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Construyendo la Unión

Fuentes: Público

Europa empieza a ser cada vez más decisiva para los españoles y para los ciudadanos europeos, a pesar de su desconocimiento. Y ello coincide con una etapa de renovación importante de las instituciones europeas: las elecciones europeas a la vuelta de la esquina, en octubre la elección del presidente de la Comisión y el referéndum […]

Europa empieza a ser cada vez más decisiva para los españoles y para los ciudadanos europeos, a pesar de su desconocimiento. Y ello coincide con una etapa de renovación importante de las instituciones europeas: las elecciones europeas a la vuelta de la esquina, en octubre la elección del presidente de la Comisión y el referéndum de Irlanda, que debería abrir paso al nuevo Tratado. Y además, la Presidencia Española de la UE, en enero. Pero su renovación no va asociada automáticamente a su dinamización y funcionalidad.

Europa será más decisiva si resuelve favorablemente algunas cuestiones preeminentes. En primer lugar, y a pesar de que es probable que nos sintamos más europeos que, por poner un ejemplo, americanos, Europa debe afrontar la falta evidente de sentimiento europeo a nivel popular. Puede ser debido a la diversidad que engloba el hecho europeo: para empezar, la diversidad lingüística y cultural. También puede ser debido a razones jurídicas e institucionales demasiado lejanas, a las que el ciudadano ve como extrañas. Puede que sea una hostilidad hacia un modelo de Europa en particular. Puede que, en parte, sea responsabilidad de algunos dirigentes políticos y medios de comunicación, que tampoco le otorgan la importancia que en realidad tiene Europa en nuestras vidas. De ahí nace el hecho de que tan sólo el 37% de los ciudadanos de España se sientan europeos (en exclusividad o tan europeos como españoles), según la encuesta del CIS de mayo de 2009. Si bien es cierto que este porcentaje ha aumentado desde que entramos en el mercado común -en ese momento estábamos en un 32,2%- las cifras actuales muestran una cierta estabilidad, sin crecimiento ni decrecimiento, aunque en los últimos años el impacto de Europa en nuestras vidas debería haber sido más evidente. Tampoco las nuevas entidades territoriales, como las euroregiones, son estructuras que gocen de un sentimiento de apoyo mayoritario por parte de la ciudadanía. Han surgido de la voluntad de sus dirigentes, sin encontrar aún su espacio en el imaginario del ciudadano.

Esto nos lleva directamente a la segunda de las cuestiones que Europa debe afrontar: la falta de comprensión de sus instituciones por la complejidad en su composición, nominación y funcionamiento. El Parlamento Europeo, la Comisión, el Consejo y el Consejo Europeo son cuatro espacios para liderar un único proyecto, para gestionar sus recursos y, sin embargo, no se traduce en la visibilidad de un liderazgo, único y claro. ¿No sería más sencillo, o por lo menos creíble para la ciudadanía, elegir al presidente de la Comisión directamente? De este modo se estaría eligiendo al presidente de la Unión Europea mediante unas elecciones presidencialistas y un equipo de Gobierno previamente definido. ¿No sería lógico gozar de un parlamento funcional para desarrollar la capacidad legislativa y financiera de la Unión? Este segundo aspecto empieza a ser enmendado en el Tratado de Lisboa, aunque aún puede ser mejorado. Me parece que, si hacemos las reformas constitucionales adecuadas, la Unión Europea no será sólo algo que existe, sino algo funcional y que, además, podría incluso generar entusiasmo. Eso es así a pesar de que los españoles reconocen cada vez más que las decisiones que se toman en la UE les afectan. Es relevante poner de manifiesto que crece el porcentaje de españoles con actitud negativa hacia la UE, pero, sobre todo, crece la indiferencia. Y esto sí que es preocupante.

En tercer lugar, si bien estábamos dando por supuesta la responsabilidad de los políticos para resolver y afrontar los dos retos anteriores, es preciso que también tengamos en cuenta el rol que juegan los medios de comunicación. El nexo entre la ciudadanía y cualquier proyecto político pasa en gran parte por el papel que juegue la televisión, Internet, la radio y la prensa escrita al respecto. Es preciso articular una política pedagógica encaminada a hacer comprender al mundo de la comunicación que el proyecto europeo es una realidad genuina más allá de las disputas estatales entre partidos y que representa, probablemente, el único camino político integrador, viable y de futuro para hacer converger a las naciones, regiones y ciudadanos de Europa a fin de ser alguien en la esfera internacional. Y un buen ejemplo de ello es que el 68% de los españoles considera que se siente poco o nada informado sobre asuntos relacionados con la Unión Europea, según la encuesta del CIS de mayo de 2009.

Y finalmente, deberíamos preguntarnos qué parte de responsabilidad tenemos los ciudadanos y la sociedad civil. También deben partir de nosotros iniciativas que reclamen mayor información y contacto con los políticos que trabajan a nivel europeo. Existen ya iniciativas importantes a este respecto, como, por ejemplo, la página web www.feseuropa.cat, que facilita un espacio de preguntas directas a los candidatos catalanes a las europeas y en la que estos responden directamente. O también www.parlorama.eu/en o www.votewatch.eu/index.php, páginas que facilitan el control del trabajo de los eurodiputados por parte de la ciudadanía. Nos dejaríamos aquí otras muchas iniciativas de la propia sociedad civil como blogs personales, chats y otros espacios en los que se debate y reparte información mucho más rica y diversa de la que a menudo encontramos en los medios de comunicación tradicionales.
En definitiva, la responsabilidad está, como no, repartida, aunque evidentemente no de forma equitativa, entre los políticos y sus partidos, los medios de comunicación y la propia sociedad civil. A nosotros nos queda informarnos y tener en cuenta que las próximas elecciones europeas nos permiten construir un poco más la Europa que queremos, a fin de no dejarla en manos de los que no queremos que la lideren.

Max Vives es director de la Fundació Catalunya Europa.

http://blogs.publico.es/dominiopublico/1317/construyendo-la-union/