El lesgislativo alemán comienza a debatir la reforma a su otrora tan preciado sistema federalista. El plan inicia un recorrido, al final del cual tendrá, probablemente, otro maquillaje, pero básicamente el mismo rostro.
La propuesta de reforma al federalismo alemán emprende hoy su viaje por ambas cámaras legislativas alemanas. Si bien también al interior de la gran coalición crecen las voces que favorecen la mesura en contra de la rapidez de su implementación, se da casi por descontado que el plan de reforma será aprobado, y que, de acuerdo a lo planificado entrará en vigor, a comienzos de 2007.
Esta reforma al federalismo ocupa al legislativo alemán desde el gobierno anterior, en donde fracasó, básicamente, porque tenía al Bundesrat, la cámara alta en donde están representados los Länder o Estados federados, en su contra. En adelante, entre otras cosas, se trata principalmente de evitar ese mecanismo de bloqueo, propio del sistema federal alemán que fue diseñado por las fuerzas aliadas después de la Segunda Guerra Mundial con el fin de evitar centralizaciones del poder.
Este modelo, que por mucho tiempo fue un producto de orgullo y exportación made in Germany, se ha convertido en un peso a la hora de avanzar políticamente. Si en los primeros años de la república alemana sólo un 10% de las leyes requería de la aprobación de ambas cámaras, para los tiempos que corren se trata de un 60% de ellas.
La reforma actual propone que, en el futuro, sólo alrededor de un 30% de ellas tenga que ser aprobado por ambas cámaras, es decir que haya un buen porcentaje de leyes que puedan ser aprobadas por el Bundestag solo, sin tener que someterlas al visto bueno del Bundesrat. A cambio del mayor campo de acción para el Bundestag, se otorga a los Länder la competencia total en cuanto a sistema educativo, medio ambiente y sistema penal.
«Necesitamos poder tomar decisiones rápidas», recalcó la canciller Merkel. Eso por un lado. Por otro, en un futuro cercano -la reforma constitucional podría estar lista para el verano y entrar en vigor a comienzos de 2007- los requisitos de admisión a la universidad podrían variar según la región.
También los sueldos de los profesores. Los Länder más ricos, así los críticos de la reforma del federalismo, podrían atraer a mejor personal. La reforma, como está planteada, tendría como consecuencia que «cada uno haga lo que le venga en gana, un aumento de burocracia y una política educativa aún más complicada», criticaba por su parte el diario Leipziger Volkszeitung.
Sólo una gran coalición pudo haberlo hecho
La reorganización de las competencias entre el Estado central y los Estados federados era incómodo pendiente en la agenda gubernamental alemana. Por ello, una canciller Merkel muy satisfecha anunciaba a comienzos de la semana que «sólo la gran coalición de cristianodemócratas y socialdemócratas ha sido capaz de sacar adelante el proyecto». Aludía con ello al fracaso que sufrió la reforma durante el gobierno anterior, en donde el pan se quemó a la puerta del horno.
Quién se opone y por qué
Según la jefa del grupo parlamentario verde, Renate Künast, la descentralización absoluta de la educación llevará a una falta de planificación y a una competencia feroz entre los estados federados, en vez de ayudar a mejorar el nivel educativo y la formación universitaria, algo que el país necesita con suma urgencia. Lo mismo declaraba el primer ministro de Mecklenburgo-Antepomerania, Harald Ringstorff.
Es decir, aunque algún primer ministro se oponga a la reforma tal y como está planteada, y aunque también el Partido Liberal manifestara reservas al proyecto en su versión actual, lo más probable es que la reforma al federalismo alemán llegue al final de su recorrido institucional -si bien habiéndose sometido a ciertas operaciones embellecedoras- como está previsto para el próximo año y siendo la primera gran reforma de la gran coalición.