Acá tenemos la nuestra. Nos parece grande, pero en verdad, es una guerra pequeña. Ella envuelve a los peruanos en lucha contra una corrupción histórica, personificada que encarna la Mafia que aun detenta significativos resortes del Poder.
En el último periodo, vivimos dos episodios de esta confrontación. Uno, fue el “voto de investidura”, como huachafamente se le llama a “la confianza” que otorga el Congreso de la República a un Gabinete que se instala. El otro, registra decibeles más altos: es la Acusación Constitucional contra el Presidente Castillo, y que se ha manejado con algunos vaivenes.
En algún momento esta acusación se fundamentó en dispositivos legales derogadas, lo que habría sido causal suficiente para desestimarla, pero eso no ocurrió Y en otro, se basó en un esperpento propagandístico: una supuesta “traición a la Patria” que sólo existe en la febril imaginación de los “vacadores” de hoy.
Aunque el Gabinete de Aníbal Torres no salió mal parado; no podría decirse lo mismo del Jefe del Estado. Independientemente del fin que tenga la moción aún en marcha, ella tuvo un sólo objetivo: escupirle la pechera al Mandatario para que viaje Chile cuestionado.
En verdad, un doble mensaje: Castillo está en salmuera, y Gabriel Boric podría correr la misma suerte si no se porta a la altura de los requerimientos de la Clase Dominante. Juego a dos bandas, le llaman.
La otra guerra es más grandes, y ocurre aún en el corazón de Europa. Se expresa también en dos niveles: en el plano militar, en un escenario determinado; y en el político en un espectro más amplio. En el primero mueren las personas; y en el segundo, cae la verdad.
Algunos pensaron que esta guerra duraría poco. Que en días, se impondría la lógica militar, y que el ejército mejor pertrechado, se impondría en el terreno. Aunque finalmente eso será así, el desenlace habrá de demorar por las características de las operaciones militares puestas en marcha.
El objetivo de esta guerra no es bombardear ciudades, arrasar aldeas ni exterminar pueblos. El conflicto tiene objetivos políticos muy precisos y, por cierto, diferentes. Se trata, de desmilitarizar y desnazificar Ucrania, asegurar la neutralidad del país, el retiro de la OTAN y el respeto a las poblaciones no propiamente cranianas que lo habitan. Todo ello pasa por lograr que Estados Unidos saque sus manos de Kiev y deje a ese país fuera de sus planes guerreristas.
En otras palabras, que no lo confundan con Afganistan, Irak, o Libia. Ni siquiera con los territorios ocupados por Israel en la tierra Palestina. No en vano, Ucrania fue una República Soviética y en ella viven millones de personas que añoran la experiencia socialista y recusan los enrevesados caminos por los que el Neoliberalismo Capitalista busca conducirlos al “desarrollo”.
Esta guerra ha puesto en evidencia los planes agresivos de la administración norteamericana en el escenario mundial. 30 laboratorios clandestinos del Pentágono orientados a la producción de armas biológicas y químicas, han sido descubiertos.
Se trata de “recursos bélicos” vetados por las Leyes de la Guerra y expresamente condenados por Tratados Internacionales, pero que suelen ponerse en práctica por los Mengeles que asoman sobre la faz de la tierra.
Rusia y China, han exigió explicaciones a Washington en torno al tema, pero el Presidente Biden ha callado. No obstante, algunos funcionarios de menor rango, han reconocido los hechos e incluso, tomado distancia de los mismos. Pero Washington tratará de callar, hasta que otros asuntos se pongan de moda y la gente se olvide. Lo veremos.
Hay temas, sin embargo, irrebatibles: Denis Kiriyev, uo de los “negociadores” de Ucrania en las rondas celebradas en Bielorusia fue asesinado por la Seguridad de Zelensky –la SBU- por mostrarse propenso a un acuerdo de paz.
Dos dirigentes de las Juventudes Comunista Ucranianas han sido encarcelados y afrontan peligro de muerte. El PC Ucraniano, con representación parlamentaria y 12% de votos, ha sido ilegalizado. En torno a eso, la Prensa Grade –incluso la nuestra- calló en todos los idiomas
No callaron, sin embargo, en el caso del Hospital de Mariupol. Publicitaron en primera plana una mentira monstruosa: “Rusia bombardea hospital infantil”. Y añadieron luego “centenares de niños bajo los escombros”. Hoy se sabe que ese Hospital Infantil fue desalojado el 24 de febrero pasado por el Batallón Azov, fundado precisamente allí.
Si en 1959 en Cuba se convirtieron los Cuarteles en en Escuelas, en Ucrania esa legión Nazi convirtió los Hospitales en Cuarteles e instaló su base de operaciones en ese edificio por considerarlo inexpugnable.
Este tema de los niños y los migrantes se ha tornado en mito. Se presentan cada día fotos de niños en guerra y se asegura que son ucranianos amenazados por rusos y poco después, se sabe que son palestinos, atacados por Israel, Eso último, se calla.
Como se calla lo de los corredores humanitarios, creados e implementados por el ejército ruso para proteger a la población civil. Y se agiganta el tema de los migrantes magnificando el éxodo de quienes huyen por temor a la guerra y en procura de seguridad. En el Mediterráneo hemos visto cómo las barcazas con migrantes africanos y árabes, son hundidas en el mar para que no lleguen a Europa.
Pero si los migrantes fueran ucranianos –rubios y de ojos azules- ¿correrían la misma suerte?. Pero, además, se suman los Mercenarios, enviados por las empresas de la guerra y financiados por la OTAN y la Unión Europea. Ya bordean los 40 mil “combatientes”
El objetivo final de esta guerra, será Kiev, por cierto. Pronto habrá de caer con el menor número de bajas posibles, Pero el plazo podría acortarse si no hubiese mercaderes que se empeñan en prolongar el conflicto para vender más armas y encarecer los productos de primera necesidad.
Por lo demás, “las sanciones” que dicta USA nos “castigan a nosotros”. Por ellas –y no por Rusia- suben los precios del combustibles, el gas, el trigo , el aceite, los alimentos ¿Y quién paga esos?
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.