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De Manta a Soto Cano

Fuentes: Rebelión

 «No podemos permitir que un país se haga marxista por la irresponsabilidad de su pueblo». Henry Kissinger La ofensiva del imperialismo en alianza con las oligarquías nacionales de países de América Latina está teniendo su segundo capítulo, en dos años, con el golpe de Estado de Honduras. El primero fue el ataque combinado por fuerzas […]

 «No podemos permitir que un país se haga marxista por la irresponsabilidad de su pueblo». Henry Kissinger

La ofensiva del imperialismo en alianza con las oligarquías nacionales de países de América Latina está teniendo su segundo capítulo, en dos años, con el golpe de Estado de Honduras. El primero fue el ataque combinado por fuerzas armadas colombianas y de Estados Unidos contra el Ecuador el 1 de marzo de 2008.

El Gobierno del presidente Rafael Correa cumplió su compromiso de no renovar el mal llamado acuerdo firmado diez años antes para que las Fuerzas Armadas de Estados Unidos dispusieran de una base militar en suelo ecuatoriano, en Manta. Una de la legisladoras que puso más empeño en la recuperación del territorio de Manta para la soberanía ecuatoriana, María Augusta Calle, ha sido perseguida y amenazada y un juzgado colombiano le ha abierto un proceso acusándola de rebelión, delito por el que en Colombia se piden de 6 a 9 años de prisión, además de una importante multa económica.

En el caso de Honduras, el presidente Manuel Zelaya anunció hace meses su intención de que la plataforma aeroportuaria de Soto Cano, que utilizan las Fuerzas Armadas de Estados Unidos como base en Honduras, pasara a uso civil.

El cinismo de las oligarquías venezolanas, ecuatorianas, bolivianas, hondureñas o peruanas no tiene límites. Apoyan a la cadena pro-golpista CNN y denuncian que presidentes como Hugo Chávez, Rafael Correa, Evo Morales y Manuel Zelaya o un candidato presidencial como Ollanta Humala quieren acabar con la libertad de expresión, aunque ellos sólo defiendan la suya propia, la que pueden difundir masivamente gracias a su poder económico. Si no hubiera sido por Telesur, el mundo no se hubiera enterado del golpe de Estado y no hubiera habido una reacción inmediata como la decidida por los países del ALBA el mismo domingo 28 de junio.

Este reducido grupo de grandes propietarios de medios de producción en todos los países, esta internacional de la ignominia, cuenta con el apoyo de un ejército de estómagos agradecidos, desde Mario Vargas Llosa a José María Aznar, enano mental acusado de crímenes de guerra.

Hay otros, como Felipe González, que es invitado a un sanedrín de ricachones, como el mexicano Carlos Slim i , que se reúne en Cartagena de Indias para seguir defendiendo sus intereses en un continente que se muere de hambre.

Las oligarquías locales cuentan con apoyo financiero de instituciones , fundaciones y entidades de Estados Unidos y Europa y se suelen reunir cada cierto tiempo para poner en común sus estrategias. En una de esas reuniones donde se mezclan ricachones con ex presidentes, Juan Manuel Santos, entonces ministro de Defensa colombiano, declaró que Colombia «es el mejor laboratorio de seguridad y terror». Un laboratorio de terror donde han participado mercenarios israelíes y las Fuerzas Armadas de Estados Unidos.

Frente a este recudido grupo de déspotas multimillonarios, Gobiernos democráticos de América Latina emprenden reformas constitucionales que tienen como objetivo la justicia social, acabar con el hambre y la desigualdad, redistribuir la riqueza colectiva generada, democratizar realmente la participación de la población en los asuntos públicos , algo que no sucede en democracias ejemplares como la española, donde no se puede consultar a la población en referéndum, persiste el pacto constitucional tardofranquista y se mantienen las bases militares de Estados Unidos para que despeguen aviones que bombardean al pueblo iraquí.

El ataque colombiano-estadounidense a Ecuador de 2008 fue el primer acto militar de este siglo contra un Gobierno que busca profundizar la integración latinoamericana y la independencia económica, sin tutelas extranjeras, norteamericanas o europeas, en el marco de los nuevos procesos de cambio y abandono del neoliberalismo que se han iniciado en América Latina.

El golpe de Estado en Honduras es un paso más contra el ALBA y contra la integración latinoamericana y una advertencia para cualquier otro país latinoamericano donde el pueblo organizado promueva un proceso democrático constituyente o donde se decida votar por un proyecto político que pretenda poner fin a los privilegios de un club de ricos. Es una seria advertencia para otros pequeños países centroamericanos hastiados de violencia y hambre. El primer paso para la paz en América es el abandono de Estados Unidos de todas las bases militares desplegadas, desde Manta hasta Soto Cano, desde la Patagonia a México… algo que no ocurrirá por decisión de Obama, pues los grandes poderes económicos transnacionales tienen en el punto de mira los enormes recursos naturales de toda la región, como petróleo, gas, madera, biodiversidad (farmacéuticas) o agua. No hay una gran diferencia entre lo que pensaba Kissinger sobre el Chile de Allende y la posición actual de la Administración norteamericana sobre los países del ALBA. El antiimperialismo debe seguir siendo el norte político de los pueblos que luchan por su liberación.

*Periodista. Autor de la entrevista a Ollanta Humala titulada ‘De Locumba a candidato a la Presidencia en Perú’, publicada recientemente en la colección Contexto Latinoamericano de la editorial peruana Ocean Sur.

i Slim, una de las primeras personas que recibió en el Palacio de Gobierno el presidente peruano, Alan García, que llegó al poder tras un gigantesco fraude electoral llevado a cabo en las elecciones de 2006 mientras toda la comunidad internacional hacía la vista gorda, como en México. O lo apoyaba directamente, como hizo la entonces el gobierno español por medio de la secretaria de Estado para Iberoamérica, la mexicana Trinidad Jiménez, que el viernes antes de las elecciones visitó en su casa a Alan García, que regresó a Perú después de refugiarse en Colombia y París a la espera de que prescribieran las denunciasen su contra por corrupción, un motín que amasó durante su primer gobierno (1985-90). Pero García no sólo ha amasado una fortuna; también suma centenares de muertos en su conciencia, desde las víctimas del penal de El Frontón hasta los indígenas masacrados recientemente en Bagua. Con la complicidad de la comunidad internacional.