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7 de octubre, Jornada Mundial por el Trabajo Decente

Contra esta Europa

Fuentes: La República

Actualmente la crisis del Estado social se acentúa y el sistema capitalista muestra ahora su cara más feroz e inhumana. El capitalismo vive tiempos de decadencia, pero esta situación no se traduce en pérdidas para el gran capital rescatado por el Estado, sino en importantes recortes sociales que soportan los de siempre. Los trabajadores de […]

Actualmente la crisis del Estado social se acentúa y el sistema capitalista muestra ahora su cara más feroz e inhumana. El capitalismo vive tiempos de decadencia, pero esta situación no se traduce en pérdidas para el gran capital rescatado por el Estado, sino en importantes recortes sociales que soportan los de siempre.

Los trabajadores de nuestro país sufren con virulencia los efectos de esta devastadora crisis económica. No en vano, somos el país de la Unión Europea con la tasa más alta de paro, y también con el mayor paro juvenil de toda la Unión. La precariedad, la siniestralidad y la temporalidad siguen siendo las principales características del empleo que se produce en España y de la UE nos llegan nuevas normas que acentuarán la precarización de nuestras vidas. La Directiva de Retorno (o de la Vergüenza) y la Directiva de Tiempo de Trabajo son dos buenos ejemplos de ello. La primera contó con el apoyo del PSOE en el Parlamento Europeo y la segunda se aprobó con la abstención del Ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, en el Consejo de Ministros de la UE. Comprobado queda de qué lado están.

Con la Directiva de la Vergüenza las leyes xenófobas se instalan en Europa descaradamente atentando contra los derechos más esenciales de los trabajadores inmigrantes. La UE se alza así como una gran fortaleza de Occidente para frenar los sueños e ilusiones de miles de personas que llegan a Europa en busca de una vida mejor. Esta vergonzosa directiva les negará sus sueños, pero también su dignidad como seres humanos.

Por otro lado, la Directiva de Tiempo de Trabajo nos hace retroceder más de un siglo en la historia. Ya en 1917 la OIT oficializó la jornada laboral de 48 horas semanales después de importantes luchas sindicales, y hoy, gracias a esta norma, los estados de la UE podrán establecer la jornada laboral de 65 horas semanales. Con esta directiva trabajar entre 10 y 12 horas diarias y 6 días a la semana será totalmente legal.

Esta es la Europa que instaura el antidemocrático Tratado de Lisboa y a la que ya han dicho «no» algunos países como Irlanda. El paro, la precariedad laboral, la carestía de la vida o las privatizaciones de los servicios públicos son sólo algunos efectos de la Europa que quieren construir algunos, pero que sufriremos todos.

Ahora que habrá más desempleados, trabajaremos más horas cobrando menos, tendremos empleos más precarios y temporales, y nos jubilaremos a los 70 años, se impone la necesidad de la movilización social. Ahora la izquierda debe reconstruir sus lazos con el movimiento sindical para dar esta batalla por los derechos de los trabajadores. Y esta lucha bien puede comenzar rescatando algunas de las históricas reivindicaciones de la izquierda y el movimiento obrero, como la jornada laboral de 35 horas semanales, trabajando menos para trabajar todos.

El martes, 7 de octubre, se ha convocado una Jornada Mundial por el Trabajo Decente para enfrentar estos ataques contra los trabajadores. En España las movilizaciones están convocadas por los sindicatos UGT y CCOO, y respaldadas por un buen número de ONG’s y organizaciones políticas y sociales. Sin embargo, estas manifestaciones y concentraciones deben significar sólo el principio. Esta lucha debe concluir con una huelga general europea que clame por una Europa social, solidaria y democrática de los trabajadores y las trabajadoras y gane el futuro para las nuevas generaciones que están por venir.

El 7 de octubre todos a la calle. Nos jugamos mucho.