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El anticomunismo y el golpe paraguayo

Fuentes: Perfil

Una de las claves del golpe parlamentario en Paraguay es, sin duda, la cultura anticomunista llevada al extremo por el dictador Alfredo Stroessner, activo participante en la Liga Anticomunista Mundial y estrecho socio del régimen de Taiwán. Como señala Rogelio García Lupo en su libro Paraguay de Stroessner (Ediciones B, 1989), el stronismo construyó una […]

Una de las claves del golpe parlamentario en Paraguay es, sin duda, la cultura anticomunista llevada al extremo por el dictador Alfredo Stroessner, activo participante en la Liga Anticomunista Mundial y estrecho socio del régimen de Taiwán. Como señala Rogelio García Lupo en su libro Paraguay de Stroessner (Ediciones B, 1989), el stronismo construyó una sólida sociedad entre narcotráfico, negocios y anticomunismo. Es sabido que Paraguay fue, además, un refugio para muchos extremistas de derecha, como George Watin, el miembro de la OAS conocido como «el Chacal» que huyó a Asunción tras un intento fallido de asesinar al presidente De Gaulle. O el tenebroso Josef Mengele. Pero mucho antes esa terra incognita -al decir de Augusto Roa Bastos-, atrajo a utopistas variopintos.

En 1887 el doctor Bernahrd Förster -junto a Elizabeth Nietzsche, hermana del filósofo alemán Friedrich Nietzsche- intentó poner en pie la colonia aria Nueva Germania, y hay intercambios de cartas donde Nietzsche se niega a poner plata en el proyecto antisemita. Para ese plan, al final frustrado, Förster concretó un acuerdo con Bernardino Caballero, fundador del Partido Colorado. Fue también en Paraguay donde, como recuerda García Lupo, se fundó el primer Partido Nacional-Socialista en el exterior. Y allí también se asentaron -especialmente en los años 20 del siglo pasado- numerosas colonias menonitas, consideradas por algunos teóricos nazis como los arios más puros del mundo. Incluso fueron enviadas algunas misiones a Paraguay para convencerlos de adherir al hitlerismo.

En sus 35 años de poder absoluto, Stroessner hizo del anticomunismo una identidad nacional. Eso quedó materializado en el enorme monumento al líder taiwanés Chiang Kai-shek sobre una avenida que lleva su nombre en plena Asunción. En 1986, el ministro de Educación Carlos Ortiz Ramírez explicó al inaugurar el Centro Cultural Confucio y el colegio Chiang Kai-shek, delante del ministro de Defensa taiwanés, almirante Chang Ching-soong, que estos institutos «van a formar esta clase de jóvenes (…) en la firme postura anticomunista». (Paraguay de Stroessner…).

Y todo esto sería historia si no estuviera nuevamente a flor de piel entre los retrógrados grupos de poder locales que destituyeron a Fernando Lugo. Basta ver el tono de un reciente editorial del diario ABC Color (11-7-2012). Frente a la violenta pugna al interior del Partido Colorado con miras a 2013 entre los precandidatos presidentales Lilian Samaniego y el rico empresario Horacio Cartes, el diario editorializa: «El Partido Colorado unido y consolidado sería actualmente una muralla insalvable para la izquierda luguista bolivariana castrista y marxista, pero dividido en tres fracciones enconadas, como está sucediendo en este momento, a raíz de la metida de cuchara de Mujica, se convierte, obviamente, en un adversario mucho más fácilmente dominable». Se refiere a las declaraciones del presidente uruguayo José Mujica sobre el papel de los «narcocolorados» (en referencia a Cartes) en el golpe parlamentario. Y a la interna que llevó a Samaniego a decirle a Cartes que debe aclarar esas acusaciones sobre narcotráfico y al empresario a responderle «miserable y desagradecida».

El senador oviedista José Manuel Bóbeda fue más caricatural: dijo días atrás en el Congreso que los marxistas-leninistas quieren comerse las entrañas de los paraguayos, denunció que buscan imponer el matrimonio gay y para retratar la esencia del hombre paraguayo recordó al gobernador Domingo Martínez de Irala, quien decía que a cada capitán español le correspondían diez mujeres indígenas. Por eso «felicito a quienes han proyectado el reglamento que se utilizó en el juicio al ex obispo chavista Fernando Lugo».

El embajador de Taiwán se sumó al «bloque destituyente» -del que participaron los partidos tradicionales, la cúpula de la Iglesia, la mayoría de los medios, los empresarios, y los poderosos brasiguayos-: «En Paraguay no existe ningún conflicto político, todo sigue su curso. Las personas en las calles se ven tranquilas, despreocupadas, y creo que eso debería interesar más a los gobiernos vecinos que no están reconociendo como legítimo al nuevo Poder Ejecutivo del Paraguay», declaró José María Liu poco después del «juicio político». Chiang Kai-shek sigue, así, vigilando que -parafraseando al generalísimo Stroessner- Paraguay siga siendo «el país más anticomunista del mundo junto con Taiwán».

Pablo Stefanoni. Jefe de redacción de revista Nueva Sociedad.

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