes se les concesionan sus territorios y sufren la violencia del despojo y la explotación. También podemos definir una crisis como un período de inestabilidad, dificultades, cambios, y de transformaciones profundas, como las reformas neoliberales que ya tienen tres décadas, pero que no llegan a un punto de inflexión que determinaría la supervivencia o la desaparición de instituciones o del propio Estado. Sin embargo surgen momentos, acontecimientos que conducen a un período de desajustes intempestivos, a una coyuntura dificultosa o complicada, a una situación en la que los conflictos sociales se recrudecen y aparecen el aymarazo, el moqueguazo, el arequipeñazo, etc. creando condiciones para una transformación más radical.

Algunos analistas (Sinesio Lopez, por ej.) sostienen que vivimos una crisis política y ello merece seguir siendo examinado. Creemos que es así, pero es una crisis que debe ser vista como un proceso, en movimiento, que intensifica y a veces antagoniza la lucha de clases, pero que dada la situación de desorganización y división a nivel macro regional y nacional, ante la ausencia de un proyecto común, el proyecto neoliberal puede recomponerse y volver a un equilibrio inestable por otro ciclo. Las crisis están incubadas desde el nacimiento del llamado Estado republicano, que ni fue Estado liberal, ni nacional, ni republicano. Fue un ente político de dominio y mando, de coerción, estructurado internamente de modo colonial. Y los regímenes políticos fueron mayoritariamente militares, oligárquicos o neoliberales (salvo alguna excepción) que llegaron al 2019 con instituciones, Constitución y gobiernos saqueadores y corruptos. En resumen, la potencialidad de la crisis política siempre estuvo presente y asi hemos llegado al actual momento histórico.

Si queremos aprender cómo criticar el Estado, en el actual momento histórico -y quizas siempre- hay que recurrir al análisis de la historia y de la economía política tal y como existe en el mundo real, debemos superar el riesgo, teórico y práctico, de colocar al Estado en un embalaje y la economía en otro, ello no nos permite observar las interconexiones existentes entre ambos dominios. No puede ser que veamos las luchas políticas solo circunscritas a los límites de la competencia electoral, respecto a lo que algunos llaman espacio democrático y que en realidad es un espacio de dominación donde se define quienes mandan y quienes obedecen, alli se definen los intereses compartidos por el poder en las alturas por los ciudadanos individuales, y menos los intereses colectivos y el bien común. Al mantener la separación fetichista entre el Estado y el mercado, la lucha de clases económica se queda reducida al crecimiento, a la inversión privada, a la racionalidad mercantil, a la rentabilidad empresarial y la competitividad económica; y no se ven el desempleo, la precaridad laboral, la sobreexplotación y menos la recolonización por despojo, el extractivismo y el rentismo, el poder de la lumpen burguesía organizada en la CONFIEP y su capacidad para corromper la vida política. Esta relación es importante para entender a Vizcarra, al Congreso y el desenvolvimiento de los poderes. Si vemos asi las cosas entenderemos como el actual conflicto surge de la imposición por Vizcarra y la Confiep de la acumulación por despojo con la licencia otorgada a la SPC, luego el envio de las FFAA y FFPP a reprimir, el encarcelamiento de Gobernadores de izquierda, las leyes antilaborales productivistas y todo ello aparece como defensa de la economía peruana. En el otro lado de esta aparente esquizofrenia aparece una supuesta lucha contra la corrupción, los medios lanzan publicidad como adalid de la democracia y cierta izquierda reformista y siempre ambigua llaman a la población a apoyarlo. Como vemos ambas son partes de la misma política, su separación por analistas políticos permite que el sistema de explotación y dominación se reproduzca automáticamente mediante una compartimentación ficticia de las luchas económicas y políticas. En su lugar la izquierda debe desarrollar proyectos políticos susceptibles de unificar a las fuerzas subalternas contra el poder social unico del capital.

El proceso de crisis es multidimensional, pero no es terminal, pues llegar a ello esta condicionado por la lucha antagónica etno-clasista. Cuando hablamos de crisis del Estado en su conjunto, se está señalando que se procesa también a nivel de la sociedad civil, como parte del Estado, donde las clases dirigentes tradicionales corroidas por sus propias actividades y contradicciones, como el despojo-corrupción que van siempre unidos, se revelan cada vez más incapaces de dirigir a toda la nación. Más complejo aún por las características de una nación en formación, todavía llena de diferencias y tensiones, sometida a un colonialismo interno y al mismo tiempo por una recolonización multiple de un imperio y diversas trasnacionales y el capital financiero. Los poderes del Estado, las instituciones se mercantilizan y se privatizan, se escinden en torno a organizaciones criminales, mientras que la burocracia, las altas finanzas, la Iglesia y todos aquellos organismos relativamente independientes de la opinión pública refuerzan sus posiciones en el interior del Estado. La repercusión de la crisis en el conjunto del Estado puede provocar, de esta manera, el desplazamiento de la base histórica del Estado, dando paso a la supremacía del capital financiero, extractivista y rentista y en nuestros países periféricos, de los agentes más o menos directos del imperialismo.

Las abstracciones liberales expresadas en conceptos se han naturalizado y se utilizan sin mayor reflexión. Categorías como: Estado, sociedad civil, soberanía, nación, ciudadanía, democracia, estado de derecho, partidos, etc. vistos desde la práctica y de sus concreciones en países semicoloniales, dependientes, pierden contenido histórico por su propia naturaleza y más aún con el neoliberalismo. En estas circunstancias hemos sido incapaces de construir nuevas categorías para no llamar de una manera a lo que no es. Los conceptos son expresiones inconcretas, por ejemplo el Estado » es la expresión abstracta de los medios, formales y sustanciales, de unificación, regulación y control de la sociedad humana desunida. Como tal, el Estado es el producto de relaciones y condiciones que son específicas al seno de determinadas sociedades…»2. El Estado no es una cosa, el Estado no es un sujeto, el Estado es una relación social , elíptica y no inmediatamente comprensible, con esta visión nos colocamos en una dimensión muy distinta en la que se abren direcciones para la investigación y la práctica totalmente diferentes y muy fecundas, lo que equivale a decir que el capital no es una cosa, sino una relación entre las personas mediada por la instrumentalidad de las cosas. Análogamente, podemos decir que el Estado es una relación social entre las fuerzas políticas mediada por las instituciones o, mejor, por la materialidad institucional del Estado, que está incrustada a su vez en un conjunto más amplio de relaciones sociales.

A su vez, el Estado -concreto y abstracto a la vez- es un ente que organiza directamente el poder político, en tanto conjunto de medios para lograr determinados objetivos, responde a quienes han tenido el poder y le han impreso un carácter determinado a partir de sus intereses e ideología. De tal manera que el Estado, se constituye en el instrumento de las clases o élites que han construido el régimen, el cual se orienta a mantener y garantizar la pervivencia del statu quo, que no es otra cosa que el interés económico, social, cultural y político de quienes se constituyen en la clase dominante local y los poderes externos que ejercen su dominio al interior de la nación en la cual está constituido. Es decir, el Estado ha sido el ente que reproduce las condiciones de desarrollo del proyecto de la clases sociales o elites dominantes y, por consiguiente, las condiciones que determinan o condicionan las posibilidades del ciudadano o de los sujetos oprimidos y subordinados para ser parte del poder, para ser representados o excluidos de éste, o para que predomine su carácter de simples consumidores o ejecutores de decisiones tomadas sin su conocimiento, consulta o decisión particular.

Una economía política y una concepción de la política crítica van juntas y no pueden limitarse a realizar examenes de la política económica, de la macroeconomía o de la inversión y el crecimiento en el primer caso, o un análisis comparativo de las instituciones, o la revisión contable de los votos, o la psicologíia de los políticos, en el segundo. Mas bien juntas deben abordar la incrustación de lo político en la compleja lógica más amplia de la sociedad y la articulación existente entre las diferentes instituciones y campos económicos, culturales y sociales. Gramsci definió el poder del Estado como el conjunto integral de actividades teóricas y prácticas mediante las cuales las clases dominantes no solo justifican y conservan su dominio, sino que logran también ganarse el consenso activo de aquellos a quienes dominan. Este concepto supera la concepción institucional, o la idea de que es la suma del territorio-lengua-nación, e incluso va más allá de la dominación de una clase sobre las otras, para situarnos frente a otra dinámica enraizada en la naturaleza del mismo, que pretende entenderlo como sociedad política mas sociedad civil o, dicho de otro modo, como consenso revestido de coerción: la hegemonía.

En una perspectiva histórica de larga data, el régimen político se vincula a un capitalismo colonial, como materialización de las relaciones estructuradas desde una economía y una política colonial y que se manifiestan en la vida política posterior que con el tiempo va logrando una relativa autonomía pero hay continuidades. El poder político y las instituciones cada vez más ocultan el cimiento fundamental del régimen político que es la propiedad privada y sus expresiones en empresas trasnacionales y nativas, como capital extractivista asociado al bancario, financiero y comercial. A estos avances institucionales se les conoce como construcción de un régimen democrático aunque de el no tenga casi nada, más bien este modo de pensar surge del uso de una filosofía política bastante alejada de nuestra realidad. La propiedad de los medios de producción y de las instituciones creadas para su defensa, genera las posibilidades de ser fuente y recurso de poder político, constituye una condición fundamental para acceder, influir o dirigir el poder político y para darle forma y contenido al resto de instituciones, normas y procedimientos que integran el régimen político. Es desde las instituciones, y las leyes, donde quienes dan conducción al régimen político condicionan la lucha por el poder, el ejercicio del poder, la toma de decisiones fundamentales y los medios para ello. Desde allí se fijan los fines y objetivos que pueden ser perseguidos por gobernantes y gobernados, configurando con el tiempo una cultura política sumisa donde se independiza la política, se fetichiza al Estado y gobierno y se imponen las ideas y valores predominantes con relación a la política y al poder, en su objetivo central de controlar las vías aceptadas para acceder y mantener, al mismo tiempo, el despojo y la posesión sobre los medios de producción. De la extracción minera pasamos a las haciendas y plantaciones agrarias, de allí al caucho, el guano y el salitre; luego la pesca y los bosques; y últimamente a la agroindustria y vuelta a la minería. La infraestructura, el comercio, la construcción, la banca y los servicios hoy están asociados a la minería y a la agroindustria. Siempre extractivistas, siempre rentistas con su síntesis en la nefasta CONFIEP, matriz del despojo y el saqueo. No se supera la condición semicolonial, que siempre esta renovándose.

En este sentido, el Estado capitalista tiene la capacidad de recomponerse para asegurar la dominación del capital, a medida que van cambiando las formas de acumulación. Cuando observemos que en el proceso político se desata una crisis, esta no será de naturaleza política o de naturaleza económica, será un crisis de la relación capitalista que se puede expresar en formas políticas o formas económicas. La manera de aumentar la plusvalía para salir de dicha crisis es el aumento del despojo del subsuelo y/o el aumento de la explotación a través del manejo de la crisis con medidas productivistas y la violencia. La acumulación originaria es para Marx, el proceso histórico por el cual nacen las condiciones para que sea posible el capitalismo, la compulsión extra-económica para el despojo fue un pre-requisito del proceso continuo e inherente de las sociedades modernas. En la periferia, por medio de la acción estatal se da la separación del productor agrario de sus medios de producción sin creación de asalariados industriales y más bien una transferencia de valor a la economía mundial. Se complementan el despojo como presupuesto del capital en la perifera y el despojo como resultado de su existencia en el centro. A su vez, el análisis de acumulación originaria nos permite dar cuenta de cómo en momentos de crisis esta reaparece, por medio de mecanismos de expropiación extraordinaria del subsuelo y sus riquezas y del capital sobre el trabajo, implementados por el Estado, para evitar problemas en la reproducción del capital. El Estado aparece así, como el aspecto político de la producción y reproducción del capital.

Las dimensiones constitutivas y funciones del régimen politico -que tambien forman parte del Estado- también están en una crisis potencial. Nos referimos al conjunto de burocracias, a la modalidad constitucional y legal, al sistema de creencias (ideología y religiosidad), a la cultura del hacer y al filtro social de territorio, poblaciones e intercambios económicos. Las burocracias en los más altos niveles como los ministerios de economía o de mineráa son impuestas desde fuera, aparecen los consultores y asesores; la Constitución y las leyes son para proteger a las grandes corporaciones y no al bien común; las creencias retroceden a la barbarie desplegándose un temible conservadurismo patriarcal, xenofóbico, antiaborto, homofóbico, racista, con reconstrucción de identidades excluyentes y represivas. Una dimensión más será el de la representación como imagen y como conjunto de prácticas políticas y relaciones sociales del poder político, una imagen del Estado que aparece como conflicto de organizaciones criminales, de corrupcion generalizada, de fraude y cinismo. Seran los medios de comunicación e información los que proporciona sentido a la acción de grupos, comunidades y sociedades, perdidas en laberintos imaginarios. Ahora son las trasnacionales y otras grandes empresas las que marcan la ausencia o presencia del Estado en territorios y comunidades específicas, haciendo referencia al contexto social más amplio marcado por los poderes del Estado y que encuadran el funcionamiento político estatal. Las transnacionales se asocian directamente con el poder estatal para destruir a sangre y fuego las estructuras de organización obreras, ciudadanas, liderazgos sociales, defensores de derechos de pueblos o de la ciudadania, y la necesaria territorialidad de ese poder, es decir, del ejercicio desnudo de la violencia del Estado sobre los habitantes de un territorio nacional. Desencadenó por otra parte un tumultuoso proceso de apropiación privada de los bienes comunes antes estatizados, un gigantesco despojo a cada comunidad nacional, y la constitución de las cúspides de la burocracia estatal en nueva clase dominante propietaria de vastos capitales privados de este proceso de apropiación por despojo, así como sus repercusiones en los equilibrios mundiales de poder entre naciones y clases, parecen estar todavía lejos de las mediciones existentes y tal vez no tengan antecedentes en la historia.

Con esta panorámica visión de los cambios en el Estado y el régimen político veamos sus conexiones con la nacion en formación y con las nacionalidades. Para ellos utilicemos un texto de José Raymundo Trindades donde critica al proyecto no nacional de Bolsonaro. El concepto de nación tiene que ver con cinco condiciones fundamentales cuya interacción e integridad nos permitirá hablar o no de nación: 1) La garantia de las condiciones de vida de la población que habita un territorio, 2) la producción de nuevos conocimientos y tecnología que pemiten hablar de civilización, 3) La diversidad cultural que establece la codificación de un pueblo, 4) el factor territorial y geopolítico, control sobre el territoro y sobre las bases naturales que establecen una convivencia civilizatoria y 5) El poder monetario nacional para mantener un patron de precios gobernado por la moneda que hace posible controlar las relaciones comerciales internas con reglas para la apropiación d la riqueza y para la transferencia de parte de esta al exterior.3

En el primer punto, la calidad de vida depende de algunas condiciones que satisfacen el deseo de vivir y construir futuro: a) garantáa de sostenibilidad alimentaria, b) acceso básico al trabajo que honra al ser humano, c) garantía de la vejez, la dignidad de la seguridad social que permite mantener el honor de quien trabajo toda su vida, d) el apoyo educativo, que permite comprender la vida convertida en creatividad y planificación, e) garantía de salud que cumpla con las estipulaciones básicas de cura y prevención. En el segundo punto. Para conseguir esta capacida sera necesario a) una red educativa universalizada, accesible para todos, con un patrón de transferencia lingüística y de aprendizaje que socializa el conocimiento promedio de la humanidad. B) Una red de educación pública superior para la recrecaión continua del conocimiento hasta el logro de nuevos conocimientos y c) una red de experimentación y problematzación de una ciencia de vanguardia. En el tercer punto. La diversidad cultural se refiere a la integración e interacción entre las diferencias y la disposición de darse entre si. La negación de la diversidad y la imposición por la fuerza de reglas que violan la multilateralidad abortan la condición nacional. El cuarto factor tiene que ver con el control sobre el territorio y sobre las bases naturales que establecen la convivencia civilizatoria centrada en el uso colectivo y público sobre la apropiación privada e individual, la transformacón de la naturaleza en una perspectiva tecnológica y uso por parte de la civilización nacional y el respeto en el uso de la naturaleza basjo la condición del mantenimiento generacional y la permanencia del planeta. Una condición geopolítica es la experimentación del poder militar de civilización y defensa territorial, de subordinación a los intereses de la sociedad, lo contrario es atentar contra la democracia y la civilidad. El último, ya fue algo explicado. Estos factores definen tambien la soberanía nacional y su destrucción lleva a la no nación. Algunos breves ejemplos aclaran el concepto; el despojo y saqueo, la flexibilidad laboral, la ley «pulpin», las AFP o afores, las disposiciones sobre mayor productividad imponen la precarización y el desempleo y atentan contra un factor. La reforma educativa neoliberal destruye la universidad y no permite pensar en una universidad y una sociedad autónomas y nos conducen a pensar en un pueblo sin historia y sin futuro.

Con esto entenderemos porque la nación trata de un vínculo dinámico entre seres humanos y por que la estatización de la vida social está siempre atravesada por el conflicto y desbordada por la política autónoma de las clases subalternas. Resalta, en este sentido, la propiedad privada como el gran estructurante económico social de una minoría y el Estado como el máximo cohesionador político e ideológico. Ambos factores íntimamente relacionados e influyéndose mutuamente en la reproducción de relaciones sociales y políticas correspondientes, en este caso, al capitalismo colonial. El problema es que el Estado es de pocos, es no nacional, y no existen bases para ser democratico republicano. Allí radica el fundamento de una crisis potencial y permanente.

El régimen político es en si mismo un factor de crisis, pues se sustenta y al mismo tiempo contribuye a reproducir las condiciones económicas, la propiedad, el régimen de acumulación; la estructura social y las relaciones de explotación; culturales con discriminación y racismo, de limitado acceso a conocimientos y medios de desarrollo, que en conjunto no delimitan una ciudadanía, y más bien condicionan la lucha por para darle una orientación al poder y para asignar un papel determinado al gobernante y a las distintas sujetos sociopolíticos que participan del mismo régimen. Como parte de tales condiciones, el régimen político de un Estado no se comprende sin tomar en cuenta las instituciones y normas que lo articulan a otros estados y poderes en el ámbito regional y mundial, los cuales condicionan las posibilidades y limitaciones del régimen político –y sus componentes fundamentales– circunscrito a un Estado determinado.

Con el neoliberalismo, las crisis tienen una particularidad que posibilita la dificultad para resolver las multiples y grandes contradicciones surgidas con su desenvolvimiento. La crisis actual difiere de sus precedenteshistóricos por cuanto la estamos viviendo desde un contexto de «divorcio entre el poder y la política». Ese divorcio provoca una «ausencia de la agencia o capacidad de acción» necesaria para hacer aquelloque toda crisis exige por definición: elegir un modo de proceder y aplicar la terapia indicada para seguir el camino que se ha escogido. Terminaremos con una frase de Bauman:

Da la sensación de que esa capacidad de acción insuficiente seguiráparalizando la búsqueda de una solución viable hasta que el podery la política (hoy divorciados) vuelvan a maridarse . También da laimpresión, sin embargo, de que, en las actuales condiciones de interdependencia global, ese matrimonio resulta difícilmente concebibledentro de un único Estado, por grande y rico en recursos que sea.Más bien parece que nos enfrentemos en estos momentos a la formidable tarea de elevar el nivel de la política y de la importancia de susdecisiones a cotas completamente nuevas para las que no existen precedentes. (Zygmunt Bauman y Carlo Bordoni, Estado de crisis, Paidos, España 2016) https://ep00.epimg.net/descargables/2016/01/08/c85db9ccc2f4339b45d00ffb93a96090.pdf

Notas

1 Jorge Beinstein, Pensar la decadencia El concepto de crisis a comienzos del siglo XXI, http://www.rebelion.org/docs/16396.pdf, 2005.

2Lawrence Krader, (1980) El Estado, en la teoría y en la historia . Ediciones El Caballito, México, 1980

3José Raymundo trinado Barreto, Detener el proyecto no nacional: defender la universidad pública y la soberanía nacional, Carta Maior, 26/08/2019 https://www.cartamaior.com.br/?/Editoria/Politica/Deter-o-projeto-de-nao-nacao-defender-a-universidade-publica-e-a-soberania-nacoinal/4/45068

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