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El contradictorio legado del 2005 para el geopolítico «Sur»: Empobrecimiento Extremo

Fuentes: Rebelión

Como cada hecho, relación o proceso que termina de manera inexorable, el adiós al 2005 invita a la reflexión y al balance. Tarea compleja, pero de urgente necesidad, sobre todo cuando se trata no sólo de «comprender el mundo, sino de transformarlo», a decir de Carlos Marx. Para nuestro maltratado «Sur» geopolítico, la misión deviene […]

Como cada hecho, relación o proceso que termina de manera inexorable, el adiós al 2005 invita a la reflexión y al balance. Tarea compleja, pero de urgente necesidad, sobre todo cuando se trata no sólo de «comprender el mundo, sino de transformarlo», a decir de Carlos Marx. Para nuestro maltratado «Sur» geopolítico, la misión deviene cuestión de primer orden. Muy claro ha quedado ya, que no tenemos otra alternativa que no sea la lucha frontal contra el «Norte brutal que nos desprecia», una lucha que exige el conocimiento exhaustivo de una realidad en la que nuestra activa presencia y participación crecen de manera galopante, cuantitativa y sobre todo, cualitativamente.

Visto desde esta perspectiva, no resulta ocioso preguntarse, y, ¿qué es hoy ese «Sur» geopolítico?, ¿qué caracteriza a estas vastas regiones?, ¿cuáles son las verdaderas causas de la inconformidad ciudadana, de los conflictos, de las migraciones descontroladas, o de las luchas emancipadoras que a cualquier costo y riesgo se generan en esas latitudes? Preguntas cuyas respuestas, si bien no resultan desconocidas para políticos e ideólogos burgueses, son tratadas por éstos con la suficiente ligereza, hipocresía, demagogia y hasta cinismo, como para no comprender que nuestro maltratado «Sur» también existe -parafraseando a Benedetti-, y que su cada vez más precaria existencia, trae consigo, acercándolo inexorablemente, el también insoslayable derrumbe de la inmoral y aberrante ignominia que representa el imperialismo en cualquiera de sus manifestaciones.

Así, ¿qué dejó tras de sí el 2005 en nuestro geopolítico «Sur»?

Sobre todo, mucho más empobrecimiento, lo que supone un gran distanciamiento del cumplimiento de las «Metas del Milenio». Una conclusión sumamente relevante, si se toma en consideración que fue emitida por organismos internacionales tan importantes como la Organización de Naciones Unidas, la CEPAL, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), entre otros, ninguno de las cuales puede ser acusado precisamente de defender posiciones de «extrema izquierda» o de «radicalismo marxista».

Así, según James D. Wolfensohn, presidente del Banco Mundial, el informe elaborado por esta organización en colaboración con el FMI, el «Global Monitoring Report» 2005, «activa una alarma: la mayoría de los países no serán capaces de alcanzar gran parte de los objetivos planteados de aquí a la fecha tope de 2015. Esto significa que el mundo se encuentra en un punto de quiebre: o nosotros como comunidad internacional reconfirmamos el compromiso de cumplir con los objetivos o no se alcanzarán las metas formuladas en medio de un enorme despliegue de publicidad, lo cual dejará a los pobres del mundo incluso más rezagados que antes y serán nuestros hijos quienes deberán enfrentar las consecuencias», puntualizó Wolfensohn.

Los «Objetivos de Desarrollo para el Milenio» o las «Metas del Milenio»

Recuérdese que las «Metas» fueron planteadas en septiembre de 2000, cuando, de cara al nuevo siglo, 189 líderes mundiales -147 jefes de Estado o de Gobierno- firmaron la llamada «Declaración del Milenio» en la que se comprometieron a «liberar a todos los hombres, mujeres y niños de las lamentables e inhumanas condiciones de extrema pobreza», que limitaban su desarrollo, considerándose que por primera vez la humanidad podría plantearse estos fines, dados los recursos, el conocimiento y las tecnologías de las que dispone.

En consecuencia, la Secretaría de las Naciones Unidas elaboró un grupo de ocho propósitos cardinales y 18 metas, conocido todo bajo el un tanto impreciso nombre de «Objetivos de Desarrollo para el Milenio» (ODM), cuyo cumplimento fue fijado para el 2015, tomando como punto de referencia la situación mundial de 1990. Objetivos, que si bien han sido evaluados por expertos como sumamente modestos -de ahí su imprecisión-, «representan una cuestión de vida o muerte» para «más de 1 000 millones de personas que «viven todavía bajo condiciones de extrema pobreza», la que «se puede definir como «pobreza que mata», pues priva a los seres humanos de «los medios necesarios para seguir viviendo frente al hambre, la enfermedad y los riesgos ambientales», según reconoce un informe de la propia ONU fechado en 2005.

Evaluación que a pesar de su justeza, presenta un sesgo, y es que, como expresara el líder de la Revolución cubana en la mencionada Cumbre, «No puede olvidarse que el subdesarrollo y la pobreza actuales son la consecuencia de la conquista, la colonización, la esclavización y el saqueo de la mayor parte de la Tierra por las potencias coloniales, el surgimiento del imperialismo y las guerras sangrientas por nuevos repartos del mundo. Hoy tienen la obligación moral de indemnizar a nuestros países por el daño que les hicieron durante siglos».

Trágica verdad eterna que hace imprescindible la precisión: el «Sur» geopolítico, víctima de la voracidad imperialista, no padece de «pobreza extrema», sino de «empobrecimiento», aunque en verdad muy extremo; sobre nuestras sangrantes «venas abiertas» -parafraseo a Galeano- se construyó el opulento mundo burgués, que contrajo una vergonzosa, impagable y nunca cerrada deuda con nuestros sufridos pueblos, algo que los políticos e ideólogos burgueses, «tratando de tapar el sol con un dedo», en su necia e incurable ceguera, se empeñan en desconocer.

No obstante, y a pesar de lo anterior, el hecho de que la comunidad de naciones se planteara los «Objetivos de Desarrollo para el Milenio» como las «metas mundiales» para luchar contra la «pobreza extrema» en sus diferentes dimensiones, resultó un hecho altamente positivo. Se trata de lograr, antes de 2015: reducir a la mitad este flagelo -la «pobreza extrema»- y el hambre; «alcanzar la enseñanza primaria universal»; «promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer«; «reducir la mortalidad infantil»; «mejorar la salud materna»; «combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades» y «garantizar la sostenibilidad del medio ambiente», todo esto sobre la base de «alianzas globales para el desarrollo».

La «Cumbre del Milenio + 5». Evaluación parcial del proyecto: ¿frustración?

En ese contexto, en septiembre de 2005 se celebró la llamada «Cumbre del Milenio + 5», en la búsqueda de evaluar, cinco años después de su aprobación y puesta en marcha, los resultados obtenidos en el cumplimiento de los ODM 2000, propósito en el que realmente fracasó, como fue denunciado en el propio cónclave por varios líderes mundiales.

A su vez, y como parte de la iniciativa, en enero de ese año fue presentado al Secretario General de Naciones Unidas, Kofi Annan el «Informe del Proyecto Milenio», redactado por un equipo multidisciplinario de más de 200 especialistas, bajo la dirección del Premio Nobel en Economía, Director del Proyecto y Consejero Especial del Secretario General para los ODMs, Jeffrey Sachs. El Informe -conocido también como «Informe Sachs», dada su autoría principal-, cumplió dos objetivos básicos: servir de guía para los debates de los jefes de Estado y de Gobierno en la Cumbre 2005, y de base para la toma de decisiones sobre política de cooperación para el desarrollo a nivel global, algo así como un nuevo paradigma en esa dirección.

Sin embargo, a pesar del tono optimista y muy prometedor que le matizó desde sus palabras iniciales, «El próximo decenio nos brinda la oportunidad de reducir en un 50% la pobreza en el mundo. Miles de millones más de personas podrán aprovechar los beneficios de la economía mundial. Pueden salvarse decenas de millones de vidas», el reconocido Informe no pudo soslayar el reconocimiento de la terrible realidad que hoy enfrenta nuestro maltratado «Sur»geopolítico.

Un espacio más político que geográfico en el que se supera la cifra de 1 000 millones de personas viviendo en la mal llamada «pobreza extrema», aquella en la que, de acuerdo al propio Informe, «carecer de los escasos ingresos necesarios, aunque no sea más que sufragar las necesidades básicas, lleva a que el sencillo episodio de una enfermedad, o una inundación, o una plaga que destruye una cosecha, puede representar la diferencia que hay entre vivir y morir; la esperanza de vida es a menudo la mitad que en el mundo de ingresos altos: cuarenta años en vez de ochenta; de cada mil niños nacidos, más de 100 perecen antes de su quinto cumpleaños».

En resumen, de acuerdo con el destacado experto y su comisión, al cierre del pasado 2005, se estimaba que existían 1 162 millones de personas calificadas como pobres, diseminadas entre: África Subsahariana, 345; América Latina y el Caribe, 128; Asia Meridional, 407; Asia Oriental y el Pacífico, 182; Europa Oriental y Asia Central, 92; así como en el Oriente Medio y África del Norte, 8 millones.

Valoración que se refrenda con las cifras que ofrece el «Informe de Desarrollo Humano 2005», las que resultan muy ilustrativas para demostrar las grandes inequidades que como una pandemia, azotan hoy a todo el planeta. Baste para ello comparar el PIB -expresado en términos de paridad del poder adquisitivo (PPA)-, de las diferentes regiones del mundo: los resultados son impresionantes y dolorosos.

Así, el PBI de los Países Menos Adelantados (PMA)[1], constituye el 1% del PIB mundial. A su vez, el de África Subsahariana representa el 2%; el de los Estados Árabes, el 3%; el de América Latina y el Caribe, el 7%; el de Asia Meridional[2], 8%; el de Asia Oriental y el Pacífico, 19%[3]; el de Europa Central, Oriental y la CEI, el 6%.

Compárense las cifras anteriores con éstas: el PIB de los países de ingresos altos de la OCDE[4] -el «Club de los Ricos»-, representa el 53% del PIB mundial -30 veces superior al de los PMA-, mientras que sólo el de los EEUU, constituye el 21%.

Pero hay más: de acuerdo con la misma fuente, en los 49 países que conforman los Países Menos Adelantados del mundo, la ciudadanía recibe como promedio 1 328 dólares estadounidenses anuales -PIB per cápita- , por el contrario, en el «Club de los Ricos», esta cifra, que alcanza los $30 181, se eleva más de 20 veces.

Cifras abrumadoras que conducen a una sola pregunta, ¿hasta cuando podrá mantenerse un orden económico y social tan injusto y vergonzosamente inhumano? Cifras que explican a su vez la existencia de los 824 millones de seres humanos que en 2005 padecieron del terrible infortunio de la desnutrición; de los 9,8 millones de niños y niñas que habían muerto antes de cumplir los 5 años; de una mortalidad materna que arrancaba la vida a más de medio millón de mujeres -540 mil- en su mayoría jóvenes en edad de procrear; los 939 millones de seres humanos que carecían de agua potable; los 2 481 millones que vivían en condiciones de insalubridad y los 872 que, según estimados, en 2001 mal habitaban en reconocidos tugurios. Espeluznante panorama que lejos de solucionarse tiende a agravarse.

En este contexto, las fuentes citadas, al evaluar el estado de cumplimiento de los ODM, aseguran que de mantenerse las tendencias actuales, muy poco se habrá logrado para el 2015. En lo que respecta al crecimiento económico y la distribución de la riqueza, se asegura que podría producirse un acercamiento en las cifras macro a nivel mundial, dado el vertiginoso y creciente dinamismo que caracteriza a las economías china e india. Sin embargo, la mayoría de los países no llegará a la meta, lo cual significa que el 83% de los millones de personas que hoy viven en los límites de la pobreza, se mantendrán en esta condición -968 millones-, cifra que, de lograrse los ODM, podría descender solamente hasta 56,62% de la actual, demostrando el alcance realmente modesto de las muy nombradas metas.

En lo relativo a la malnutrición, de mantenerse la trayectoria actual, en 2015 habrá 749 millones de personas afectadas por el mal, 229 millones más de las previstas -520 millones-, de cumplirse la necesaria meta.

Igualmente, de continuar estas preocupantes tendencias, el 2015 vería morir a 7 millones 900 000 niñas y niños antes de cumplir los cinco años, mientras que 47 millones de los que lograran sobrevivir, no tendrán posibilidades de acceder a la educación primaria; con lo cual según las previsiones demasiado optimistas y un tanto irreales de estos organismos, el ODM dirigido a «lograr la enseñanza primaria universal» tardaría en cumplirse un decenio más, cuando lo que en verdad resulta visible es que no será realidad nunca. Tómese en consideración que, en contra de lo que se esperaba, 46 países retroceden y/o podrán alcanzar este propósito sólo después de 2040…, lo triste resulta que estos excluidos y excluidas, representan el 21% -23 millones- de los 110 millones que en este momento no pueden acceder a los sistemas de enseñanza en nuestro «Sur»geopolítico.

Asimismo, de acuerdo al «Informe Sachs», de no producirse un giro en el tratamiento que recibe la pandemia, 45,5 millones de personas serán portadores del VIH en 2010; si se «asumiera mayor acción», el número de individuos infectados podría disminuir hasta los 16,8 millones De igual modo, si no se cumplieran los ODMs, 2 172 millones de seres humanos continuarán viviendo en condiciones de insalubridad en 2015, cifra total que presumiblemente descendería hasta los 1 827 millones de alcanzarse la meta en la fecha fijada.

Conjuntamente, conforme a la misma fuente, de accederse a las «Metas del Milenio», el número de personas que residen en «barrios tugurios«, desprovistos de las más elementales condiciones, podría disminuir hasta los 772 millones en 2020; manteniendo las tendencias el número estimado en 2001 -872-, crecería en un 38%, hasta llegar a los 1 425 millones.

…, y sin embargo,

Para contrarrestar esta dramática realidad, y cumplir los, a su vez muy limitados «Objetivos de Desarrollo del Milenio», a los organismos internacionales sólo se les ocurre…, estimular el fortalecimiento de las propias causas que la generan, dígase la acumulación capitalista, el capitalismo salvaje e imperialista que hoy conocemos.

Así, llegan a la conclusión que éstos podrán lograrse a través de una «potenciación adecuada del valor humano, de la infraestructura y de los derechos humanos fundamentales, en una economía basada en el mercado y la iniciativa», donde el sector privado sea «el motor de crecimiento respecto a la producción», con una reevaluación de los «gastos públicos en esferas como la salud, la educación, la infraestructura…», etc.; como se ve una reformulación edulcorada de las ya conocidas estrategias neoliberales para la «reducción de la pobreza» impulsadas desde hace mucho tiempo por los jerarcas del mundo y que condujeron a la grave crisis estructural que hoy afecta al maltratado «Sur». Tal y como expresara el líder de la Revolución cubana en su discurso ante la «Cumbre del Milenio»: las «mismas recetas que han servido sólo para hacernos cada vez más pobres, más explotados y más dependientes».

Por fortuna, nuestros pueblos conocen muy bien las «entrañas del monstruo» que desde hace varios siglos y de forma despiadada intenta aniquilarlos, y se encuentran convencidos de las verdaderas y limitadas intenciones de estas demagógicas estrategias e inconsistentes discursos. Conocemos que nada que provenga de organismos como el Banco Mundial, la OMC, el FMI, u otros que los secundan -entre ellos la ONU en su manifestación actual-, puede sernos beneficioso y/o contribuir a nuestro desarrollo y al rescate del lugar que por derecho propio debemos ocupar y sin lugar a dudas ocuparemos en el mundo.

Conocemos que el desarrollo, la justicia social, la igualdad de derechos y oportunidades sin distinciones de ningún tipo, sólo pueden lograrse sobre la base del internacionalismo y la cooperación solidaria, la fraternidad y la hermandad, valores humanos imperecederos que propicien el diseño y praxis de un Sistema de Relaciones Internacionales, capaz de responder a los verdaderos intereses de todos los pueblos del mundo y no de los organismos internacionales al servicio del gran capital…

Sabemos que sólo entonces podrán ser realidad unos «Objetivos del Milenio» que, posibilitando el desarrollo armónico de nuestras sufridas sociedades, nos liberen para siempre del tristemente inducido empobrecimiento extremo que hoy padecemos, en un mundo donde ya no existirán más los «nortes» ni sures» geopolíticos; un mundo por el cual, convencidas y convencidos de que es posible, luchamos.


[1] De acuerdo a la clasificación de las Naciones Unidas, han sido identificados como PMA 49 países, de ellos, 34 de África Subsahariana; 14 del Asia -Meridional y Pacífico-; y 1 de América Latina.

[2] Incluye la economía de la India.

[3] Incluye la economía china.

[4] La OCDE se encuentra integrada por 30 países que sustentan su estrategia de crecimiento en «modelos de mercado, democracia y libre comercio»: Alemania, Australia, Austria, Bélgica, Canadá, República Checa, República de Corea, Dinamarca, Eslovaquia, España, Estados Unidos, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Irlanda, Islandia, Italia, Japón, Luxemburgo, México, Nueva Zelanda, Noruega, Países Bajos, Polonia, Portugal, Reino Unido, Suecia, Suiza, y Turquía. A excepción de Eslovaquia, República Checa, Hungría, México, Polonia y Turquía, el resto, 24 naciones, conforman el grupo de Países OCDE con ingresos altos., las economías más desarrolladas del mundo.

La autora es Investigadora del Centro de Estudios Europeos de La Habana.