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Entrevista a Eddy Damas, del LKP, plataforma que lideró la revuelta en la isla francesa

El ejemplo de la isla de Guadalupe

Fuentes: Diagonal

Las victorias conseguidas tras las protestas que sacudieron la isla francesa de ultramar el pasado febrero sirven de ejemplo para la movilización.

Tras 44 días de huelga general en Guadalupe, la prensa francesa sólo se hizo eco de un logro de las movilizaciones: el aumento de 200 euros para los salarios más bajos que la población de esta región francesa de ultramar había conseguido del Gobierno de París. Pero el colectivo que dirigió y organizó las movilizaciones (el LKP, Liyannaj Kont Pwofitasyon, Alianza contra el ‘Aprovechamiento’, modo en que se ha traducido el término pwofitasyon) consiguió, de hecho, buena parte de sus 146 propuestas. Desde la congelación del precio del pan y de los alquileres a la reducción del precio de la gasolina, de las comisiones bancarias, del precio del agua, de los transportes; desde ayudas cuantiosas a los sectores más desfavorecidos de la isla a la construcción de viviendas sociales… estas medidas son tan sólo una pequeña parte de las reivindicaciones del LKP que el Gobierno francés concedió tras las movilizaciones.

¿Podrías darnos algunas claves sobre este movimiento desde un punto de vista histórico y de la trayectoria de movilización y de luchas sociales en Guadalupe?

E.D.: El movimiento iniciado por el LKP en Guadalupe es una auténtica convergencia de reivindicaciones, reivindicaciones culturales, económicas y políticas y, más sencillamente, la reivindicación fundamental de todo pueblo, aspirar a vivir de otra forma en este mundo que desarticula, que se bebe a los hombres y les niega su condición humana. Por tanto el LKP es eso, es el resurgimiento de la esperanza de todo un pueblo en torno a un movimiento y en torno a una plataforma de reivindicaciones, que justamente permitirán que el pueblo de Guadalupe pueda ser dueño de su propio destino.

¿El LKP fue creado sólo para la movilización?

E.D.: No. Conociendo la historia de este pueblo que siempre ha sido un pueblo de combatientes, un pueblo que lucha para defender a los desfavorecidos, los sin nombre, sin protección, todos aquellos que son ‘sin’, para nosotros no se trata de un movimiento histórico, sino de una continuidad histórica, que hoy pasa por el LKP, pero que tiene vocación de ir mucho más lejos. Ciertamente el carácter del «evento» fue muy impresionante porque tanta y tanta gente saliendo a las calles es algo realmente extraordinario. Pero es en realidad fruto de una construcción política en una tierra de combatientes.

¿Qué conquistas se han conseguido con este movimiento?

E.D.: La primera conquista es que los guadalupeños han hecho un trecho a nivel de la conciencia de cada individuo. Yo creo que han podido vivir estos momentos y han comenzado a deconstruirse y a reconstruirse de forma diferente, a recuperar la confianza en sí mismos, que es ya una primera gran conquista. El resto de logros son relativos a las condiciones materiales, a las condiciones de vida de los guadalupeños que padecen la pwofitation en este país, sobre todo en relación a los bajos salarios. Os recuerdo que hemos firmado un acuerdo para el aumento de los bajos salarios en 200 euros, que no está mal. Pero ha habido muchas otras reivindicaciones en las que hemos obtenido satisfacción inmediata: la formación de los jóvenes, el precio de los carburantes, sobre los macro-proyectos que estaban programados para desfigurar y embobar a este pueblo. Todas éstas son reivindicaciones sobre las que hemos obtenido una total satisfacción. Os recuerdo que teníamos una plataforma de 140 reivindicaciones y que muchos puntos, en los que hay también reivindicaciones a medio y largo plazo, hacen que, tras esta huelga, el combate siga adelante. El pueblo nos espera, el pueblo se implica, por lo que el combate continúa y aún tenemos lo menos 20 años de trabajo por delante. Y yo creo que será toda la esperanza popular que ha emergido de este pueblo, la que será determinante de aquí a unos años.