Pese a las numerosas campañas desestabilizadoras que desde Estados Unidos se han realizado contra Venezuela con el apoyo de la oligarquía nacional, la Revolución Bolivariana ha logrado esquivar los embates y continúa siendo la mejor opción para la mayoría de la población. Entre las muchas acciones utilizadas que apoyan el neoliberalismo, se […]
Pese a las numerosas campañas desestabilizadoras que desde Estados Unidos se han realizado contra Venezuela con el apoyo de la oligarquía nacional, la Revolución Bolivariana ha logrado esquivar los embates y continúa siendo la mejor opción para la mayoría de la población.
Entre las muchas acciones utilizadas que apoyan el neoliberalismo, se cuentan fallidos golpes de Estado, agresiones contra la industria petrolera, asesinatos selectivos y guerra económica, las cuales se han desatado desde el mismo momento en que llegó al poder por elecciones democráticas, en 1999, el presidente Hugo Chávez Frías.
Desde hace más de una década la Revolución Bolivariana, dirigida por Chávez y continuada por el presidente Nicolás Maduro, rescató la soberanía e independencia de la nación que eran controladas por la burguesía y los grandes capitales extranjeros; con su accionar ha sido la impulsora de la integración latinoamericana, y la base de apoyo económico para los pequeños países de la región integrados en PetroCaribe.
Esas libertades tercermundistas no podían ser permitidas por las fuerzas de derecha que han arremetido durante todos esos años contra el proceso bolivariano.
La última acción de Washington contra Caracas fue la de declarar a ese país como un peligro para la seguridad de Estados Unidos, decisión absurda que ha sido rechazada por la mayoría de los países del orbe y que recibió un fuerte golpe en la recién terminada Cumbre de las Américas, efectuada en Panamá.
La verdadera amenaza venezolana es que su gobierno ha rescatado sus enormes reservas petroleras, controladas anteriormente por transnacionales estadounidenses y europeas, y ha destinado las ganancias del sector a mejorar las condiciones de vida de su pueblo a la par que ayuda a otras naciones con economías más débiles.
Con la abrupta caída internacional de los precios del petróleo, que pasaron en pocos meses de 100 dólares a menos de 50 dólares el barril, la oligarquía pensó que el gobierno se desmoronaría.
Inmediatamente, las fuerzas oligarcas arreciaron las acciones de desestabilización: incrementaron el acaparamiento de alimentos y medicinas; el contrabando de mercancías hacia las fronteras; intentaron reactivar las llamadas «guarimbas» y lanzaron fuertes campañas de desinformación en los medios de comunicación controlados por la derecha.
Pese a la caída del precio del crudo en más de un 50 %, el gobierno venezolano mantuvo las más de 30 misiones sociales que funcionan en el país las que abarcan a cerca de 20 millones de personas.
Esa política gubernamental ha contribuido a la reducción del nivel de pobreza existente en el país antes de 1999, otorga asistencia médica gratuita a millones de personas, ha ofrecido soluciones habitacionales a más de 700 000 núcleo familiares y permitió que la República Boliviariana cumpliera con las metas del milenio, establecidas por la Organización de Naciones Unidas (ONU), en materia de seguridad alimentaria.
La máxima representación en Venezuela de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Marcelo Resende, puntualizó en una reciente entrevista con la prensa que las misiones sociales, creadas durante los últimos 12 años, han sido un mecanismo fundamental para erradicar el hambre.
El funcionario subrayó que el país revirtió el índice de subnutrición y logró que más de 3 000 000 de personas que antes no tenían acceso a los alimentos, ahora coman hasta tres veces al día.
Resende argumentó que a través de las misiones sociales la distribución de la riqueza ha sido más equitativa, al ser estos programas herramientas para la inversión social que creció de 37 % del presupuesto nacional en 1999 a 60,7% en 2014.
Para la FAO, Venezuela tiene una distribución de la renta más equitativa, la riqueza no esta concentrada como antes en ciertos grupos de poder y en esa situación ha jugado un papel muy importante las misiones sociales lo cual permite que sea el segundo país de América Latina y del Caribe, que más ha disminuido la desigualdad social.
Todos esos beneficios a favor de las grandes mayorías no hubieran sido posibles sin la nacionalización de la industria de hidrocarburos que cuenta con reservas probadas de 299 953 millones de barriles de crudo y 198 368 billones de pies cúbicos de gas.
Una idea de la relevancia de esa medida en relación directa con los beneficios a la población es que la empresa Petróleos de Venezuela (Pdvsa) aportó durante la gestión de 2014 más de 128 000 millones de bolívares al desarrollo social y registró ingresos totales de 128 000 millones de dólares de los cuales 105 000 millones corresponden a exportaciones y ventas netas en el exterior.
Al ofrecer una rendición de cuentas sobre la gestión y resultados del pasado año, el presidente de Pdvsa, Eulogio Del Pino, informó que se mantuvo un promedio de producción cercano a los 2,9 millones de barriles diarios, y la ganancia integral registrada fue de 12 000 millones de dólares, a la par que se aportó al Fondo Nacional para el Desarrollo Nacional (Fonden) 10 400 millones de dólares.
Con la contribución de Pdvsa se han podido mantener las numerosas misiones populares que apoyan la alimentación, educación, salud, seguridad social, deporte, cultura, vivienda, transporte y recreación.
En conclusiones, la voluntad política de los dirigentes bolivarianos ha hecho posible que pese a las acciones desestabilizadoras de Estados Unidos y de las fuerzas de la derecha criolla, las misiones populares se mantengan para beneficio de sus habitantes.
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