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Australia

¿Desastre Natural o Crónica de una Muerte Anunciada?

Fuentes: Rebelión

Australia goza de una triple identidad geográfica: es isla, país y continente a la vez. Tras la desposesión rotunda de sus pueblos originarios milenarios entre su «descubrimiento» europeo en 1788 y su federación como miembro del imperio británico en 1901, emergieron 8 Estados: Queensland (QLD, por su sigla en inglés), Nueva Gales del Sur (NSW), […]

Australia goza de una triple identidad geográfica: es isla, país y continente a la vez. Tras la desposesión rotunda de sus pueblos originarios milenarios entre su «descubrimiento» europeo en 1788 y su federación como miembro del imperio británico en 1901, emergieron 8 Estados: Queensland (QLD, por su sigla en inglés), Nueva Gales del Sur (NSW), el Territorio Australiano Capitalino (ACT), Victoria (VIC), y Tasmania (TAS) en el este; Sud Australia (SA) y el Territorio Norteño (NT) en el centro; y Australia de Oeste (WA) como el único Estado occidental, ocupando un tercio del continente.

Las mayores lluvias desde que se comenzó a grabar cifras en el siglo XIX, unidas con las peores inundaciones en los últimos 100 años, no sólo confirman los profundos cambios climáticas producidas a través del planeta por el capitalismo salvaje. También ponen de relieve la crisis estructural del aguacil de policía nombrado por el imperio para regir en la Oceanía: un «estado de excepción» y «caso ejemplar de buen manejo económico» frente a la crisis económica global, según el gobierno precario laborista (ver http://www.rebelion.org/noticia.php?id=111830 ); y un emblemático caso de la bancarrota del capitalismo avanzado según sus críticos.

Los dos Estados más al nordeste, NSW y especialmente QLD, han sufrido la gran mayoría de los daños durante esta segunda ola de lluvias torrenciales e inundaciones catastróficas en 12 meses, a partir de diciembre de 2010. Pero el desastre tiene impacto nacional y regional, a través de la Oceanía. En este momento se calcula que el área total del país inundado es más grande que Francia y Alemania juntas; sin referirse a menores inundaciones en la pequeña industria agrícola centrada en Gascoyne (WA), a finales de diciembre. El Estado más afectado es QLD, en particular su sureste, siendo su región mas poblada. Han muerto 11 personas desde comienzos de diciembre, en comparación con una cifra de 3 muertos en total en los otros 4 estados del este. Se calcula una cuenta de reconstrucción al borde de unos 6 billones de dólares estadounidenses, sin que las inundaciones hayan terminadas. Unas 200.000 personas se han quedado sin casa; la industria de las minas de carbón está paralizada, como la minera de oro y otros metales más al norte, junto con sectores importantes de la agroindustria. En términos relativos, tomando en cuenta que el PIB estadunidense es unas 15 veces más que el PIB australiano, las consecuencias prácticas en el terreno parecen acercarse a un Huracán Katrina.

La ciudad y puerto costeño de Rockhampton y los pueblos de Theodore, St. George y Condamine han sido evacuados. Han aparecido culebras venenosas en cantidades asombrosas, navegando las calles principales que se han convertido en canales; éstas entran a las casas antes de que la gente pueda evacuarlas. Una mosca negra, mutante poco conocido en Australia, ha emergido de las tierras inundadas con un veneno irritante y aún sin investigar; los mosquitos se han incubado en cantidades de plaga. Según en criador de cocodrilos en Rockhampton, ya hay peligro de que la especie de agua salada entre las ciudades y pueblos buscando comida, porque las inundaciones destrozan su fuente normal de alimentación (ver http://www.abc.net.au/news/stories/2011/01/09/3109045.htm ).

Los hospitales públicos en la zona afectada han estado obligados a evacuar a sus pacientes por helicóptero a las ciudades principales no afectadas, donde los hospitales más grandes padecen una crisis permanente por falta de recursos. Para los empresarios, bancas de tierra alredor de sus propiedades a costa de 20.000 dólares por unidad. Para los trabajadores, la ruina económica, agua contaminada, y la amenaza de enfermedades tropicales y respiratorias. Falta conocer el resultado de las investigaciones clínicas de mediano y largo plazo. Incuso, según el pronóstico del buró nacional de meteorología, los diluvios continuarán sin cesar para al menos una semana más (50-100 milímetros por día); y hay unos 15 ríos en QLD sujetos a una advertencia de mayor inundación: ver http://www.bom.gov.au/qld/

Cabe destacar la situación en que se encuentran los pueblos originarios; mejor calificada como un desastre colonialista permanente. A partir de la colonización europea del continente, han sido sometidos a la sistemática destrucción de sus sociedades, y su remplazo por un explotación de tal magnitud que la ONU típicamente los califica como parte del Tercer Mundo. Su hogares son de construcción frágil, espacialmente asfixiante, y en general sin seguro de propiedad por falta de ingresos adecuados. Padecen de malnutrición, enfermedades crónicas y prematuras (como diabetes, pulmonía, enfermedades cardiacas); la cifra más alta del suicidio de adolescentes en el país; y una expectativa de vida 7 años menor que el resto de la sociedad para las mujeres, y unos 17 años menos para los hombres. Incluso se asemeja a la diferencia entre la expectativa de vida de un afro-estadounidense y un afro-cubano (59 frente a 79 años). Según uno de sus líderes, el académico socialista Samuel Watson, muchos habrán perdido todo en las inundaciones. Por su situación socioeconómica al fondo del sistema de clases, abandonados por el Estado que ha destruido su base tradicional, se recuperarán por la vía más complicada y dolorosa de todo el país. Tan comprensiva ha sido la negligencia de los gobiernos nacional y estatales, que la organización humanitaria internacional World Vision, cuya misión se realiza normalmente en Asia, África y América Latina, se ha visto obligada a intervenir para que los pueblos originarios Murray y Koori del noreste no estén completamente abandonados, en este país de tantas riquezas de todo tipo; pero en cuanto a sus instituciones legales y cívicas, más los partidos políticos hegemónicos y economía política, racista hasta la médula.

La fuente directa de las inundaciones ha sido la subida del nivel de las aguas en los principales ríos del país, entre 9,5 y 16,2 metros sobre sus niveles normales, a consecuencia de un mes de diluvios prácticamente ininterrumpidos. Situación que pone de relieve la sistemática falta de preparación para tales desastres por parte del Estado. Casi todos los ríos grandes del país, que alimentan las tierras agrícolas más fecundas, comienzan en el extremo norte de QLD y desembocan en el extremo sur del país, haciendo un viaje de unos 2.000 -3.000 kilómetros. Atraviesan las selvas tropicales para constituirse en las arterias vitales de la gran mayoría de la población nacional, que habita la costa del este y las capitales de Brisbane, Sydney, Canberra y Melbourne. Los ríos Barcoo, Thompson, Warrego, Diamantina, Barwon y Condamine tienen su origen en QLD, pero terminan en Victoria y SA, irrigando la canasta alimentaria nacional en su camino. Cuando las lluvias no ocurren, sequía (el efecto «el niño»); como ha afligida a gran parte del este durante los últimos 3 años. Al otro extremo, «la niña», el fenómeno climático que comenzó a imponerse con una primera ronda de lluvias torrenciales e inundaciones en marzo del 2010, y que vuelve en forma más concentrada y prolongada ahora.

Sin embargo, por más que las corporaciones mediáticas globales dibujen el desastre como «tragedia humana», lo cual sin duda tiene mérito, evitan cabalmente entrar en las causas estructurales e históricas de una derrota socioeconómica cuyas causas residen en el domino de la agricultura por monopolios transnacionales, la falta de una política nacional para revitalizar a los ríos y parar su súper explotación por la agroindustria, la negligencia sistemática de los gobiernos por la salud y bienestar de los pueblos originarios, y la declinación de los sueldos y consecuente empobrecimiento de los campesinos y la fuerza laboral rural.

Brevísima reseña histórica de QLD

Vale ubicar a este Estado norteño, el más grande del este de la isla, en su contexto histórico. La mayoría de los pueblos coloniales australianos eran irlandeses, prisioneros políticos de su tierra ocupada y rebeldes en contra de los conquistadores ingleses. La realidad colonial, especialmente en QLD, vio insurrecciones anticoloniales coordinadas entre pueblos autóctonos y convictos escapados. El diario principal del Estado, The Courier Mail , vocero del imperio global mediático de Rupert Murdoch a partir de los 1980, se ha destacado desde su fundación a mediados del siglo XIX por un acérrimo racismo. Hasta los años 1930, pontificó a favor de un programa de exterminio de cualquier pueblo autóctono que rehusó su re-ubicación desde tierras ancestrales a lugares que no tenían depósitos de los minerales codiciados por los colonos. Incluso abogó por un premio por cada cabeza de un indígena presentada al gobierno, proveniente de dichas tierras. Luego patrocinó la «civilización» de los pueblos autóctonos -unos 200 al inicio de la ocupación colonial en 1788- por su asimilación en la sociedad dominante vía la escolarización primaria, su empleo como ganaderos en las grandes haciendas, y por quitarles sus hijos e hijas para entregar a familias blancas como sirvientes: en efecto, esclavos. Uno de los primeros actos del primer ministro Rudd fue presentar una apología al inicio del año 2008 a este grupo, conocido como «Las Generaciones Robadas».

Ganó fama como Estado más derechista del país cuando, durante la Segunda Guerra Mundial, fue objeto de un gran plan de sectores de la burguesía para dividir el país en dos, entregando los Estados de Queensland, el Territorio Norteño, y la mitad norteña de Australia del Oeste al imperio japonés. Dicho plan, conocido como «La Línea Brisbane» y acelerado tras el ataque de submarinos japoneses al puerto de Sydney en 1942, llegó al borde de la implementación antes de estar descubierto y suprimido por sectores constitucionalistas de las fuerzas armadas y los partidos de Izquierda. El impacto que podría haber tenido en la contribución nacional a la Gran Guerra Antifascista (así se conoce la Segunda Guerra Mundial en Australia), es difícil calcular pero sin duda mayor. Habría que fijarse, por ejemplo, y el entonces inevitable bloqueo del abastecimiento de recursos guerreros para la mitad sureña, y su capacidad de seguir apoyando la lucha antifascista en casi todo el mundo. (Ver Cottle, D, «The Brisbane Line: an episode in capital history», en Journal of Austraian Studies , V. 29, Nº 20, 2001, pp. 113-201).

El gobierno laborista que presidió en QLD durante las décadas de los 1940 y 1950 no construyó ni un sólo colegio secundario estatal, a pesar de la explosión numérica de la población después de la Segunda Guerra Mundial. Dada la trayectoria histórica arriba resumida, hay cierta lógica (por cierto nefasta) en concluir por recordar que el gobierno minoritario del premier Bjelke-Petersen del Partido Nacional, impuso el estado de sitio para facilitar la visita del equipo blanco sudafricano de rugby en 1971, rompiendo el bloqueo olímpico y deteniendo a cientos de manifestantes antiracistas. Ningún otro Estado impuso la ley marcial; y el mismo año el movimiento nacional anti-apartheid logró la exclusión permanente de equipos de deporte sudafricanos seleccionados a base de color.

Durante 3 décadas los 5 Estados sureños (NSW, SA, ACT, VIC, TAS) han observado el ahorro de luz natural por 6 meses, de octubre a marzo. WA hizo una prueba de 2006-2009. Solamente QLD y la NT no lo han introducido. Hay un chiste institucionalizado por viajeros de los 5 Estados sureños sobre las risas en la cabina de los aviones al cruzar la frontera con QLD. Al anunciar el piloto que hay que atrasar los relojes en una hora, los sureños responden: «¡y las vidas en 30 años!» Otra variante es: «¡QLD: una hora y 30 años atrasado!» Reflejando la penetración de la ideología racista hasta sectores de la Izquierda, la respuesta común es que los sureños son «mexicanos», pronunciada con el prejuicio colonial de los inventores del dicho: «Los españoles son europeos fracasados; y los mexicanos son españoles fracasados.» Recordemos que Palm Island (Isla Palmera) en el territorio de QLD, en que residen las comunidades Manbarra y Bwgcolman, fue durante décadas una isla-cárcel, y sólo recibió su propio consejo territorial en 1987. Tras la ejecución policiaca de un joven aborigen Mulrunji Doomadgee en la misma isla en 2004, el policía blanco Chris Hurley confesó haberlo matado, pero el sistema capitalista judicial lo perdonó; tras un licencia de 2 años con salario completo, financiado por el tesoro estatal, fue promovido del rango de policía mayor en una isla remota a inspector en la Costa de Oro. Su gremio le otorgó una medalla. Mientras tanto, el líder aborigen de la protesta que explotó tras la ejecución, Lex Wooton, fue sentenciada a 6 años en la cárcel por supuesta «incitación a asonada», dictada por un jurado de composición enteramente blanca, a pocos kilómetros de la isla. Ver http://www.socialist-alliance.org/page.php?page=805

Implicancias allende de los eventos

Las dimensiones socioeconómicas de este desastre natural lo sitúan dentro de los mayores de Australia durante los últimos 100 años, salvo las dos Guerras Mundiales. Han puesto de relieve en este país capitalista desarrollado varios rasgos que simultáneamente y en su conjunto deberían contribuir al proceso del re-despertar de las organizaciones populares ya en marcha.

Primero, han subrayado la permanente inseguridad del Estado, plagado por incesantes promesas de seguridad nacional (y alimentaria, económica, de los cielos, del mar, de los ríos, del agua, además de cualquier tema del momento); y su incapacidad de resolver los mismos desastres generados por la lógica del propio sistema capitalista. Segundo, como manifestación del primero, está el sometimiento de los damnificados a procesos de rescate tardíos e inadecuados, puntuados por la falta de recursos económicos fiscales para la reconstrucción de hogares y negocios pequeños, mientras las agro-industrias gozan de grandes subvenciones estatales para preservar su rentabilidad. Tercero, las inundaciones presagian otra crisis del medio ambiente, dada la cantidad de agua contaminada por químicos y bacterias de todo tipo, destinada a desembocar inevitablemente encima de la Gran Barrera de Coral en QLD, una de las siete maravillas del mundo y centro de su industria turística.

Cuarto, se ha demostrado una vez más la incompetencia de la educación pública y cívica en materia de preparar la población para los desastres naturales, rasgo tan permanente como los extremos climáticos del país. Profundiza la desigualdad entre aborigen y caucáseo, entre los géneros, entre las clases sociales, entre capital y provincia, entre trabajador metropolitano y rural, entre los de abajo y los de los cerros. Vale recordar los 200 muertos debidos a los incendios en distintas aldeas en Victoria hace sólo 2 años, a causa no del mismo incendio sino de la falta de un plan apto para la evacuación. Incluso, en el auge de los incendios, la directora de los Servicios de Emergencia (SES) Christine Nixon, se ausentó del centro de comando del SES por varias horas, cenando en un restaurante exclusivo, sin responder a su celular. La policía calculó que unas 40 personas murieron en ese lapso, a causa directa de los incendios. Ver http://www.theage.com.au/victoria/nixon-hits-back-at-disgraceful-black-saturday-claims-20100414-saxh.html

Cinco, está la cínica explotación de tales desastres por las empresas multinacionales, quienes alzan de inmediato los precios de los combustibles y artículos perecederos a pesar de la abundancia de reservas. De hecho, las tres grandes cadenas de supermercado (Coles, Woolworths, IGA) tienen un sistema nacional y regional de refrigeración y preservación para tales productos, capaz de abastecer a la población para al menos 6 meses. Es decir, se inventa la escasez como pretexto para un guerra fría económica contra el pueblo.

Sexto, el desastre acentúa el abuso legal de los trabajadores por las corporaciones globales de seguros de hogar, de vida, de locomoción y de bienes, por insertar cláusulas en letra microscópica, facilitando su abrogación de responsabilidad para eventos como inundaciones, cuando éstas estén declaradas un «desastre oficial» por el Estado. En medio de la escolarización estupefaciente, cuesta poco que los vendedores del seguro persuadan a los firmantes que confíen en sus promesas comerciales vacíos.

Según la Comisión Australiana de Emisión (ABC), fuente estatal televisiva y radial, los soldados comenzaron hace unos días a repartir alimentos por helicóptero. La transmisión en vivo de las asombrosas imágenes (ver http://www.abc.net.au/local/stories/2011/01/04/3106313.htm ) exige del Estado al menos la apariencia de buenas intenciones, aunque la protesta popular haya sido suave y tarde. El sistema de clases se manifiesta esta vez por la crónica falta de preparación y medidas protectoras por los gobiernos estatales y nacional. Pero también el desastre destaca la necesidad de la organización y autosuficiencia popular.

El doctor Robert Austin es catedrático, Escuela de Estudios Históricos, Universidad de Melbourne: ver http://history.unimelb.edu.au/about/staff/fellows/austin.html

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

rCR