UN MUNDO de diferencia separa a Rebecca Harms de Werner Marnette. Normalmente, mientras Harms, la diputada verde europea lucha contra la energía nuclear, Marnette, el presidente del consejo de administración de la Kupferhütte Norddeutsche Affinerie es favorable a la controvertida energía. Sin embargo, estos días, y excepcionalmente, la política y el ejecutivo van de la […]
UN MUNDO de diferencia separa a Rebecca Harms de Werner Marnette. Normalmente, mientras Harms, la diputada verde europea lucha contra la energía nuclear, Marnette, el presidente del consejo de administración de la Kupferhütte Norddeutsche Affinerie es favorable a la controvertida energía. Sin embargo, estos días, y excepcionalmente, la política y el ejecutivo van de la mano: contra el plan de E.on de absorber a la transnacional energética española Endesa.
Harms exige que la Comisión de la UE bloquee el «celo comprador» de E.on; y Marnette ve en la planeada toma de control de E.on sobre Endesa «un caso del que debe ocuparse la comisaria europea de la competencia», Neelie Kroes. «Mediante precios eléctricos y gasísticos sobreelevados, E.on ha llenado su caja de guerra a rebosar», dice Marnette. Parece evidentemente haber llegado la hora de «utilizar con miras al beneficio los miles de millones amasados, procedentes de los consumidores alemanes de electricidad y gas». Para la industria de aquí, sin embargo, la toma de control tendría «consecuencias fatales», se teme el ejecutivo. E.on controla ya suministradores regionales y centrales urbanas locales en Alemania, así como -cada vez más- suministradores de energía en el resto de Europa. La toma de control de la transnacional española nos haría retroceder y «aplazaría a un lejano e incierto futuro» la posibilidad de aumentar la competencia en el mercado europeo de energía.
Ya hoy, en efecto, E.on es, según declara su propio jefe, Wulf Bernotat, la «mayor empresa privada de gas y electricidad del mundo». La corporación radicada en Dusseldorf, ella misma nacida de la fusión entre Veba y Viag, ya ha comprado en Gran Bretaña y en Polonia, en Hungría y en Eslovaquia, en Bulgaria y en Chequia, en Suecia, en Finlandia, incluso en los EEUU. Ofrece ya suministros de gas y electricidad a más de 30 millones de clientes: y en mercados en los que, merced a una competencia subdesarrollada, las grandes ganancias están aseguradas. En el curso del pasado año, el aumento en los precios de la electricidad, sumado a la externalización a sociedades hermanas ajenas al negocio energético, procuró a la corporación un excedente de 7,4 mil millones de euros (71% más que en 2004).
Ese dinero busca empleo. Luego de que en otoño del pasado año naufragara el intento de Bernotat de tomar el control de Scottish Power, la presión se hizo todavía más intensa. Con Endesa ha entrado en el punto de mira del director de la corporación de Dusseldorf un candidato aún más ideal.
29,1 mil millones de euros pagará Bernotat por la toma de control, y en efectivo. Razón suficiente para que Endesa valore amistosamente la oferta, sobre la que se lleva meses negociando. Por ese dinero, E.on conseguiría 23 millones de nuevos clientes en España, Italia, Francia y América Latina (sobre todo, Brasil y Chile). Sería la mayor operación de la historia de esa rama económica, si lograra la aprobación del gobierno español y de las autoridades que controlan los cárteles y monopolios en Bruselas.
«Endesa es para nosotros una pata firme en mercados en los que hasta ahora, si alguna, apenas teníamos presencia», dice Bernotat. En Italia, Endesa es el número tres en el mercado energético, en Francia los españoles controlan el mayor suministrador privado de energía, Snet. Y en el mercado interior español, que representa casi la mitad de su facturación, van sin discusión en cabeza desde hace mucho tiempo.
«Además, Endesa es una empresa muy rentable; no es necesario reestructurarla», dice Robert Tornabell, de la escuela de negocios ESADE, de Barcelona. Eso hace aún más atractiva la operación para E.on. El año pasado Endesa logró aumentar su facturación en un 30% –hasta 17,5 mil millones de euros-, creciendo los beneficios un 60%, hasta los 1,8 mil millones de euros. Juntas, ambas empresas llegarían a los 50 millones de clientes, convirtiéndose, con diferencia, en el mayor suministrador energético del mundo. Desde hace años, los distintos gobiernos españoles vienen haciendo propaganda de su país como el trampolín hacia América Latina. Hasta ahora, sólo con resultados modestos. Los posible inversores, también los alemanes, querían también poder poner pie en el mercado español de energía. Pero hasta ahora los gobiernos españoles no se habían mostrado muy dispuestos a alienar ese sector estratégicamente decisivo. También ahora, en sus primeras manifestaciones al respecto, los gobernantes socialistas actuales se han mostrado más bien reticentes a la oferta de E.on.
«Si empresas españolas como el Banco de Santander Central Hispano pueden hacer giras compradoras por Europa, también corporaciones extranjeras como E.on pueden hacer lo propio en España», dice Josep Prats, director de análisis de la madrileña Ahorro Corporación. Parte de la base de que el gobierno español no puede permitirse una política contraria a esa operación: «E.on garantiza la autonomía española de Endesa, ¿qué más queremos?».
Con respeto y envidia ven en España los competidores de E.on la iniciativa de la corporación de Dusseldorf. Proyecta convertirse en la la primera «corporación energética paneuropea», se dice. Precisamente eso es lo que irrita a todos quienes, a pesar de todos los reveses, todavía esperan que, de uno u otro modo, la paralizada competencia en el sector energético pueda recobrar aliento. El ejecutivo Marnette, por ejemplo. O Ulf Böge, Presidente del Bunndeskartellamt [la institución federal alemana encargada de prevenir los acuerdos monopólicos, creada en la estela de los juicios de Núremberg en los que resultó condenada, por sus negocios con y bajo el nacionalsocialismo, la crema y nata de la gran industria y la gran banca alemana; n.T.]. Es verdad que, alegando de falta de competencias para hacerlo, no quiere manifestarse sobre la toma de control de Endesa planeada por E.on. Sin embargo, el defensor de la competencia no recató hace ya algún tiempo que sólo una cosa podría quebrar a un mercado enquistado, «una compiteción que funcionara por encima de las fronteras».
Y eso es precisamente lo que vendría a impedirse, si la potencial concurrencia es absorbida.
Tras ese peligro anda el investigador y especialista en energía Uwe Leprich, de Sarbrucken. Ve con preocupación cómo los grandes suministradores -E.on, EdF, RWE- van extendiendo sus títulos y exigencias por Europa, a fin allanar obstáculos a su búsqueda de beneficios. Este científico llega incluso a hablar de «escándalo de proporciones gigantescas», sin por eso rendir la esperanza de que la Comisión europea frustre el intento.
Los comisarios de Bruselas que tienen competencias en esta materia saben que los elevados precios de la electricidad tienen mucho que ver con la falta de un mercado europeo interior de energía. «Sólo una competencia que supere las fronteras obligará a las grandes corporaciones a luchar con otros gigantes», dijo el comisario de energía letón Andris Piebalgs hace poco en una entrevista concedida a Die Zeit. Y su colega Neelie Kroes anunció la pasada semana su resuelta decisión de combatir los estorbos presentes en los mercados energéticos. En el informe por ella presentado, se habla mucho del poder de los ofertantes de electricidad, de la falta de transparencia y de la insuficiencia del comercio eléctrico transfronterizo. Los controles por fusión empresarial son expresamente mencionados como un instrumento esencial para reparar ese déficit.
Antes de lo que ella pensaba, tendrá Kroes que dejar que los hechos acompañen a sus palabras. Tendrá que autorizar o tendrá que impedir la toma de control de Endesa por E.on. Es dudoso que el derecho vigente baste para una prohibición. Por eso es muy posible que, al final, Bruselas de luz verde. Lo que equivaldrá, según un insider del sector, a una «declaración de impotencia».
Stefanie Müller und Fritz Vorholz son periodistas económicos y escriben regularmente en el semanario alemán Die Zeit.
Traducción para www.sinpermiso.info : Amaranta Süss