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El imperialismo es acusado, no querellante

Fuentes: Rebelión

Cuando el gobierno de Honduras señala al periodista y exdiputado Bartolo Fuentes como promotor y organizador de las marchas de migrantes, aporta un elemento para sustentar las afirmaciones del secretario de Defensa de Estados Unidos, James Mattis, y las proclamas del vicepresidente Mike Pence y del propio presidente Donald Trump, quienes dicen que la izquierda […]

Cuando el gobierno de Honduras señala al periodista y exdiputado Bartolo Fuentes como promotor y organizador de las marchas de migrantes, aporta un elemento para sustentar las afirmaciones del secretario de Defensa de Estados Unidos, James Mattis, y las proclamas del vicepresidente Mike Pence y del propio presidente Donald Trump, quienes dicen que la izquierda latinoamericana patrocina las caravanas (para usar el plural, razones hay) y sus rivales dentro de Estados Unidos las apoyan.

Hablando de la caravana (los medios usan el término en singular), Mike Pence expresó en una rueda de prensa: «El presidente de Honduras me dijo que fue organizada por grupos de izquierda hondureños, financiada por Venezuela y enviada al norte para desafiar nuestra soberanía y nuestra frontera».

¡Infeliz papel el de Juan Orlando Hernández! Ahora es «soplón» de los funcionarios yanquis, en tributo al apoyo que le dieron para imponerse en unas elecciones fraudulentas.

A Jimmy Morales, el presidente de Guatemala, le ha quedado tratar de negociar que no sea interrumpida la «ayuda» económica a su país y hacer pronunciamientos sobre legalidad y otras zarandajas, mientras los funcionarios del gobierno que encabeza intentan desarticular las caravanas mediante sucias maniobras.

Enrique Peña Nieto, en México, realiza el mismo papel que Jimmy Morales.

A los pronunciamientos de Morales y de Peña Nieto, poco caso hay que hacerles. Hablan de seguridad nacional, de seguridad de fronteras, de legalidad y de otros temas, y ensayan medios represivos de una u otra naturaleza.

Difícil les resulta ahora el oficio de guardafronteras al servicio de Estados Unidos.

La cosecha de quien siembra inseguridad y miseria

¿De dónde proceden los integrantes de las caravanas de migrantes?

De la Guatemala victimizada con el golpe auspiciado por Estados Unidos contra el presidente Jacobo Arbenz en 1954 y la siembra imperialista de dictaduras militares que tuvieron a la cabeza a sanguinarias figuras como Romeo Lucas García y Efraín Ríos Montt. Este último fue vestido luego de legislador y apadrinó la instalación de gobiernos corruptos y represivos como el encabezado por el reconocido delincuente Alfonso Portillo en el período 2000-2004. De los más recientes regímenes, poco hay que decir.

De la Honduras que durante décadas ha sido asiento de bases militares yanquis declaradas y encubiertas, desde donde se han articulado golpes de Estado, intervenciones y otras tropelías imperialistas.

Si Juan Orlando Hernández menciona a la izquierda hondureña, es porque se trata del sector que se opuso al golpe ejecutado con el apoyo de Estados Unidos en junio del año 2009 contra el presidente Manuel Zelaya y se ha opuesto a los gobiernos impuestos tras esa imperdonable ofensa.

En resumen, los migrantes proceden de la Centroamérica saqueada y pisoteada, de la zona donde siniestros personajes como John Negroponte y Otto Reich financiaron, organizaron y dieron apoyo logístico a bandas ultraderechistas para impedir el avance político y la defensa de la soberanía, y Obama, Hillary Clinton, los Bush y hoy el equipo de Trump, patrocinan el atraso en todos los órdenes.

La mal llamada crisis migratoria les tumba el velo

No se trata una crisis migratoria, es la cosecha del hambre, la inseguridad y el desamparo. La migración, como tal, es un fenómeno que hace inocultable el impacto de la desigualdad y la exclusión.

Otras caravanas han sido organizadas en momentos anteriores, pero por el número y la conjunción de nacionalidades, la existencia de las que hoy están en marcha no puede ocultarse haciendo uso del poder mediático de la derecha y la ultraderecha.

La confesa xenofobia de Donald Trump y su equipo, ha motivado a miles de personas a integrarse. Es una derivada inmediata, aunque con antecedentes.

El antecedente inmediato es la medida tomada contra los indocumentados que intentan llegar a Estados Unidos junto a sus hijos menores y son víctimas del mayor despojo que se puede hacer a un ser humano, que es arrebatarle a uno o a varios hijos.

Hay que citar también las repatriaciones en masa durante el gobierno encabezado por Barack Obama.

En lo inmediato, a funcionarios y estrategas imperialistas se les hace imposible ocultar la crisis humanitaria en una zona donde poder estadounidense ha sembrado atraso político y delincuencia de todo tipo.

Por eso, Salvador Sánchez Cerén, presidente de El Salvador (país que vivió durante décadas una situación de guerra civil y entre cuyos nacionales hay un número apreciable de componentes en las caravanas), aunque pertenezca a un ala muy moderada de la izquierda latinoamericana, alega que la migración es un derecho humano. Hay que apoyar esa posición.

¿Fueron, acaso, Celaya, el Frente Sandinista, el Frente Farabundo Martí o el gobierno de Nicolás Maduro quienes fomentaron los factores de expulsión que hoy existen en Centroamérica? ¿No fueron los sucesivos gobiernos yanquis y sus estrategas quienes apadrinaron a los generales sanguinarios y a sus escuadrones de la muerte? La violencia también tiene antecedentes, y eso se hace evidente en un momento en que grandes grupos de personas se movilizan.

Esa movilización, los estrategas imperialistas y la ultraderecha a nivel global pretenden criminalizarla, pero los argumentos que utilizan se derrumban ante el más elemental nivel de análisis. ¿Llamaremos violentos a quienes rompen vallas o andan por el mundo sin documentos y no a quienes durante décadas han ejercido contra los pueblos las más viles formas de saqueo y despojo?

El difícil oficio de guardafronteras

Durante muchos años, Estados Unidos ha utilizado a los gobiernos latinoamericanos como guardafronteras. Los gobiernos centroamericanos han reprimido a los migrantes convirtiendo en delito la intención de emigrar de sus nacionales.

Ha ocurrido en México, en Centroamérica continental y también en Las Antillas.

No puede verse de otro modo la inversión yanqui (canalizada a través del Comando Sur) en equipos para la persecución de migrantes indocumentados.

Para solo citar un caso, una nota de la Embajada de Estados Unidos del año 2016 da cuenta de una donación de equipos a la Armada Dominicana (antes Marina de Guerra) con el simpático pretexto de perseguir el narcotráfico, pero sin ocultar que se busca perseguir a los indocumentados. «La lancha interceptora denominada «SHAULA» LI-158, tipo Boston Whaler, fue donada por el Comando Sur de los Estados Unidos, a través Oficina de Cooperación para la Seguridad de su embajada. La misma se incorporará a la Flotilla de Lanchas Interceptoras de la institución y será usada en labores de patrullaje marítimo, apoyando los esfuerzos que hace el país en la lucha contra el crimen organizado internacional, especialmente en el combate contra del narcotráfico y los viajes ilegales», dice la nota.

Otras lanchas similares tienen la misma procedencia. Obviamente, se trata de dotar a los servidores del «traspatio», de lo necesario para realizar los encargos.

Es una práctica de décadas, y todavía quienes protagonizan el sometimiento tienen el descaro de presentarse ante el mundo como acusadores.

El uso político al tema de la migración, es vieja práctica de la derecha.

En ello han fundamentado gran parte de su política contra Cuba, desde 1959 hasta la fecha. Lo están utilizando también como arma política contra Venezuela. ¿Qué alegan ahora, cuando la cadena de migrantes se presenta a sus puertas y los obliga a tocar diferencias internas (Donald Trump acusa a los demócratas de aplicar políticas que impiden proteger la frontera) y a evidenciarse como represores?

Más que el financiamiento a las caravanas y el apoyo que han recibido las mismas de los políticos progresistas, a los estrategas yanquis les preocupa el nivel la organización de la gente a nivel regional. Tienen miedo de que la ola siga creciendo, porque saben que la efectividad de la represión es limitada y que la toma de conciencia por parte de los pueblos es real amenaza contra sus verdugos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.