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Cumbre europea del 9 de diciembre en Bruselas

Crisis de la Unión y del Euro y ataque a los trabajadores y los pueblos

Fuentes: Rebelión

La que iba a ser «la gran cumbre» europea, llamada a afianzar «definitivamente» la zona euro y la Unión Europea (UE) ha sido un gran fracaso . Un verdadero fiasco que da un importante acelerón a la crisis del proyecto de «unidad europea» en el que están embarcadas las diferentes burguesías del continente desde hace […]

La que iba a ser «la gran cumbre» europea, llamada a afianzar «definitivamente» la zona euro y la Unión Europea (UE) ha sido un gran fracaso . Un verdadero fiasco que da un importante acelerón a la crisis del proyecto de «unidad europea» en el que están embarcadas las diferentes burguesías del continente desde hace seis décadas. Un proyecto que ahora se encarna en la UE y que, con el desarrollo de la crisis, ha entrado en una fase terminal.

Pero la Cumbre también tiene otra cara: la que muestra a la UE como una brutal máquina de guerra del capital financiero para «latinoamericanizar» Europa . Es decir, para desmantelar las conquistas históricas de la clase trabajadora europea y arruinar a las clases medias, imponiendo un retroceso de 60 años en las condiciones de vida . Este retroceso incluye el expolio de los países periféricos y la quiebra de su soberanía nacional, su conversión en «protectorados» de Alemania.

Las conclusiones de la Cumbre reflejan, además, un movimiento doble y contradictorio. Si por un lado, todas las burguesías europeas y sus gobiernos se han unido en «santa alianza» contra los trabajadores y los pueblos del continente, por otro, aparecen enzarzadas en una lucha feroz entre sí para debilitar y someter a las burguesías competidoras, con Alemania imponiendo sus condiciones a los demás sin miramientos.

La crisis de la deuda soberana continúa desbocada

Muchos analistas han dicho que la cumbre fracasó porque «no creó los cortafuegos para frenar la crisis de la deuda soberana», que amenaza la supervivencia del euro desde hace más de año y medio. Pero lo cierto es que la cumbre nunca pretendió crear esos cortafuegos. Al contrario, Angela Merkel, cuya autoridad nadie discute en la UE, ya había anunciado unos días antes que seguiría tensando la crisis de la deuda soberana , ahora concentrada en Italia y el Estado español, aunque afectando también a Francia. No en vano, la deuda soberana es el gran instrumento del capital financiero para concentrar en sus manos la riqueza social y, al mismo tiempo, el arma privilegiada de Alemania para imponer su hegemonía sobre el resto de las burguesías europeas.

Por eso Merkel rechazó los llamados «eurobonos», se negó a ampliar los fondos europeos de rescate y fijó límites al papel del Banco Central Europeo (BCE) para comprar deuda de los países con problemas. Se trataba, precisamente, de que la llamada «prima de riesgo» de los países periféricos (la diferencia entre el precio de su deuda y el de la alemana) se mantuviera alta y sometida a presión continua de «los mercados». El BCE sólo intervendría para aflojar está presión cuando el precio de la deuda se elevara tanto que amenazara con despeñar al país a una suspensión de pagos con catastróficas consecuencias.

En paralelo a lo anterior, Merkel y un sumiso Sarkozy, acordaron que el BCE ofreciera «barra libre» a los bancos europeos para tomar prestado todo el dinero que quisieran, a un tipo de interés del 1% y a devolver en tres años. De esta manera, los bancos pueden especular a capricho con la deuda periférica, provocando la subida de su precio, y hacer después un negocio redondo, comprando con el dinero barato tomado al BCE deuda periférica al 6% y más.

Este gigantesco robo tiende a aumentar porque la recesión económica en la que ha entrado Europa va a inflar aún más las deudas soberanas y su precio . En 2012 vence, además, sólo contando a Italia y España, una enorme suma de 600.000 millones de deuda pública y deuda bancaria, que debe ser renovada para no caer en suspensión de pagos. Todo eso, sin olvidar que el segundo rescate de Grecia todavía está pendiente de ser concretado y que se repiten los avisos de que Irlanda y Portugal amenazan verse abocados a corto plazo a un nuevo rescate.

Alemania y EEUU

Antes hemos mencionado que Alemania se negó a ampliar los fondos europeos de rescate, incapaces de atender a una agravación súbita de la crisis de la deuda italiana o española. La cumbre de Bruselas, en cambio, decidió (aunque del dicho al hecho hay un buen trecho) que los países de la UE aportaran 200.000 millones al Fondo Monetario Internacional (FMI) para que éste participara en los «rescates» si la situación se pone fea.

Pero es conocido que cualquier intervención del FMI necesita la aprobación de EEUU, cuyo gobierno, en nombre de los grandes bancos norteamericanos, controla la institución y tiene capacidad para vetar sus decisiones. Desde el inicio de la crisis existe una estrecha colaboración entre el capital financiero alemán y el norteamericano, representado por el FMI. En los planes de rescate griego, irlandés y portugués, el FMI participa junto al BCE y la UE, con los que forma la «troika» que dirige estos países. El BCE, por su parte, está presidido por Draghi, un personaje del banco de inversión norteamericano Goldman Sachs, al igual que Monti, el primer ministro italiano impuesto por Merkel y el BCE.

La colaboración entre alemanes y norteamericanos, velando cada uno por sus intereses frente a las otras burguesías europeas, deja también de manifiesto que nadie en la UE, comenzando por Alemania, pone en cuestión la supremacía del capital financiero norteamericano, cuya suerte, por lo demás, está unida inseparablemente a la del capitalismo europeo.

«Unión fiscal», «latinoamericanización» de Europa y transformación de la periferia en «protectorado» alemán

En su proyecto de «latinoamericanizar» Europa, la gran tarea de la cumbre ha sido la creación de una «unión fiscal europea» o, lo que es lo mismo, el perfeccionamiento de los instrumentos fiscales de empobrecimiento social y de saqueo de los pueblos que aseguren el negocio megamillonario de la deuda pública.

La «unión fiscal» obliga a los países participantes a fijar en sus Constituciones la llamada «regla de oro», cuyo mejor ejemplo es la reciente reforma exprés de la Constitución española , votada por el PP y el PSOE. En ella , el déficit queda prohibido , se establece como «prioridad absoluta» del Estado el pago de los intereses y capital de la deuda pública y se impide cualquier renegociación de ésta con los bancos acreedores. Por si esto no bastara, si un país incurre en un déficit superior al 3% del PIB, será sometido a sanciones automáticas (multas millonarias, retirada de fondos europeos, incluso retirada de voto). Con la «regla de oro», las políticas de ajuste para desmantelar y privatizar los servicios públicos y aumentar los impuestos a la población se convierten en mandato constitucional.

La «unión fiscal» significará también que antes de votar los presupuestos de un país, se necesitará el visto bueno europeo es decir, alemán . La emisión de deuda pública también deberá ser notificada y controlada previamente. Los organismos europeos establecerán asimismo, bajo directrices alemanas y amenaza de sanciones, las políticas a desarrollar por los gobiernos en los diferentes ámbitos , en base al control de «variables macroeconómicas» como el paro o el déficit comercial de los países (un ejemplo de esto es la «devaluación competitiva» de salarios y los contratos de trabajo de menos de 400 euros cuya implantación exige el BCE del gobierno español).

La UE es una verdadera máquina de guerra para acabar con las conquistas arrancadas tras la II Guerra Mundial e imponer un retroceso histórico en los estándares de vida laborales, sociales y políticos de la clase trabajadora europea y de amplios sectores de las clases medias, condenados a la pobreza. Es al mismo tiempo un instrumento de saqueo y colonización de los países más débiles y particularmente de la periferia europea, al servicio, ante todo, del capitalismo alemán. Un instrumento que corre paralelo a la imposición, directamente desde Berlín y Bruselas, de gobiernos bonapartistas como el italiano de Monti o el griego de Papademos, que nada tienen que ver con los resultados electorales y los equilibrios parlamentarios.

El veto de Gran Bretaña deja malherida la reforma de Merkel-Sarkozy

La City de Londres es el principal centro de la especulación financiera global y en ella tienen filiales todos los grandes bancos, aseguradoras y fondos especulativos del mundo. Sus negocios generan el 10% del PIB de Gran Bretaña, una economía marcada por un profundo parasitismo financiero.

El gobierno británico, que no pertenece a la zona euro, estaba totalmente de acuerdo con la «disciplina fiscal» de Merkel, una disciplina que él aplica con la mayor brutalidad en el Reino Unido. Pero puso como condición para dar el visto bueno a los planes alemanes para la zona euro que los intereses financieros de la City fueran resguardados. El capital financiero alemán y francés querían, sin embargo, arrebatar una parte importante del negocio a la City, así como imponerle regulaciones sin que Londres las pudiera vetar. Por eso Cameron dijo no y vetó la reforma del Tratado.

Pero el veto de Gran Bretaña convierte al nuevo Tratado en un pacto intergubernamental jurídicamente al margen de la UE. Esto plantea gravísimos problemas legales y políticos acerca del papel de las instituciones comunitarias y del proceso de ratificación del Tratado. Un ejemplo de ello son las sanciones automáticas por incumplimiento de déficit, una de las grandes obsesiones de Merkel, que quedarían en el aire porque el incumplimiento se convierte en un conflicto entre Estados, en el que los tribunales de la UE no tendrían potestad para intervenir.

Dentro del euro y de la UE no hay salvación para los trabajadores y los pueblos

Todos los gobiernos europeos que tras la cumbre se han referido a ello, han reconocido que si hicieran un referéndum sobre la reforma del Tratado que acababan de aprobar, lo perderían y que por ello no tenían intención alguna de convocarlo. Saben asimismo que la población está cada vez más enfrentada a la Unión Europea, a la que ven como un engendro antidemocrático del capital financiero donde los gobiernos conspiran contra los pueblos y donde países como Alemania o Francia imponen despóticamente su voluntad.

Gobiernos como el de Monti en Italia, Papadimos en Grecia, Passos Coelho en Portugal en el Estado español, justifican las peores agresiones con el argumento de que son medidas inevitables y absolutamente necesarias para salir de la crisis y para permanecer en el euro y en la UE, fuera de la cual sólo está el abismo . Con ello tratan de paralizar y aterrorizar, de inculcar un sentimiento de impotencia. Es también el caso de Rajoy, cuya sumisión ante Merkel es directamente proporcional al papel de imperialismo de segunda fila del capitalismo español , ninguneado por los gobiernos latinoamericanos y por los mandamases de la UE.

Pero ya no cuela el argumento que hay que hay que aceptar los ajustes porque, aunque sean dolorosos, servirán para salir de la crisis y crear empleo . La propia experiencia española, aún más la portuguesa y, sobretodo, la griega, demuestran que tras un brutal plan de austeridad lo que viene no es el empleo sino otro plan de austeridad todavía más salvaje, al que le sigue otro aún peor, en una pendiente que no parece tener fin . Mientras tanto, en paralelo, avanza imparable la desigualdad social, el proceso de centralización de capitales alrededor de los grandes bancos y multinacionales y el dominio alemán sobre Europa.

Pero los planes de ajuste no sólo hunden más a la periferia europea en el agujero de la pobreza, sino que tampoco le van a servir para evitar su salida del euro . En realidad, estos planes sólo sirven para prolongar el saqueo, en una agonía que beneficia ante todo al capitalismo alemán y francés y que no podrá prolongarse en el tiempo. Una vez convenientemente expoliados, estos países acabarán expulsados de la zona euro, para ser nuevamente saqueados.

La zona euro está condenada a la fragmentación y sin el euro (la gran arma de Alemania sobre las otras burguesías europeas) la UE, tal como la conocemos, está abocada a su desaparición , en un choque de intereses entre los diferentes imperialismos europeos.

No pagar la deuda soberana, imponer un plan de rescate de los trabajadores y el pueblo, luchar por los Estados Unidos Socialistas de Europa

Medidas elementales como el no pago de la deuda soberana a los bancos y especuladores y el rechazo de los planes de ajuste impuestos desde Berlín y Bruselas (en alianza con los Emilio Botín de cada país) son absolutamente incompatibles con la permanencia en el euro y la UE. No hay, por ello, ninguna posibilidad de salvación para la clase trabajadora, la juventud y los sectores populares dentro del euro y de la UE. Romper con el euro y la UE es, así, una condición necesaria para salvarse .

Pero no es condición suficiente porque si no se rompe con las bases de dominación capitalista el país que haya abandonado el euro estará completamente a merced del capital financiero y los gobiernos imperialistas. Por eso, la ruptura con el euro y la UE debe ir acompañada por medidas de autodefensa como la expropiación de la banca y la unificación del crédito, la nacionalización de los sectores estratégicos bajo control de los trabajadores, el reparto del trabajo, el control estricto de los movimientos de capitales y la implantación del control del comercio exterior. Y, junto a todo ello, la organización de la lucha unida con la clase trabajadora y los pueblos del continente, para extender la rebelión, hacer frente al boicot y abrir el camino a los Estados Unidos Socialistas de Europa.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.